Acaba de surgir en Cáceres un grupo de Facebook de amigos defensores de las personas con discapacidad. Su objetivo es hacer una carrera solidaria entre personas que viven la discapacidad, bien porque tengan hijos biológicos, adoptados o acogidos que, aunque iguales entre todos, viven, trabajan o tienen discapacidad.
Pretenden ayudarse entre ellos; denunciar lo denunciable; ensalzar a las asociaciones y colectivos que hacen bien su tarea… Ante la confusión reinante entre muchos padres, es primordial ayudarse mutuamente. Hay jubilados que se apuntan a la tarea.
No puede tolerarse que, en pleno siglo XXI, las personas con discapacidad sufran un retroceso en sus derechos. Invitan a técnicos, abogados, médicos, cuidadores… a aportar su granito de arena para luchar por esas personas especiales. Todos a una, sin que nadie capitalice una idea.
El proyecto no pretende, tampoco, servir de trampolín para un trabajo; para que otros recojan a las personas con discapacidad que pudieren cubrir sus necesidades, pero que nada les dieren de lo que tanto necesitan: el cariño que solo unos padres pudieren darles.
María José Pérez y su marido, Chema Tovar, acogieron en su casa hace casi 30 años a ocho discapacitados, que convivieron con sus dos hijas, al tiempo que crecían sanos en familia y trabajando fuera de casa cuando les llegó la hora.
En 2015, la mamá adoptiva de los discapacitados recibió un reconocimiento de la Asociación de Mujeres de Extremadura por la Innovación y el Desarrollo de Plasencia.
El padre Ángel (Mieres, 1937), fundador de Mensajeros por la Paz, le propuso a Chema hacer de su casa un lugar de acogida para niños con discapacidad psíquica.
Después los pequeños pasaron a depender de la Junta de Extremadura y su casa se convirtió en un piso tutelado.
“Cuando llegaron no sabían convivir en un hogar y les enseñamos a vivir en familia”, contaba María José en El Periódico Extremadura (07/03/2015). Tanto que los acogidos les llaman ‘papá’ y ‘mamá’.
De ellos, con su experiencia, ha nacido esta idea que han compartido con otras muchas personas que la apoyan. No desean figurar ni presumir de nada de lo que han hecho, ni siquiera ser protagonistas de la aventura que han iniciado con tantos como se necesitan para ayudar a los perdidos en el camino que no saben transitar.
Es mucho el camino hecho ya, pero también es verdad que la pandemia ha fracturado algunos de los logros conseguidos. Se ha desvirtuado el espíritu de acogida en algunos centros por falta de recursos económicos; pero, sobre todo, por la carencia de alma y corazón que necesitan todas las personas con discapacidad por parte de sus cuidadores.
Los sucesos ocurridos en residencias de discapacitados en el Levante español no deben volver a repetirse, ni allí ni en sitio alguno. Para ello surge esta nueva asociación cuyo objetivo es ayudarse entre ellos para ayudar, a su vez, a quienes más lo necesitan. Nadie sobra en una empresa que es de todos y para todos, para la protección de las ‘personas especiales’, como dice su promotor.