‘Papel higiénico y fuet’. Así titulaba Isabel León (Cáceres, 1974) el primero de los 63 clips colgados diariamente junto al músico y conviviente Llorch Talavera entre el 14 de marzo y el 17 de mayo de 2020. Una serie de videoacciones que continúan con el trabajo virtual desarrollado por la artista durante los últimos años, bajo las premisas de inmediatez, espontaneidad y absurdo, con una duración máxima de un minuto.
Así, si el mes pasado hablábamos sobre el papel del creador contemporáneo como testigo de su tiempo y la responsabilidad que deben tener las instituciones culturales favoreciendo este hecho, Isabel León cumple a la perfección con su parte del contrato en esta serie denominada ‘Cuarentena’.
Sin perder un ápice de su esencia, Isabel recopila en cada una de estas video intervenciones ítems característicos de los días de confinamiento, para erigir en torno a ellos una acción artística hilarante, de tintes Dada y Fluxus, en su gusto por el humor y lo imprevisto, sin obviar la ironía, elevada en ocasiones a sarcasmo. Acciones en las que León nos ofrece esa “nueva manera de ver y pensar sobre lo que está a nuestro alrededor” a la que aludía Lucy Lippard y que tanto necesitamos en estos tiempos de pensamiento dirigido.
Una línea de trabajo que surge ya en 2016, de la necesidad de crear más allá del directo en festivales y eventos artísticos, con el fin de universalizar el acceso a su obra, además de profundizar en la acción directa y economía de medios que actualmente caracterizan su arte.
De esta manera podríamos destacar dos elementos presentes en ‘Cuarentena’ como catalizadores de gran parte de su trabajo y que adquieren especial relevancia en este último. Por un lado, el protagonismo del objeto cotidiano que sirve de nexo con el espectador al generar un espacio común, un punto de encuentro reconocible que le transporte a un escenario familiar, donde Isabel pueda conectar con él fácilmente. Por otro, la incorporación del sujeto, de la réplica, del trabajo colaborativo, presente en muchas de sus acciones y que Isabel convierte en indispensable para completar el hecho artístico.
Y aunque, curiosamente, sus primeras series de minivídeos no requerían la intervención de un segundo agente (‘Tal día como hoy’ o ‘Día Internacional)’ en 2017 incorpora la necesidad de interactuar con el otro, ya sea virtual o físicamente, en trabajos como ‘Dos palabras’, ‘Toma y daca’ o la reciente ‘Cuarentena’. Una variable que aparece y desaparece en su trayectoria, pero que se distingue igualmente como germen de otras de sus facetas, más propias de la gestión cultural o curatoriales, mediante proyectos colectivos como ‘Exchange Live Art’, del que hemos podido disfrutar en varias ocasiones en el Museo Vostell Malpartida, tras su paso por otras ciudades españolas, del norte de Europa e incluso del vecino Marruecos.
Por tanto, desde estas líneas os invitamos a que os dejéis llevar por este magnífico ejercicio artístico que se eleva de entre las muchas, si no demasiadas, iniciativas artísticas llevadas a cabo durante el pasado confinamiento, como una de las pocas actividades capaz de cargar con el peso de su título sin defraudar al espectador.
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