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La orfandad de los nombres. Plácido Ramírez Carrillo

La orfandad de los nombres. Plácido Ramírez Carrillo
Parte de la familia Paredes. Foto: Cedida
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En ocasiones los recuerdos son como una guitarra que, con el rasgueo de sus cuerdas, parece que acarician la orfandad de los nombres, en esta ciudad que abraza fronteras y anhela promesas.

Septiembre llegó oliendo a pan y a ternura, zurciendo risas azules y pensamientos nuevos.

La uva ya barrunta que San Gregorio y San Rufino vienen con la navaja de camino.

Quiere volver la lluvia, pero con mucha timidez, y con su parpadeo seguro que nuestros campos se pondrán su falda verde y su emoción.

Badajoz se vistió de gala, se puso bella, para celebrar su noche en blanco: la Torre de Espantaperros, los Jardines de la Galera, Puerta de Palmas, la Plaza Alta, la Catedral, el Paseo de San Francisco… después de dos años de parón tiró la casa por la ventana, éxito arrollador. Demasiadas actividades y museos abiertos para una sola noche, según algunos. Sean bienvenidas estas alegrías culturales. Esto es hacer las cosas bien, trabajar con jeito.

En la Sala de Ámbito Cultural de El Corte Inglés celebramos el último ‘Con L de Lírica’. Comienzan las obras para hacer otra sala más amplia y moderna que nos traerá más actividades culturales. En esta ocasión el invitado fue el poeta y cantante José Manuel Díez, ‘Duende Josele’, que pronto se irá de gira por Colombia y Perú. Antes, el 22, (ayer mismo cuando esto se escribe) le vimos actuar en El Hospital-Centro Vivo, junto a Daniel Casado y Alberto Terrón al piano (y a la guitarra, mire usted). Un público exigente y deseoso de escuchar poesía y buena música abarrotó la sala, se puso el cartel de no hay billetes y aplaudió con fuerza cada actuación, en ocasiones improvisadas, según confesaban los autores. Noche para enmarcar. Por allí anduvieron poetas, cantantes y gente de la cultura. Entre ellos saludé al compositor y cantante sanvicenteño Leonardo Dantés, que acaba de grabar un dueto con Josele, y con otros autores, y luego marcha a Madrid a grabar otro con Santiago Segura, y una actuación en el Círculo Extremeño de Torrejón de Ardoz.

Alberto Terrón, Daniel Casado y Duende Josele, en el Hospital-Centro Vivo. Foto: Maribel Bazaga Zamora
Alberto Terrón, Daniel Casado y Duende Josele, en el Hospital-Centro Vivo. Foto: Maribel Bazaga Zamora

Esa misma noche, la del 7 de septiembre, en la que celebramos el último ‘Con L de Lírica’, Landero sembraba el estrapalucio al recordarnos, en su excelente y valiente discurso, con su pétrea y viñera memoria, cierta palabra de origen portugués. Hacer las cosas con jeito, con finura. En la dignidad de los silencios del teatro se podían coser los asombros y sumar las miradas de las primeras filas. Reivindicó la justicia que se nos niega a los extremeños desde hace siglos. La lió parda. Dijo lo que muchos dirían si tuvieran ocasión y lugar apropiado y los que otros piensan pero no dicen. No caben más postureos de nuestros políticos, ni uno más.

Dicen que luego, al día siguiente, reculó algo y aclaró que se refería a los de Madrid. Puede, pero que nos quiten lo bailao. Necesitamos más valientes, intelectuales, más medallas que de vez en cuando digan las verdades del barquero. Los extremeños seguimos sin tener un amigo en Balay, ni en Renfe, ni en ningún sitio.

Nuestras señorías, los de Madrid, de España, se quieren gastar 1.000.000 de euros en teléfonos móviles. Por favor, con la que está cayendo. Y nos quieren poner cartillas de racionamiento con los 30 productos básicos. De risa. Vamos a ver, señorías, páguenselo Vds. con sus sueldos grandiosos, como hacemos los demás. Y eso que muchos de nosotros no usamos corbata para colaborar con el medio ambiente y gastar menos energía. Vamos a ver, por favor. Servidor, si acaso, se la pondrá en la boda de una de mis hijas, y eso porque sea padrino, que sino ni eso, joé, que hay que ser solidario. No me hagan reír que tengo el labio partío.

La familia Paredes llegó el día 17 a Puebla de la Reina, a comerse el tiempo, como si no hubiera un mañana; llegaron sumando madrugadas, adivinando silencios, colgados en la enredadera de la noche, bailando con las voces de la infancia. Se reencuentran hijos, nietos y biznietos llegados desde Valencia, Barcelona, Francia… y de aquí, de Extremadura, de Almendralejo y Guareña. Casi 100 personas se juntaron. Se reencuentran 86 años después de que la guerra incivil separase a los cinco hermanos Paredes.

Pedro Paredes Muñoz, Juan Paredes Muñoz, Silverio Tejón Luna, Luis Paredes Mateos,  Leocadio Moya, Bibiano Trejo y Manuel Paredes Muñoz. Foto: Cedida
Pedro Paredes Muñoz, Juan Paredes Muñoz, Silverio Tejón Luna, Luis Paredes Mateos, Leocadio Moya, Bibiano Trejo y Manuel Paredes Muñoz. Foto: Cedida

Uno de los artífices, tal vez el principal, ha sido uno de los nietos, Alejandro Solís Paredes. Muchos se vieron por primera vez. Desde el más joven, unos 3 meses, hasta gente con casi 90 años. Faltaron algunos, entre ellas Cipriana Carrillo, hija de Plácido Carrillo ‘Machaco’, el de tejar; con 92 años, que el día de Navidad cumplirá 93. Dicen que habrá más reuniones, más encuentros y que volverán para comerse el tiempo, como si no hubiera un mañana.

Imagen de 1928 de Plácido Carrillo 'Machaco' (en la parte superior derecha) y su familia. Foto: Cedida
Imagen de 1928 de Plácido Carrillo ‘Machaco’ (en la parte superior derecha) y su familia. Foto: Cedida

En la Sala Arte Joven exposición ‘Salvaje’, del escultor Juan Gamino; aunque no pude ir a la inauguración me acerqué a verla con mi amigo Agustín, el cuponero, que no me dio nunca un premio, pero me dio su amistad y compró mis libros, y ahora lucha valientemente contra la enfermedad, pero seguro que saldrá vencedor, sin duda. Estará la exposición hasta el 5 de octubre. Acérquense, y disfruten.

Plácido Ramírez, Agustín Verdasco y Patricio Espejo, en la Sala Arte Joven. Foto: Cedida
Plácido Ramírez, Agustín Verdasco y Patricio Espejo, en la Sala Arte Joven. Foto: Cedida

Y la fiesta de Almossasa, recién celebrada, con su debate, murgas sí o no. Unos que cada fiesta tiene lo suyo, el carnaval en febrero (tampoco en verano), aunque es verdad que al principio las murgas y comparsas colaboraron en la fiesta.

Háganse las cosas con jeito. Al menos, no con tanta zarrapastrosería, como hacen muchos.

El otoño extremeño recién estrenado nos saluda y las guitarras y los violines acarician la orfandad de los nombres, en esta ciudad que abraza fronteras y anhela promesas. Y también, con algo de postureo. No existe un mundo de color y luz, como nos prometen.

¡Llena otra vez, Josué, que nos vamos!

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