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Alsacia: el corazón de la navidad europea

Alsacia: el corazón de la navidad europea
Foto: Cedida
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Desde la cosmopolita ciudad de Estrasburgo hasta los pintorescos pueblos vinícolas, la región de Alsacia se presenta como uno de los destinos imprescindibles para los amantes de la Navidad.

Enclavada en el noreste de Francia, rodeada de las maravillas naturales que asedian las montañas de los Vosgos, encontramos un escenario idílico donde el espíritu navideño cobra vida de manera mágica. Las casas de arquitectura tradicional alsaciana, diseñadas con entramado de madera y balcones llenos de flores, crean una atmósfera de cuento de hadas cuando sus vecinos ornamentan sus fachadas con luces y motivos navideños.

En los meses de noviembre y diciembre los mercados de navidad abren sus puertas, una tradición muy antigua que se viene celebrando desde el siglo XVI. Su origen se relaciona con una costumbre germana, ya que durante toda su historia la región ha estado bajo control alemán y francés, reflejando en la actualidad una mezcla de ambas culturas.

Aterrizamos en el aeropuerto de Basilea y no tardamos en llegar hasta Colmar, una de las urbes más bonitas y grandes de Alsacia. Ideal para hospedarse y empezar a contemplar la región. Su casco antiguo, con una arquitectura medieval perfectamente conservada, contrasta con sus edificios de principios del Renacimiento. El olor a dulces de canela y vino caliente envuelven sus calles empedradas. Imprescindible es pasear por los canales del barrio llamado ‘pequeña Venecia’ en torno al río Lauch. Iluminaciones espectaculares, exposiciones de belenes, pista de hielo y conciertos de villancicos amenizan el ambiente entorno a sus seis mercados navideños, cada uno con temáticas diferentes; artesanía, decoraciones, alimentos típicos…

El hechizo continúa cuando te mueves con las navettes de Noël, (autobuses lanzadera gratuitos) hacía los pequeños pueblos de Alsacia. Perderse entre ellos es como cruzar un portal a un mundo de fantasía. Y no es una manera de hablar. La magia rodea los paisajes de toda la región, pero destacan por su belleza, sin lugar a dudas, los pueblos de Riquewihr y Eguisheim. Con apenas 1.200 habitantes y situados entre colinas cubiertas de viñedos recuerdan a un libro de cuentos. Y es que el interior de sus murallas con sus coloridas casas, sus fuentes burbujeantes, sus torres defensivas y sus castillos sirvieron de inspiración para diseñar el decorado de la película ‘La Bella y la Bestia’ de Disney.

Foto: Cedida
Foto: Cedida

Otra mención especial sin lugar a dudas tiene el pueblo de Ribeauvillé y su mercado medieval. Te transporta a las celebraciones primitivas de la navidad donde juglares, brujas y criaturas sacadas de mitos y leyendas deambulan por las callejuelas prestándose a trasladarte a un nuevo mundo.

Dejando atrás los pequeños pueblos nos movemos en tren hasta el verdadero corazón de Alsacia, la capital de la región del Gran Este; Estrasburgo. Esta gran urbe no tiene nada que envidiar a sus hermanos menores. Tiene un encanto y una historia que atrapa. Como ciudad transfronteriza ha sido blanco de disputas territoriales durante siglos entre Alemania y Francia. Se convirtió en el símbolo de una Europa dividida e inestable, pero con el tiempo supieron arreglar las diferencias y la ciudad vive su doble identidad franco-alemana con orgullo. Como ejemplo de concordia, fue elegida sede del Parlamento Europeo, del Tribunal de Derechos Humanos y del Consejo de Europa. Sus canales y los edificios históricos de la ciudad vieja, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, concilian con las nuevas influencias culturales y arquitectónicas llegadas en parte por la presencia de estudiantes y trabajadores de todo el mundo. La joya de la corona es su majestuosa catedral gótica. Si los visitantes suben hasta su torre, serán recompensados con impresionantes vistas panorámicas de la ciudad.

Mercados de navidad y patrimonio no es lo único que ofrece la bonita región de Alsacia. Cualquier época del año es apetecible para visitarla. Alberga una gran cantidad de tesoros al aire libre. Las montañas de los Vosgos ofrecen un refugio para los amantes de la naturaleza ideal para hacer senderismo, ciclismo o simplemente descansar. Y para los entusiastas del vino, desde Colmar se abre paso la Ruta del Vino alsaciana, que no solo ofrece degustar algunos de los mejores vinos de la región con vistas impresionantes de los viñedos, sino también la oportunidad de aprender sobre las centenarias tradiciones vinícolas transmitidas de generación en generación.

En definitiva, la belleza atemporal de la arquitectura de la región y la cálida hospitalidad de sus habitantes convierten la visita en un viaje inolvidable a través de la historia y un verdadero festín para los sentidos.

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