El músico folk Manu Sequera ha lanzado su segundo álbum, ‘Mestranzo’, ya disponible en las principales plataformas digitales y acompañado por una original propuesta de maridaje con vinos de Bodegas La Corte. Este trabajo, que llega 13 años después de ‘Almoradú’, su primer disco, constituye un homenaje artesanal a la cultura popular y a las músicas olvidadas de la península ibérica.
El disco toma su nombre de una planta silvestre aromática, el mestranzo, presente en muchos rincones de la península y conocida por sus propiedades calmantes y curativas. Siguiendo el simbolismo de esta hierba, el álbum ha sido concebido y producido “a fuego lento”, según describe el cantante, tratando cada canción con especial detenimiento y cariño, como si se tratara de piezas vivas extraídas de la memoria colectiva.
‘Mestranzo’ recopila y reinterpreta melodías tradicionales recogidas en diferentes regiones de la península. En el repertorio figuran cantos a la Cruz de Mayo de Almonaster la Real (Huelva), coplas y jotas extremeñas como ‘El Pichón’ y ‘Los Caleranos’, rogativas de agua como la de la Virgen de Bótoa en Badajoz, melodías murcianas de ‘Los Mayos’, cantos tradicionales cántabros como ‘Agua de limón’, canciones ligadas a la trashumancia en la Vía de la Plata y también composiciones propias que dialogan con la tradición.
La selección incluye géneros variados como nanas, rondeñas, cantos pastoriles, coplas a lo ligero o rogativas, trabajando a partir de investigaciones y cancioneros de musicólogos e investigadores como Bonifacio Gil, Alan Lomax y Manuel García Matos. Las piezas tienen un tratamiento contemporáneo y místico, sin perder el respeto por su raíz.
Para la grabación, Manu Sequera ha contado con la colaboración de artistas como Pedro Pérez (voz y flauta), Iván Mellén (percusión), Mayra Pérez (voz y percusión), Sofía Canals (violín), Carmen Miranda (contrabajo), Diego Salamanca (guitarra), Pedro Gómez (bouzouki, bajo, zanfona y salterio) y Pedro Contreras (piano, producción y propietario del estudio en Murcia donde se grabó el disco). La mezcla ha estado a cargo de Eldana Estudios, y el máster de Suso Ramallo.
El apartado visual ha sido creado por el ilustrador Raúl Guridi, quien ha dado forma gráfica a las emociones y atmósferas del disco. La comunicación está gestionada por Patricia Melero.
Como complemento al lanzamiento, y enlazando con la metáfora de lo artesanal, Manu Sequera ha contado con la colaboración de la bodega extremeña Bodegas La Corte para crear dos vinos: Mestranzo tinto (uva tempranillo) y Mestranzo blanco (uva pardina), una experiencia sensorial para degustar mientras se escucha el álbum.
‘Mestranzo’ es una propuesta que invita a recorrer los paisajes sonoros y culturales de la España rural, con canciones que evocan tiempos pasados y rincones de la vida cotidiana, y que buscan avivar la memoria y la emoción de andar “descalzos por dentro”, como expresa el propio autor.
Con motivo de esta publicación hemos hablado con Manu Sequera

¿Cuándo y cómo comenzaste tu relación con la música tradicional ibérica?
Mi infancia ha estado rodeada de música; mis tías, abuelas, madre y primas han cantado siempre. Crecí rodeado de almireces, morteros y cantares en las cocinas de Villar del Rey, mi pueblo.
¿Qué papel ha jugado tu tierra natal, Extremadura, en tu desarrollo como músico folk?
Extremadura y su rico patrimonio cultural me han servido de inspiración para muchos de los temas de mi repertorio. La investigación y la recopilación son fundamentales para inspirarme desde las fuentes escritas y grabadas como Alan Lomax, García Matos, Bonifacio Gil o Angelita Capdevielle.
¿Cómo recuerdas el proceso creativo de tu primer disco, ‘Almoradú’, y en qué ha cambiado tu enfoque en ‘Mestranzo’?
‘Almoradú’ fue un proyecto becado por el desaparecido Gabinete de Iniciativa Joven de la Junta de Extremadura, y a pesar de que había pertenecido a otros grupos folk como ‘Algaraba’ o ‘Zarandango’ era la primera vez que me enfrentaba a crear y decidir los arreglos musicales de mi primer disco en solitario. Ahora, con una trayectoria más dilatada, he sabido reposar lo aprendido en el anterior disco y en los escenarios para crear un universo sensorial como ‘Mestranzo’.
¿En qué momento surgió la idea de dedicar un disco completo a las músicas olvidadas de la tradición oral ibérica?
Para mí es importante que cada cantar me evoque algo, alguien, un sentido, un olor, un sabor. Es por eso que quería rescatar y reversionar cantares menos conocidos del extenso legado inmaterial musical de nuestra querida Iberia.
¿Cuál es el significado personal del mestranzo, la planta que da nombre al disco, en tu vida y tu creación artística?
Me he criado cerca del río Zapatón y en las riberas de Sansustre o el pez de arena donde crecía esta planta que me vincula emocionalmente a la niñez y al pueblo.
¿Qué criterios seguiste a la hora de seleccionar las canciones populares y los géneros incluidos en el álbum?
Todos los temas tienen una vinculación especial emocional o sensorial con mis vivencias. Por ejemplo el ‘Agua de limón’ me traslada a festivales folk en el norte de España. ‘La Cruz de Almonaster’ me transporta a la sierra de Huelva y sus mozas ataviadas con mantones de colores vivos. ‘A la tu ventana’ me lleva al Peropalo. ‘Los Mayos’ me lleva a la primera vez que fui a Murcia y viví ese canto con las cuadrillas de allí, otra tierra que me ha acogido.
¿Qué historias o recuerdos personales te evocan algunos de los cantos recogidos en ‘Mestranzo’, como la rogativa de agua de la Virgen de Bótoa o los cantos de la trashumancia?
Bótoa con la tortilla y mi familia. La trashumancia me lleva a mi época de trabajo como veterinario rural por los campos y esas conversaciones con las gentes del campo.
¿Cómo dialogan tus composiciones propias con las canciones tradicionales presentes en el disco?
Es curioso cómo mucha gente que ha escuchado el disco no ha sabido decir cuáles eran tradicionales y cuáles contemporáneas. Para mí eso es un halago. Las composiciones propias son ‘Virgen de la Salud’, creada durante el confinamiento de la pandemia del Covid19, y ‘Viva niña’, basada en las coplas del pandero de Arroyo de la luz.
¿Hay alguna pieza del álbum especial para ti por su carga emocional o simbólica?
La última canción es muy importante. Dos voces desnudas a capela. Mi marido y yo cantando. La letra y su final. “Dios quiera que los tus hijos llamen a mi madre abuela”.
¿Cómo fue la experiencia de grabar el disco en el estudio de Pedro Contreras y qué buscabas transmitir con la producción?
Me gustan los detalles en la producción. A Pedro lo conocía porque había colaborado conmigo como pianista en algún concierto. De ahí surgió la idea de grabar ‘Mestranzo’ en su estudio, todo fue muy fácil.
¿Por qué decidiste confiar la parte visual a Raúl Guridi y cómo fue el intercambio entre música e ilustración?
Trabajar con Guridi fue muy fácil. Desde el principio supo trazar la idea de las canciones, de la música, de lo que me gustaría evocar con las melodías, los ritmos, las armonías. Las atmósferas creadas has sido dibujadas y eso es muy bonito.
La publicación de ‘Mestranzo’ viene acompañada de vinos especialmente creados para la ocasión. ¿Cómo surgió esta idea y qué buscas expresar a través de esta fusión de música y enología?
Como veterinario y técnico de exportación trabajé un tiempo en una bodega extremeña, ‘Bodegas La Corte’, de Corte de Peleas. Sigo en relación con ellos y me gustaba la idea de hacer un merchandising diferente a la típica camiseta que vendes en los conciertos. Para mí el folk sabe a vino, huele a tierra y se siente como la tortilla de patatas de mi abuela Vicenta, hecha con amor y tiempo.

¿Qué sientes al describir tu disco como un “canasto de sones” lleno de aromas, paisajes y recuerdos? ¿Qué sensaciones te gustaría despertar en el oyente?
Me gusta crear atmósferas diferentes que puedan transportar al oyente o al escuchante a sitios conocidos o no. Llevarlos a la sierra de Huelva a entonar los cantos de la Cruz de mayo. Acercarlos a la puerta de la ermita en Virgen de la Salud o incluso de ronda por las calles del pueblo en ‘A la tu ventana’.
¿Cómo ves el futuro de la música de raíz ibérica, y qué papel crees que pueden jugar propuestas como la tuya en su difusión y revalorización?
Creo que el folk está viviendo un momento dulce; aunque soy extremeño y he tocado en los festivales más importantes de España, como Folk Plasencia, Folk Segovia, Folk Canarias o Murcia Folk Fest, entre otros, toco más fuera de la región que dentro. Me gustaría ser un poco más profeta en mi propia tierra, para poder así compartir esa música artesana más olvidada. Me gusta crear música con sello propio, más allá de modas, etiquetas o tendencias, que como la tormenta, viene, descarga y se va. Me gusta que la música habite, brote y permanezca, como un buen aroma, como un buen vino, que mejora con los años.