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Viola. Grada 167. Rades

Viola. Grada 167. Rades
Dibujo de Flavio Horta hecho a José Emídio tocando la viola campaniça
Léeme en 7 minutos

Viola bastarda. Viola pomposa. Viola de brazo. Viola da gamba. Viola d’amore. Viola Beiroa.

Viola amarantina. Viola Toeira. Viola braguesa. Viola da terra. Viola de arame. Viola Angrense y, por fin, Viola campaniça.

Casi tantos tipos de violas como maneras de hacer la sopa. O, si me apuras, como formas de hacer el amor, o de invadir un país.

Y ya que te pones, Viola Campaniça, pero también Viola de Beja, y también Viola alentejana.

Porque es en el país azul del Alentejo donde te las puedes encontrar. En el infinito azul. ¿Te imaginas el infinito? ¿El infinito acostado? Ya sabes. Este es su símbolo: ∞. Y así su silueta dibuja un ‘ocho’ dormido. Es su caja armónica. De ocho apretado. Y se suele tocar con el pulgar. Y se mezclan en la liturgia de la viola campaniça con el cante alentejano. Van unidos de por vida.

Aunque tampoco podemos olvidar las improvisaciones, la farra, los ‘cantares ao Desafio’, o las ‘cantigas á Desgarrada y extraviados’ que suenan en las romerías de las beiras algo más norteñas y que también acompañan a la viola campaniça.

Cinco son las violas tradicionales portuguesas: amarantina, toeira, campaniça, braguesa, y beiroa. También existen dos más en las Azores: la viola da terra y la viola da terceira; y todavía una más en Madeira, la viola de arame.

Hablando de cordófonos, le sumas los diversos cavaquinhos y las guitarras de fado. Pero queda una última. Luego te lo contamos.

Foto: CedidaJoão Morais nació en Lisboa. Es conocido como ‘O Gajo’. Y en un concierto en Beja conoce la Viola Campaniça. Y su plasticidad. Su música nos hace viajar.

Pedro Mestre es un nombre fundamental. Es responsable, en buena medida, de la salvaguarda y la supervivencia de la viola campaniça. Y así recorre los colegios del Alentejo, a los que lleva el canto coral alentejano y sus modas.

En su ‘Mercado de Amores’ se desprende esa esencia de la tradición cantora del país azul.

Aquí lo tienes con la viola en solitario.

Y aquí con el grupo ‘Violas Campaniças’

‘Os Dona Zéfinha’ vienen de Portel, en Évora. Son jóvenes, pero siguen y arrastran la tradición del cante alentejano y de la viola campaniça.

El nombre del trío es un homenaje a una conocida mujer de Portel ya fallecida, Josefa Inácia Prego, a la que todos conocían como ‘Ceginha’ o ‘Zéfinha de Portel’, y que, a pesar de ser ciega, tocaba varios instrumentos como la viola campaniça, y amenizaba las romerías de la comarca.

Aquí tienes el conocido ‘Manjerico da janela’, con la gran Celina da Piedade.

Foto: CedidaEn Évora, el gran nombre de la viola campaniça es António Bexiga, ‘Tó Zé’. A ‘Tó Zé’ le conocimos ya hace unos años con un proyecto sorprendente, ‘Há lobos sem ser na serra’.

Una propuesta que se estrenó el 28 de abril de 2015, en el marco del IV Encontro de Música e Tradição de Évora (Raízes do Som), y que supuso una hermosa experiencia multidisciplinar que pretendía celebrar los territorios sonoros del Cante Alentejano y, cómo no, del reino de la Utopía.

La Sociedade Operária de Instrução e Recreio Joaquim António D’Aguiar lleva más de 115 años funcionando en Évora. En la ciudad, si dices SOIR ya se sabe de qué estamos hablando. Es una de las grandes e históricas entidades de carácter socio-cultural que hacen tan peculiar y tan envidiada a esta joya alentejana.

Y en ese espacio se estrenó ‘Há lobos sem ser na serra’, un espectáculo de corte intimista, en el que tres músicos alentejanos y una artista visual proponían un recorrido por esa inmensa geografía poética que transita al sur del Tajo/Tejo.

António Bexiga (‘Tó Zé’) es dueño de una larga y fantástica trayectoria musical. Virtuoso de la viola campaniça, es una de las figuras indispensables de la rama alentejana en el Proyecto Cantarrana

Ha recorrido todas las caras de la música popular, desde el rock, la música experimental, la fusión, las bandas sonoras, y ha llegado hasta la música para marionetas.

En Cantarrana se le puede seguir en ‘Bicho do Mato’, ese proyecto tan singular donde convive la música de tradición con la ironía teatrera, o en los teclados del super gru-po ‘O Rijo’, uno de los grandes bastiones eborenses del rock progresivo, y eso ya es mucho decir.

Pero también se le puede ver y disfrutar como parte de ‘Uxu Kalhus’, uno de los proyectos musicales más exquisitos del panorama musical europeo. Les da lo mismo que sea jazz o rock o música tradicional. ‘Uxu Kalhus’ los trae a su terreno de una forma magistral y única.

Si andas por Évora permanece atento, porque es posible que te puedas encontrar de nuevo con los lobos agazapados tras la esquina de la Sé o al pie de la Fundaçao Eugénio de Almeida. Ellos trabajan con valentía y yo aún no lo sabía. Te avisaremos.

Há lobos sem ser na serra
Eu ainda não sabia
Debaixo do arvoredo
Trabalham com valentia

Trabalham com valentia
Cada um na sua terra
Eu ainda não sabia
Que há lobos sem ser na serra

Y no te pierdas esta pequeña delicia. Sobre un tema que ya conocimos en la voz del incombustible Janita Salomé.

Pero es que no queda ahí la cosa. En 2022 ‘Tó Zé’, con su viola campaniça, pone en marcha el proyecto ‘RAIA’. Y un disco. Otra maravilla. Pareciera que lo haya hecho para nosotros. Porque nos entusiasma.

António Bexiga aparece con la viola campaniça en ‘Vindo eu de longe ao longe’ de António Caixeiro, un hermoso disco y videoclip.

La Orquestra Viola Beiroa se creó en torno a 2015, y ya ha recorrido medio mundo para dar a conocer los sonidos tradicionales de la Beira. Y lleva el nombre de Castelo Branco allá donde va.

Dicen los expertos que la viola beiroa está encordada con metal, sus seis órdenes dobles combinan cuerdas al unísono (las tres primeras y la sexta), con cuerdas octavadas (cuarta y quinta), destacando un orden más corto, denominado requinto, que nace en la unión del aro con el mástil.

El origen de la viola beiroa se sitúa en la región de Castelo Branco, y llama la atención su acentuada escotadura, así como lo reducido del tamaño de su boca. En Brasil existe una viola angrense (Angra dos Reis) cuyas características muestran claramente su ancestro en la beiroa. Especialmente la sexta cuerda, más corta que el resto, y que en la angrense recibe el nombre de periquito o benjamín.

Normalmente la viola beiroa da solamente dos acordes para acompañar al canto, y son instrumentos rasgueados que por lo general suenan junto a las ginebras o hueseras.

Y vamos al sur. A Beja.

Y aquí entra en acción el gran nombre culpable de que le dediquemos unos minutos a la viola. Nos referimos a José Emídio, nuestro entrañable cantor alentejano.

Foto: CedidaDe José Emídio ya hemos hablado con frecuencia. De sus proyectos de la ‘Fanfarra Alfares’, de ‘Adiafa’, de ‘LuzAzul’, de ‘Mestre Cante’, y, sobre todo, de una de las joyas que recorren la geografía lusitana, ‘Os Vocalistas’.

Tres voces maravillosas que nos han dado a conocer el Cante y los ecos de la Viola Campaniça. Aquí los tienes. En Beja, en Vidigueira y en Ourique.

Y en el escenario. En directo.

Foto: CedidaY terminamos en Castelo de Vide. La viola evoluciona. No es solo una cosa del pasado y del folklore. Y por eso llegamos a António Eustaquio.

Viene de ‘Camerata Lusitana’. Hermosísimo nombre para un proyecto musical. En los años 70 el guitarrista Carlos Paredes pidió al lutier Gilberto Grácio que le construyera un instrumento que ofreciera una mayor sonoridad, aglutinando la guitarra portuguesa y la viola. Se fabricaron tres Guitolâos. Y uno de ellos está en Castelo de Vide, donde el emocionante rito de pascua del Cortejo del Aleluya.

Y António Eustaquio creó ‘Guitolâo Trio’. Y en este 2022 publica ‘Estaçao #60’. Un disco deslumbrante para un instrumento misterioso. Hay vida después del fado/flamenco.

Y poesía. Sus títulos recogen versos de Maria de Guadalupe, y el poema del emeritense de adopción, y enorme poeta experimental, Antonio Gómez, ‘Caminar por caminar cansa’, ilustra cinco cortes del disco, que termina con un homenaje al cónsul Aristides Sousa Mendes, el que salvó del nazismo a miles de vidas.

A António Eustaquio ya le sentimos hace pocos días al otro lado del celular con una larga conversa, y pronto le tendremos en la radio, para desentrañar los surcos de un disco brillante. Con Antonio Gómez siempre intentamos disfrutarle siguiendo su poesía visual.

El lutier murió en 2012, pero su legado queda para la eternidad. El fascismo no ha muerto. Invade territorios y en los estadios de Moscú celebra aquelarres místicos. En el fondo, la vida es un viaje en tren. Un largo trayecto en comboio para refugiados.

Hablando de guerra. Y de refugiados. Recuerda Viena. Tras la Segunda Guerra Mundial. Y el negocio turbio de algunos. Y una taberna oscura. Y las cloacas de la ciudad. Y la noria gigante.

Y Anton Karas tocando la cítara eterna de ‘El Tercer hombre’. Sí, es un cordófono también. Pero de él hablaremos otro día. Que nos espera Orson Welles.

Por cierto, la imagen que preside este reportaje es un dibujo de Flavio Horta hecho a José Emídio. Está tocando la viola campaniça, claro.

Foto: Cedida

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