La multinacional estadounidense Equifax, una de las empresas líderes en el mercado de la información crediticia, ha despedido al menos a 24 trabajadores por un mismo motivo. ¿Cuál? El de mantener, de forma paralela a su empleo de jornada completa, otros trabajos, también a tiempo pleno.
El teletrabajo tiene estas cosas. Estás en casa, te organizas, ganas tiempo y no sabes qué hacer con el que te sobra. Qué mejor que aprovecharlo con otro empleo. Al fin y al cabo, lo más probable es que en el segundo también sea posible organizarse bien y, de este modo, encajar las dos agendas. Algún artista ha logrado, incluso, compaginar tres empleos de jornada completa. Capacidad de organización no le falta, desde luego.
Dice la multinacional que, con el despido, ha ahorrado algo más de tres millones de dólares. En mi opinión, se equivocan. Más les hubiera merecido la pena doblarles el sueldo y ponerles a organizar las agendas de sus 12.700 compañeros. Seguro que así el ahorro era infinitamente superior.
Da que pensar el hecho de que profesionales cualificados (de las áreas de ciberseguridad y recursos humanos) puedan compaginar dos trabajos a tiempo pleno. ¿No tenían suficiente carga de trabajo? ¿Eran eficientes en extremo? ¿O quizás sus respectivos roles no exigían una dedicación permanente, sino intermitente? La organización de un puesto de trabajo basada en evaluaciones de desempeño y de resultados aporta flexibilidad, y debe permitir identificar la carga de trabajo real que soporta un trabajador. A la vista está que, en este caso, no se midió de forma adecuada este indicador. Porque, en realidad, ninguno de los trabajadores fue despedido por bajo rendimiento. ¿Qué ocurrió, entonces?
Equifax se dedica, entre otras cosas, a analizar la capacidad de riesgo de personas y empresas en todo el mundo. En Estados Unidos, en particular, utilizar un software propio, ‘The Work Number’, para analizar los datos de empleo y pagos semanales de más de 105 millones de trabajadores. Un simple análisis doméstico bastó para comprobar que varios miembros de su equipo recibían pagos de varios empleadores. Sería discutible (desconozco la legislación estadounidense) la legitimidad del uso de esta herramienta, pero no más que la moralidad de la compaginación secreta de empleos por parte de los empleados.
El teletrabajo, de nuevo, va a cambiar muchas cosas. ¿Es necesaria una jornada completa de trabajo para generar resultados válidos para un empleador? ¿Es sano mantener dos empleos ‘fulltime’? Por otro lado, ¿por qué necesitan profesionales en apariencia bien situados recurrir a un segundo empleo? Son preguntas complejas que, afortunadamente, resultan lejanas para nosotros. Cualquiera sabe que, en nuestro país, nadie tendría dos nóminas a tiempo pleno. No, aquí el segundo trabajo lo cobraríamos en negro.