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Los pequeños deseos. Grada 172. Félix Pinero

Los pequeños deseos. Grada 172. Félix Pinero
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Preguntémonos qué es un pequeño deseo. No es, ni fuere, viajar por el cielo, a la Luna u otros planetas, ni tampoco el regalo soñado de Reyes Magos. Para los niños, un pequeño deseo es recibir el cariño de sus padres, u otros progenitores, si no los hubieren; es un beso no solicitado, que le ofrece seguridad, cariño, protección, amparo. Es, siendo pequeño, sentirse el más grande del mundo porque sus padres le aman; están detrás de él; y siempre tendrán cobijo en el hogar que les acoge. Cumplir el deseo de un niño es su mejor medicina.

Llora un niño porque tiene sueño o hambre; o porque no está limpio y nadie le cuida. Y cuando subvenimos esas pequeñas necesidades, hemos cumplido su pequeño deseo. Y el niño es feliz. Sueñan los niños con los Reyes y cumplir su pequeño deseo les hace felices. No es suyo solo el pequeño deseo. Motivado, animado, lo comparte con sus hermanos, con sus padres, que juegan con ellos… Han logrado su pequeño deseo.

Hay otros niños, empero, enfermos graves que necesitan cumplir su pequeño deseo; que esperan la ayuda ajena, la solidaridad comprometida, que les dé apoyo anímicamente durante su enfermedad para sobrellevarla mejor. No basta con la humanidad de médicos y enfermeras que les atienden, en ausencia obligada de sus padres, y les dan los remedios que necesitan, su propio cariño de padres o madres. Enfermos, también es medicina ineludible ver a sus padres cada día, sentir las caricias de sus manos, cruzar sus miradas con la suyas, el amor y la protección de quien más lo necesita, un pequeño deseo.

La solidaridad humana ha entendido esas necesidades, esos pequeños deseos, de niños y mayores. Fluye esa solidaridad entre algodones de organizaciones no gubernamentales: visita a los enfermos, a quienes viven solos, a los necesitados de ayuda… Son organizaciones sin ánimo de lucro, apolíticas y aconfesionales, de interés social reconocido oficialmente. Están en la sombra, aunque no tienen secretos; son transparentes como el agua cristalina; desprenden optimismo y entusiasmo; rinden cuentas por la pluralidad de su financiación; todo por hacer realidad pequeños deseos, que apenas cuestan, pero que son muy grandes para los niños.

Hay en España una fundación llamada Pequeño Deseo. Su misión es hacer realidad los deseos de los niños con enfermedades graves, apoyarles durante su tratamiento, hacer más llevadera su enfermedad… Nos apuntamos a grandes causas con carreras por las calles de la ciudad; rifas, mesas en la calle para recibir donativos… pero ¡ay!, nos olvidamos tantas veces de los pequeños deseos de los niños.

Oímos decir que un nieto les cambia la vida a los abuelos. No son los mismos. Sin perder el amor por sus hijos, ahora son los nietos los preferidos. Su primera descendencia. La vida transmitida, pequeña, vulnerable, que solo necesita cumplir sus pequeños deseos; más aún los enfermos, que esperan su sonrisa, el alivio de sus males, la gran paz de su hogar, solo por un pequeño deseo. Cómo negárselo a un niño necesitado si nunca se lo negaríamos a uno normal: un pequeño deseo, tan solo y tan grande.

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