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Perfección, mujer y empresa. Grada 176. Cristina Alonso

Perfección, mujer y empresa. Grada 176. Cristina Alonso
Foto: Cedida
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A veces todo es más difícil si eres mujer. Pertenezco a una generación que tuvo el privilegio de poder recibir educación reglada, incluso universitaria, pero a la que se le siguió exigiendo ser un ama de casa perfecta, una madre perfecta, una compañera de viaje perfecta, una perfecta tía, hermana, sobrina, hija… Y fuimos cediendo.

A veces nos imagino como malabaristas de platos chinos, intentando que no se caiga ninguno al tiempo que los mantenemos en continuo movimiento. Responsables de todo. Y es en este punto, intentando alcanzar la perfección en todas las áreas de la vida, donde, inevitablemente, al igual que los platos, muchas veces nos rompemos. La perfección así entendida no existe, no es alcanzable y no es sano aspirar a ella.

Tengo la enorme satisfacción de tener unas estupendas amigas. Mujeres inteligentes, audaces, combativas, fuertes, tremendamente listas, empáticas y sensibles. Varias de ellas son pymesarias. A veces las veo caminar por terrenos pedregosos, con sus tacones, sorteando todos los obstáculos, manteniendo (o intentando mantener) ese equilibrio. Pero, a veces, también veo sus lágrimas de impotencia ante situaciones tremendamente injustas en favor de varones.

Emprender y ser pymesaria en un mundo dominado por varones no siempre es tarea fácil. Si permaneces controlada, escondida y no intentando ‘abarcar demasiado’, puede que hasta se tolere tu existencia. Pero si destacas, eres peleona, tienes ambición y quieres tomar lo que te pertenece (como hacen muchos varones) surgen los conflictos. Hay varones que no están dispuestos a ceder ni un centímetro de su reino sin presentar batalla. Y esa batalla dista mucho de ser honorable en algunos casos y pasa a ser una guerra sucia. En esta guerra, el recurso fácil consiste en juzgar profesionalmente a las mujeres por su vida personal, por ejemplo. Descalificarlas por motivos ajenos a la empresa. Siendo entonces cuando nos vemos expuestas a comentarios y comparaciones que ningún varón sufre.

He de decir también que ya hay muchos varones conscientes, que aprecian nuestra perfección imperfecta, que se intentan poner nuestros zapatos y no se explican cómo lo hacemos. Varones que saben que estas imperfecciones nos hacen únicas y especiales, como a todas las personas.

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