Guillermo Serrano nace en Madrid el 1 de enero de 1989. Al mes de nacer su familia se traslada a Badajoz, donde vivirá los primeros 20 años de su vida.
Hijo de madre actriz y padre gestor cultural, crece rodeado de cine, literatura y música. Tiene además la suerte de asistir, en la primera década de los 2000, a una interesantísima explosión musical underground en su ciudad, y recibe una enorme influencia de bandas eternas como ‘Darksound’.
Junto a su hermano Bruno termina de consolidar su personalidad, creando un par de bandas de rock metal pacense. Será en Madrid donde armará su proyecto más ambicioso, con tres discos publicados, también junto a su hermano: ‘Rojo Cardinal’

¿En qué momento decides partir, y por qué razón?
En el caso de ‘Los hermanos Muñoz del Indie Rock’ cogemos el petate destino a Madrid en el año 2010, por una conjunción de oportunidades profesionales, arraigo familiar ya que parte de la familia es madrileña, y por asentar el cuartel general cerca de ‘la factoría de los sueños’.
¿Cómo te acoge Madrid? ¿Se asemeja a lo soñado antes de partir?
Madrid es un lugar ambiguo: audaz, jaranero y curioso, como decía la Pardo Bazán. En mi caso, entré atacando los dos costados más duros a nivel laboral, tratar de hacer carrera como actor y encontrar un lugar en la música. Por el camino han aparecido muchos noes, muchas preguntas que se parecen a “¿Valgo para esto?”… pero también me han regalado amor, amigos, familia y felicidad.
Cuando te llaman de Extremadura para tocar, ¿Te alegra el corazón o te da rabia, rollo ‘A buenas horas mangas verdes’?
Tener la oportunidad de volver a Extremadura para trabajar, para enseñar el resultado artístico fruto de nuestro periplo vital, es un regalo. Nuestros vínculos familiares y nuestra conexión con la región se han ido desplazando conforme han pasado los años, y no se me ocurre mejor manera de regresar que para actuar.
¿Hay comunidad de músicos extremeños en Madrid, o estáis muy dispersos cada uno con su historia?
La sensación en Madrid es más de jungla, más desgajada y más ‘artificialmente inteligente’. Tengo el recuerdo vivo de los tiempos de ‘Darksound’ o de ‘Cárnica Sound’; y de la Venta Remaite, en la que llamábamos a una puerta del local de al lado y en diez minutos teníamos fecha en el Mercantil para tocar. Era como ir a pedirle sal o media docena de huevos al vecino.
¿Sentís orgullo cuando se utiliza para nombraros aquello de ‘embajador extremeño’?
Mi mujer siempre dice que no ha visto tanto talento por metro cuadrado como en Extremadura. Pegas una patada a una piedra y te sale un poeta, un pintor, un músico o un actor. Nos encanta que alguien piense lo que piensa mi mujer al vernos.
¿Se nota Extremadura en tu obra de alguna manera?
Extremadura nos ha formado el carácter, el humor y la voluntad. No seríamos las mismas personas, ni los mismos artistas, sin esa etapa.
¿Qué consejo le darías, ahora con experiencia y perspectiva, a quien quiera emprender tu misma aventura?
Que no evalúe el resultado de su obra artística en función de los éxitos o los fracasos cosechados. Hay que juzgar lo que está en nuestra mano obrar, y el éxito o el reconocimiento no lo están.
Dime algo malo y algo bueno de Extremadura, y algo malo y algo bueno de Madrid.
Lo mejor de Badajoz son sus desayunos; lo malo es su enfoque como ciudad rica a nivel comercial y el descuido del tejido cultural. Lo mejor de Madrid es que siempre están llenos los teatros; lo peor es el precio de la vivienda.
¿Qué nos vamos a encontrar en Guillermo Serrano, o en ‘Rojo Cardinal’, como artista?
El arte es y será, como diría Pedro Wichard, ‘optimismo irresponsable’.