El Ayuntamiento de Santibáñez el Alto ha acogido la presentación del libro ‘El patrimonio arqueológico y cultural de Santibáñez el Alto y su territorio’, con el subtítulo ‘El alma de San Juan de Mascoras’, elaborado por José Antonio Ramos Rubio.
Asistió a la presentación el alcalde de la localidad, Rubén Francisco González, quien recordó que Santibáñez el Alto es, ante todo, un símbolo de la permanencia, de la lucha callada de quienes habitan la tierra: “Este es un pueblo que ha visto el paso de las civilizaciones, que ha sido testigo del crecimiento del Imperio Romano, de las luchas de los reinos medievales, de las huellas de los caballeros templarios y de las alteraciones que la modernidad ha traído consigo. Sin embargo, su esencia no ha cambiado”.
La publicación comprende la arquitectura popular del municipio y el paisaje natural, pasando por las obras artísticas y el castillo de San Juan de Mascoras, una de las joyas de la corona de la Orden de Alcántara.
En este libro, que recoge las vivencias, las historias y las leyendas de Santibáñez el Alto, se pretende rendir homenaje a un pueblo que, sin buscarlo, representa la resistencia de lo auténtico ante la vorágine del mundo moderno. No se trata de un relato de grandes gestas ni de hombres ilustres; más bien es un testimonio de la gente común, de sus esperanzas, sus temores, sus amores y sus sacrificios. Porque si algo caracteriza a Santibáñez el Alto es que su verdadero valor no reside en las batallas que se libraron a lo largo de los siglos, ni en los hombres que pasaron por aquí buscando gloria, sino en el alma tranquila de aquellos que decidieron quedarse, que se aferraron a su tierra y que, con esfuerzo y tesón, crearon una vida digna, una vida de comunidad y pertenencia.
Así, pretende destilar, lentamente, los matices de un pueblo que, sin prisa pero sin pausa, ha forjado su destino. Y en sus páginas no solo se dibuja el perfil de Santibáñez el Alto, sino que también se refleja la historia de tantas otras pequeñas localidades que también han sido forjadas a lo largo de los siglos por las manos anónimas de los hombres y mujeres que supieron, con humildad y sabiduría, mantener viva la llama de su identidad.