Conjugar los sentimientos religiosos con un patrimonio privilegiado como el de Extremadura permite disfrutar la Semana Santa en enclaves declarados Patrimonio de la Humanidad, como Cáceres o Mérida, localidad esta última donde además se celebra un sobrecogedor Via crucis entre edificaciones contemporáneas de la propia época de Jesucristo.
También merecen una visita las procesiones que se celebran en Badajoz o en Jerez de los Caballeros, y una experiencia diferente es la Pasión viviente de Oliva de la Frontera, la representación de la Pasión de Cristo desde la entrada triunfal en Jerusalén hasta su crucifixión y muerte.

Pero en Semana Santa no todo son procesiones. Los Empalaos de Valverde de la Vera, la romería de Piedraescrita de Campanario, el Chíviri en Trujillo, la Carrerita de Villanueva de la Serena o las Carreras de Arroyo de la Luz son otras manifestaciones religiosas tan peculiares como interesantes por su mezcla de fervor religioso, imaginería y tradición.