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Salvia

Salvia
Foto: Unsplash. Jessica Lewis 🦋 thepaintedsquare
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‘Backronyms’ o retroacrónimos, qué cosas tiene el lenguaje. No te agobies, que enseguida vemos qué relación tiene con esta sección. Vamos a enlazar con las palabras del mes anterior sobre el vinagre, y lo vamos a encaminar por lo que decía aquel de “el diablo está en los detalles”. Hablaremos de esos pequeños detalles que marcan la diferencia en cosas tan sencillas, que no ‘simples’, como puede ser disfrutar de una buena ensalada.

Había oído cómo aliñar, y además hay muchos tipos diferentes de vinagretas y condimentos, cada cual con su razón de ser y con el método para hacerse correctamente. Una buena opción parece ser coger un botecito en el que meteremos los ingredientes que compondrán el aderezo. Normalmente en nuestra cocina mediterránea usamos un elemento ácido, como un vinagre, y algún componente graso, como el aceite de oliva. Si completamos con sal y las especias que deseemos y agitamos bien el bote, lo que obtendremos será una vinagreta, un resultado emulsionado realmente, con una textura diferente y los sabores de los ingredientes más integrados entre sí, que se repartirán de forma más homogénea por la ensalada.

Hay otras teorías intermedias, pero nos las saltaremos para ir directamente a la que parece ser la más tradicional o básica, por decirlo así; porque ¿quién no recuerda haber visto en algún restaurante, o en su propia casa, aquel icónico convoy?

Comiendo con unos amigos alargué la mano para preparar la ensalada, y enseguida oí una voz que casi me paraliza el corazón: “¿Qué haces, hombre? ¡Salvia, salvia!”. Con toda su buena intención, uno de los compañeros de mesa (gracias, Rubén) me intentaba explicar cuál era el orden ‘correcto’ para aplicar los complementos a la verdura y fruta (que el tomate es fruta, por cierto). La teoría es que, si añadimos primero el aceite, al incorporar luego la sal se quedará pegada a la grasa en forma de bloques menos distribuidos. Por eso, debemos esparcir primero la sal, para luego completar con el vinagre y el aceite. De ahí que, cuando nos cueste acordarnos de cómo iba la cosa, podemos formar el retroacrónimo “sal-vi-a” para iluminar nuestro camino.

¿Y si hay pimienta u otras especias? Pues esperaré a juntarnos otra vez para comer y lo pregunto. Ni qué decir tiene que las cantidades, por supuesto, pueden variar según el gusto de cada uno. La forma de cortar el tomate en redondo, en gajos… las variaciones se multiplican y, mientras tanto, como siempre, lo que mola es probar y observar diferencias, y quedarnos con la forma que más nos guste; porque es cierto que los sabores cambian, las texturas son diferentes, las sensaciones pueden mejorarnos un plato… y todo con pequeños detalles como este. ¡Salud!

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