Aún me acuerdo cuando mi sobrina, con 9 años, insinuó que yo era rico porque tenía mucho dinero. Le expliqué con una sonrisa que rico no es el que más tiene, sino el que menos paga. Estos días me he vuelto a acordar de esas palabras. Y es que da la impresión que las personas con déficit en la visión vivimos en el lujo porque somos los que más pagamos.
Normalmente, cuando hablamos del lujo lo vinculamos a un estilo de consumo que implica que los servicios y bienes que adquirimos han de tener precios altos por encima de lo estrictamente necesario. Pero no estoy hablando de vivir con una fortuna en el banco, poseer objetos de valor y cenar en restaurantes todas las noches. Estoy hablando del lujo de tener que costearse un producto que supera los ingresos de la persona. Esto se entiende con la lupa televisión que en una pantalla puede magnificar el texto de un libro y a las personas con baja visión les permite distinguirlo. Pues bien, como el precio de estas ayudas ópticas suele rondar los miles de euros y las pensiones unos cientos de euros, podemos asegurar que a las personas jubiladas leer les será un lujo.
Otra forma de pensar en opulencia y lujo es por los elevados impuestos que se aplican a los productos elaborados con metales y piedras preciosas. Y esto es lo que sucede con las ayudas fabricadas para la visión que se les aplica un impuesto mucho más alto. Sin embargo no están elaborados con materiales preciosos, todo lo contrario puro plástico. En este sentido parece ser que las personas con baja visión se dan el ‘lujo’ de comprarse productos de los cuales son cautivos para la vida diaria, como son las gafas o lentillas, los filtros solares para evitar que la luz les haga daño, las lupas que les permiten distinguir los dígitos de los electrodomésticos o las diminutas letras de las etiquetas y un largo etcétera.
El lujo y la ostentación van de la mano de los excesos con las compras de marcas de alta gama. Sin embargo, si las personas con baja visión desean usar y disfrutar de la tecnología están obligados a comprarla con pantallas grandes y con más prestaciones, como los lectores de pantalla que permiten desplazarse por voz entre las opciones. Es como si se permitieran, por pura satisfacción, hacer algo que excede los límites de lo normal o de lo debido.
Está claro que las personas con cualquier tipo de déficit visual se dan el lujo de comprarse productos ópticos. Pagan más impuestos por los productos que compran, con precios excesivamente altos y por supuesto, son los únicos que no están subvencionados. Como si fueran amantes del lujo.
Sinónimos: ostentación, exceso, riqueza, opulencia, pompa, abundancia, suntuosidad, grandiosidad. Antónimos: sencillez, escasez, pobreza.