Como tantos otros, nuestros protagonistas de hoy, Miguel y Diego (“tanto montan, montan tanto”) son hijos de matrimonio mixto; es decir, de madre montijana y padre poblanchino. Una mezcla, la verdad, que siempre ha dado buen resultado y, para muestra, bien vale un botón.
Quedo con ellos en la sede de la Escuela Municipal de Música de Puebla de la Calzada, donde muy amablemente me reciben y súbito se disponen, quizás algo sorprendidos por esta citación conjunta, a responder al tropel de preguntas que llevo en mi mochila.
Para encontrar un antecedente familiar relacionado con la música tendríamos que retrotraernos a su abuelo que, en el cumplimiento del servicio militar (la ‘mili’), formó parte de la banda de música en su acuartelamiento y, de ahí, hasta ahora.
La cercanía en su infancia al Conservatorio de Música de Montijo (sito junto a la casa de sus abuelos) fue lo que espoleó a estos hermanos (y también a su hermana) a enfrascarse y a comenzar a labrarse un futuro con esto de la música. Y así fue, Miguel lo consiguió con el clarinete y Diego hizo lo propio con el saxofón, ahí es nada. Y, desde entonces, combinándolo con su dedicación al negocio familiar de sus padres (Semilleros Morán, vaya por ahí un poco de publicidad), estos dos hermanos están dedicados en cuerpo y alma a la música, afanados en hacerla llegar al máximo número de personas; Miguel desde una faceta más profesional, y Diego desde su ámbito en la docencia y en la dirección de la Escuela Municipal de Música y de la Banda de Música de Puebla de la Calzada, que no es poco.
A lo largo de la entrevista tenemos la oportunidad de hablar acerca de la dedicación y esfuerzo que exige una carrera musical, de su carácter vocacional, de la necesidad de ponerse “a picar piedra” una vez que desaparece la curiosidad y el camino se hace cuesta arriba. No hay duda, hemos de reconocer que lo de estos dos hermanos tiene mérito, y mucho.
Miguel, el mayor de los hermanos, no conforme con lo que tenía, se matriculó en un segundo grado, el de Dirección de Orquesta y, aunque sin abandonar el clarinete (del que es un auténtico virtuoso). Sus proyectos actuales se encuentran más relacionados con la dirección de orquesta que con el propio clarinete. Me habla apasionadamente del proyecto que, hace aproximadamente un año, comenzó con ‘Anam Camerata’; se trata de una agrupación musical (nacida de la mano de los músicos Santiago Marín y Javier Fernández) que toma su nombre del río Guadiana (del latín ‘flumen Anam’) y que, gracias a su versatilidad, permite desarrollar propuestas artísticas que van desde el concierto sinfónico a la música de cámara, pasando por expresiones musicales cercanas a la pedagogía, la música escénica o la conjunción de la formación instrumental con la música coral.
El pasado año, con esta formación, tuvo la oportunidad de participar en el proyecto ‘Origen’ y en el de ‘Un viaje en el tiempo’, además de poder hacer junto al Coro Amadeus el ‘Requiem’, de W. A. Mozart. Y, en 2023, con un nuevo proyecto al que han denominado ‘Consolidando un sueño’ (entiéndase la razón de este nombre) pretende afianzarse en el grupo dentro del ámbito de la música profesional. Bravo por este joven y ambicioso director. Lo conseguirá, sin duda.
Por su parte, el menor (solo en edad) de los Morán anda ilusionado con un no poco ambicioso proyecto, la Escuela Municipal de Música y la Banda de Música (Asociación Banda de Música, para ser más exactos) de Puebla de la Calzada, en la que, con más de 130 alumnos y siete profesores, desarrolla a diario una más que intensa actividad de dirección, docencia y gestión de la misma. Con la Banda de Música, en la que prácticamente todos sus miembros son amateurs, viene ofreciendo cuatro conciertos al año en la localidad, participan en varias procesiones locales (y alguna comarcal), en el proyecto de conciertos de proximidad de la Diputación de Badajoz. No contento con todo ello (uds. me dirán), Diego suele participar como saxofonista profesional en alguna que otra ensemble de saxofones o en cualquier actuación donde lo requieren; de hecho, en varias ocasiones ha compartido escenario con su hermano en algunas de las actuaciones de la propia Banda de Música de Puebla de la Calzada. Diego tampoco se queda atrás en eso de la formación, y a su Grado Superior en saxofón suma un Máster en Interpretación solista, especialidad saxofón, con lo que, visto lo visto, estoy ante dos verdaderos fenómenos en esto de la música.
Ya les digo, lo de estos dos hermanos no es muy habitual.
No me resisto a preguntarles cuáles han sido sus referencias y espejos en los que se han mirado durante todo este tiempo. Ambos hermanos, al unísono, muestran un profundo agradecimiento a todas esas personas que, desde sus inicios en el mundo de la música, han estado a su lado ayudándoles y enseñándoles, desde lo más básico a lo más complejo: padres, amigos, profesores, colegas de profesión… No quieren dejar a tras a nadie y por eso no se atreven a dar nombre propios.
Y, ya en su terreno, Miguel, que planea más como director de Orquesta que como clarinetista, confiesa que sus más grandes referentes son Simon Rattle, hasta hace poco director de la Filarmónica de Berlín, y, a nivel nacional, se inclina por el joven director de la Orquesta Sinfónica de Galicia, Roberto González-Monjas.
Por su parte, Diego, rápidamente suelta un par de nombres que a escala internacional forman el olimpo del saxofón, Arno Bornkamp y Jean Marie Londeix, músicos con estilo propio que han marcado tendencia y escuela en el mundo del saxo.
Y no me resisto tampoco a formularles la pregunta del millón: ¿se puede vivir de la música? Y, bueno, ambos hermanos coinciden en la respuesta. Es un mundo, como todos, difícil. Son muchos años de formación, de mucha ilusión y sacrificios y que, llegado un momento, te exige decidir si dedicarte a ello por completo o quedarlo como una simple afición o hobby. Son pocos los que realmente viven profesionalmente de la música. La mayor parte de ellos tienen un sustento laboral, y el ejercicio de la música les reporta unos ingresos extra que dependerán del nivel y frecuencia de la dedicación. La formación reglada (colegios concertados, enseñanza pública…) es otra de las salidas más habituales para ellos, dado que la asignatura de Música es obligatoria en varios de los cursos de ESO y optativa en Bachillerato.
Pero, al margen de obtener un sustento económico, quizás, insisten los Morán, hay que resaltar las bondades que el estudio de la música reporta a la integridad de la persona; la psicomotricidad, capacidad de silencio, ritmo, disciplina, esfuerzo y trabajo colaborativo, entre otras, son algunas de las aptitudes que se desarrollan a lo largo de lo que duran los estudios musicales.
Y, por último, tengo interés en conocer su opinión acerca del panorama actual de la música en Extremadura. Los Morán coinciden en su diagnóstico acerca de la buena salud de la música extremeña. Son muchos los pueblos que cuentan con Escuela Municipal, con Banda de Música (en la provincia de Badajoz son más de 70 bandas las que están federadas) y que en sus programaciones culturales suele ser habitual la presencia de espectáculos musicales.
En fin, Miguel y Diego, Diego y Miguel, para mí ha sido un verdadero placer pasar con vosotros esta tarde. He aprendido un montón de cosas y, bueno, desearos todo lo mejor como músicos, como empresarios y lo más importante, como personas. Saludos a vuestros padres y a vuestras respectivas familias.