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Tecnología cotidiana en guerra. Grada 165. Juan Zamoro

Tecnología cotidiana en guerra. Grada 165. Juan Zamoro
Panorámica de Kiev. Foto: Unsplash. Robert Anasch
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Ante todo, lo urgente, un listado vivo de desarrolladores ucranianos que buscan oportunidades profesionales ante la dramática situación de su país. Algunos se ofrecen para trabajar en remoto, otros disponen de visas… Todos necesitan ayuda. Quizás alguno de nosotros pueda prestársela.

Ese es solo un ejemplo de cómo la tecnología cotidiana interviene en un conflicto bélico. Parece ser que la primera señal pública de la invasión ordenada por Putin apareció en Google Maps; su capa de tráfico mostró movimientos inusuales en la frontera ruso-ucraniana en la madrugada del 24 de febrero, horas antes de que ningún comunicado oficial anunciase la agresión.

Ese mismo día el colectivo Anonymous se declaró en ‘ciber-guerra’ contra el invasor y comenzó a atacar medios de comunicación y sitios web oficiales rusos.

Apple y Google han deshabilitado las capas de tráfico en sus respectivos mapas para evitar que la información de aglomeraciones pueda facilitar la elección de lugares a bombardear.

Apple también ha sacado de su tienda las apps de ‘fake-news’ rusas Sputnik y RT. Y YouTube ha bloqueado los canales de dichas empresas en su plataforma en Europa. Algo que también hizo Meta en sus compañías (Facebook, WhatsApp e Instagram). Asimismo, Twitter ha bloqueado a los citados medios y, además, ha pausado su publicidad en los dos países en conflicto.

Starlink, la empresa de Elon Musk suministradora de conexión a internet vía satélite, activó de urgencia su servicio sobre Ucrania y remitió al país los dispositivos necesarios para conectarse a su red.

En el bando invasor la actividad también es frenética. Por un lado, se suceden los ataques a medios y redes occidentales. En España, el Gobierno recomienda apagar equipos de las Administraciones para reducir el riesgo de caer en manos de piratas pro-Putin.

Por otra parte, desde Rusia recurren al uso de criptomonedas para intentar paliar los efectos de las sanciones impuestas por occidente. En paralelo, mantienen su actividad de desinformación y fomento de las noticias falsas.

La guerra, con su horror y su drama, está siendo retransmitida en directo desde primerísimas posiciones por parte de sus protagonistas inmediatos, civiles y militares. Abundan los vídeos de bombardeos, de actos heroicos, de caídos en combate. Como en cualquier tragedia, se difumina la línea entre la información y el morbo.

En medio de todo esto, los pequeños grandes gestos de empresas y ciudadanos. Compañías que organizan recogida y envío de materiales de primera necesidad, como la gallega Fundiciones Rey. Particulares anónimos que toman sus vehículos y se lanzan a cruzar un continente para ofrecer ayuda y transporte a gente desamparada. O startups como Trucksters, que fletan dos de sus tráileres cargados con material de Cruz Roja para llevarlos hasta los crecientes grupos de refugiados.

Tenemos por delante un futuro inmediato muy duro. Ojalá tengamos fortuna y temple para manejarlo del modo adecuado.

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