Para mi amigo José Moreno, que ama profundamente la Humanidad y la Naturaleza
La tarde anda crecida en soledad, arde la tarde en los alrededores. Satén sutil de lo desvanecido la callada respuesta de los cielos frente al árbol que escucha.
Te has dejado llevar por la mirada, alta y navegadora, prendida de una luz de eternidad como la piedra cuando corta el agua en su claro rumor inapresable. Terso es el interior si se mantiene vivo.
La memoria en el gesto devuelve lucidez a lo olvidado.
Un fragmento del mundo, en la verdad del aire y del silencio, observando tu paso y tu extrañeza.
Como si comenzaras de nuevo a caminar te escoltan los ramones de luz frente a la sombra, te cobijan, prenden la nota aguda que vibra en el prodigio que han dejado las lluvias otoñales. Lo blanco de las nubes, el olor de la hierba, lo que se vuelve extraño en un instante desde esta libertad sin horizontes, con música de ramas dobladas sobre el tiempo del misterio.
Una energía estabilizadora, más allá de la piel con su temblor desnudo, juega tensando notas en las ramas, tan limpias y habitables. Rubrican un perfil de incertidumbre, ajenas al olvido o la cordura: sueñan entre silencios.
Abrir el interior frente al paisaje es como el libro de la naturaleza que se hojea para que el tiempo viva, para que vibre el tiempo, como un prólogo abierto a páginas, cada día renovado.
Un espejo de lirio nos devuelve frescura tras la voz discontinua con corazón de bosque bañado de oro sabio.
Yo te contemplo olivo.
Tanto aroma de vida vierte sobre el silencio el mar ungido que acaricia las lentas soledades. Tú, que alimentas la lámpara en la noche callada del insomnio para que me acompañen las palabras.
Cómo no amarte, árbol de mi niñez y de mi tarde.
Desde el cimbreo observas cómo paso y te escucho ya que converso con lo natural pues soy naturaleza.
En tu sombra florecen las miradas. Y en ese verdiplata de los vientos se alimentan los pájaros y respira la vida.
Cómo no amarte olivo.
Hoy te digo que aguardo renacer en tu copa de paz cuando me vaya y me haga verso entero para ser lumbre y río, desde tu aceite puro y consagrado.
Efi Cubero