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Casas de Miravete, una villa histórica en el Camino Real de Extremadura. Félix Pinero

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Casas de Miravete es un municipio de la provincia de Cáceres situado en la comarca de Navalmoral de la Mata, dentro del Parque Nacional de Monfragüe, que tiene una superficie de 17.852 hectáreas. Se encuentra entre los ríos Tiétar y Tajo, y ocupa parte de los términos de Serrejón, Toril, Malpartida de Plasencia, Serradilla, Torrejón el Rubio, Jaraicejo y Casas de Miravete, que hasta el Real Decreto de 1916 recibía el nombre de ‘Casas del Puerto’.

El medio urbano, natural y su entorno arqueológico, la historia y el patrimonio artístico, es el objetivo de esta obra que acaba de ver la luz, firmada por el cronista oficial de Trujillo, José Antonio Rubio Ramos, el profesor de Historia Antigua, Julio Esteban Ortega, y el cronista de Casas de Don Antonio, Óscar de San Macario Sánchez, prologada por el alcalde de la localidad, Juan Luis Curiel.

La Campana de Albalat es el nombre que recibe una original organización municipal de los pueblos, que surgen en el territorio de la antigua ciudad de Albalat cuando, abandonada por los árabes y perdido su carácter estratégico, militar y administrativo, quedó reducida primero a una villa y más tarde a un despoblado.

Ya en tiempos de Fernando III aparecen referencias a ella, cuando el rey se preocupó de la repoblación de los territorios de la margen izquierda del Tajo, con el dominio de los cristianos sobre estas zonas ya consolidado. El nacimiento de la Campana de Albalat es anterior a la total desaparición de la villa, pues en el siglo XIV está documentado que el rey Alfonso XI pernoctó en Albalat durante un viaje que hizo desde Talavera al castillo de Valencia de Alcántara.

La Campana de Albalat comprendía inicialmente, además de los pueblos de Romangordo, Casas del Puerto e Higuera de Albalat, otros municipios que han desaparecido por los avatares de la historia, como el de La Piñuela. La organización administrativa de la Campana consistía en que todos estos pueblos formaban un solo concejo o ayuntamiento y una sola rectoría o parroquia. La Campana de Albalat dejó de existir como entidad con valor jurídico en 1900 cuando se separan los términos municipales de los tres pueblos y sus elementos comunes.

El nombre de la ciudad de Albalat o Medina Albalat aparece en los escritos antiguos con preceptos variados. Albalat significa camino empedrado; es decir, calzada. Las calzadas romanas estaban cubiertas de losas. Los dos nombres están inspirados en la ubicación de la ciudad situada en la calzada romana que iba de Mérida a Toledo. En el año 2009 se iniciaron campañas arqueológicas en Madina de Albalat, de origen musulmán que subsistió hasta el siglo XII. La doctora en Historia del Arte Islámico y académica correspondiente de Extremadura, Sophie Gilotte, ha liderado todas las excavaciones arqueológicas realizadas en el lugar.

La historia de Casas de Miravete no se puede escribir sin estudiar el proceso histórico de Albalat (los tres pueblos que formaban la Campana de Albalat en un solo concejo). Los orígenes de Casas de Miravete se remontan a la Edad Media, en los siglos de la conquista cristiana que ganaban terreno a los musulmanes de los reinos taifas del sur. La Campana de Albalat estaba formada por las villas de Casas de Miravete, Romangordo e Higuera. La villa recibió con anterioridad el nombre de Casas del Puerto de Miravete y Las Ventas de san Andrés, cuyo nombre tomó de una ermita, hoy destruida.

Albalat pasó a poder cristiano en 1085, cayendo en poder de los almorávides en 1110. Fue tomada nuevamente por los cristianos en 1142 e integrada en las posesiones reales y entregada a la Orden de Trujillo a finales del siglo XII. Tras la reconquista de Trujillo en 1123, se la cita como Campana de Albalat.

Los orígenes de lo que es hoy Casas de Miravete podemos relacionarlos con los movimientos trashumantes que se realizaban a través de la Cañada Real Leonesa. Los pastores y vaqueros que buscaban los pastos invernales de Extremadura hacían un alto en la zona antes de encarar la subida al escarpado puerto de Miravete, que daba acceso a la penillanura trujillana. La localidad perteneció desde el siglo XIV hasta finales del XIX a la Campana de Albalat.

En la Guerra de la Independencia, Casas de Miravete fue testigo de tres acontecimientos destacados; el paso de Pedro Serrano “El Postillón” el 3 de mayo de 1808; la visita de sir Arthur Wellesley, duque de Wellington, el 10 de julio de 1809, y la batalla de los ingleses en la cercana población de Romangordo, el 19 de mayo de 1812. Junto a Casas de Miravete pasaba el Camino Real de Extremadura y al paso del puerto había una casa de postas y dos ventas, una en la actual población, a pie de puerto, y otra arriba, en el mismo paso montañoso.

Del patrimonio artístico de la villa hay que destacar el Castillo de Miravete, en la sierra de la Moheda, situado a 848 metros de altitud, sumido en un abandono total. La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción es una construcción popular del siglo XVII. Hay que mencionar también el pósito en el que se guardaba la reserva de trigo de la población y que, además, era una institución tradicional de crédito rural. La iglesia de Santiago, de La Piñuela, erigida durante la segunda mitad del siglo XV por los Chaves de Trujillo, de la que solo subsisten las ruinas. El puente sobre el río Giraldo, situado en el Camino Real de Madrid a Lisboa, que salva el cauce del arroyo de su nombre, que Campomanes menciona como importante obra de ingeniería en el año 1778.

Ya no existen restos de las ermitas en la localidad y poblaciones cercanas. Bajo la advocación de Nuestra Señora del Agua hubo una ermita mencionada en el Interrogatorio de la Real Audiencia de 1791. El pueblo recibió durante una época el nombre de ‘Las Ventas de san Andrés’, nombre que recibió de la ermita bajo la advocación del santo.

Entre las tradiciones populares hay que mencionar las Candelas (2 de febrero). La Semana Santa, la Ruta de los Ingleses, desde Casas de Miravete a Romangordo, un recorrido por los caminos de las tropas inglesas del general Hill; las fiestas en honor de la Virgen de la Asunción, patrona de la localidad; la romería de la Milagrosa, en el puente del 1 de mayo, junto al embalse de Zamarro. Y las fiestas del Santísimo Cristo el 14 de septiembre.

El libro concluye con el cuento “Los secretos del viajero inglés”, de Florentino Escribano Ruiz.

Félix Pinero.

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