Si nos fijamos atentamente en los ascensores catalogados con Accesibilidad Universal, podemos observar que en el interior hay personas que inclinan hacia delante la parte superior de su cuerpo hacia la botonera. Esto es, realizan una reverencia dirigida hacia la botonera.
Pero no es a modo de saludo respetuoso mostrando una gran consideración, sino más bien porque no es tan… “universal”.
Las normas tratan con cierta indiferencia el modo de acceso de las personas con baja visión, que podríamos considerar habituales y necesarias para una vida normal. Esto supone que no se tienen en cuenta sus necesidades técnicas de acceso al entorno agravando las dificultades funcionales de sus actividades repercutiendo en el desenvolvimiento habitual de la persona.
El caso es que al recopilar normas donde están recogidos los requisitos de accesibilidad que se han de aplicar, es frecuente que no se tengan en cuenta factores como el tamaño del texto ni su contraste para personas cuya visión esté mermada. Y esto se encuentra en los requisitos que reúne un ascensor accesible recogidos en la norma UNE-EN 81-70:2018 relativa a la «Accesibilidad a los ascensores de personas, incluyendo personas con discapacidad».
Un ascensor accesible dispone de las adaptaciones necesarias para poder ser utilizado por personas con cualquier tipo de discapacidad. Las características para tener en cuenta son el acceso, las dimensiones, los elementos de control y la señalización sonora y visual.
En el anexo B de la norma se encuentran los requisitos de los dispositivos de control en la cabina para mejorar el uso y la accesibilidad de un ascensor accesible. Las especificaciones indican que los botones y dispositivos de control tendrán un diámetro mínimo de 3 cm, dispondrán de caracteres en Braille, contrastados cromáticamente y tendrán caracteres en alto relieve. La altura mínima del relieve será de 0,8 milímetros. Los botones estarán a una altura comprendida entre 90 y 110 centímetros, de tal forma que queden al alcance de personas en silla de ruedas. Y sin embargo, no hace ninguna referencia al tamaño mínimo de los números, ni del contraste del color entre estos y el botón, que indican la planta para que los números puedan ser reconocidos por cualquier personas con déficit visual.
Se entiende que no hay una pretensión de despreciar conscientemente, sino que forma parte de la falta de cultura o de información sobre los diferentes problemas visuales. Mientras tanto las personas con déficit visual y que por sí mismas quieran seleccionar dónde ir, han de hacer reverencia en los ascensores.
Matías Sánchez.