La unidad de convivencia del centro residencial Cervantes de Cáceres ha dado un relevante paso adelante en la promoción de la autonomía de sus residentes al permitir que, atendiendo a la petición de un grupo de ellos, mayoritariamente mujeres, puedan elaborar su propio menú semanal.
Esta iniciativa surge como respuesta a la necesidad expresada por estas personas de mantener vínculos con las rutinas de la cocina, una actividad que llevaban a cabo durante buena parte de su vida y que consideran fundamental para su bienestar emocional y social.
La creación de esta unidad de convivencia se enmarca dentro del modelo de atención centrada en la persona, promovido por el Servicio Extremeño de Promoción de la Autonomía y Atención a la Dependencia (SEPAD), que está transformando el sistema de cuidados en la región. Este modelo persigue alejarse de la asistencia uniforme para adaptar la vida en la residencia al proyecto vital y a las preferencias de cada usuario, promoviendo así entornos más hogareños y participativos.
El centro residencial Cervantes, dotado de cocina-comedor y salón, resulta un lugar en el que los residentes pueden realizar tareas cotidianas y compartir recetas tradicionales, como el gazpacho de poleo, en un ambiente de colaboración y aprendizaje intergeneracional.
La directora del centro, Ana Rasero, destaca que este cambio responde tanto a la evolución de la normativa autonómica, que impulsa la creación de unidades de convivencia en las residencias, como a la creciente demanda por parte de las personas mayores de tener un papel más activo en la gestión de su día a día.
La experiencia del menú semanal ha resultado especialmente enriquecedora para quienes llevan años cocinando y encuentran ahora la oportunidad de recuperar tradiciones, compartir conocimientos y mantener su independencia y sentido de pertenencia.
El modelo de unidades de convivencia se consolida como una alternativa a la residencia tradicional. Facilita la agrupación de personas con afinidades, fomenta el apoyo mutuo y permite personalizar los apoyos según las necesidades concretas de los usuarios, destacando el valor terapéutico de las actividades domésticas y del entorno familiar en la calidad de vida de los mayores.