Circunstancias ‘circunstanciales’ hacen que hoy, en mi subida a la Torre Lucía, me haya venido a la memoria un acontecimiento lejano en el tiempo, pero próximo en el recuerdo.
Corría avanzada la primavera de 1970 y, entre los días 27 de abril y 1 de mayo, se celebró en Plasencia el III Congreso de Estudios Extremeños. La ciudad vivió y respiró un verdadero clima de cultura intelectual. El Congreso se especializó en Arte y Etnología, conducido por el marqués de Lozoya (Juan de Contreras y Lopez de Ayala) y Julio Caro Baroja. También estuvieron presentes en nuestra ciudad el profesor Lucas Verdú, el conde de Canilleros (Miguel Muñoz de San Pedro), Pedro Caba y el arquitecto Rodríguez de Valcárcel, así como una pléyade de estudiosos regionales.
Todo gracias a la gestión del alcalde, Juan Francisco Serrano Pino, quien encargó a la Asociación Pedro de Trejo que fuera la responsable directa de la organización. Comandados por Manuel Díaz López, presidente de esta, nos pusimos a la tarea. Cada uno asumió una misión, yo la de ser vocal secretario de la ponencia ‘Arqueología extremeña’, siendo el ponente el Excmo. Sr. Don Antonio García Bellido, arqueólogo, catedrático e historiador. Así tuve la ocasión y el honor de conocer y tratar al insigne catedrático, máxima autoridad en cultura romana. Se decía que era la persona que más sabía de Roma en España.
Lógicamente su estancia en Plasencia, próxima a Salamanca, facilitó la visita de su discípulo, el profesor José María Blázquez Martínez, catedrático en la salmantina Universidad. A mí esta circunstancia me proporcionó una doble satisfacción, porque tuve la ocasión de conocer y tratar al maestro y al discípulo, y convivir con ellos una tarde inolvidable visitando el arco tetrapilo de Cáparra, llamado por A. G. Bellido ‘Arco cuadrifronte’). Yo me ofrecí a llevarlos en mi Seat 850 Especial, con motor trasero, recién estrenado, y allá fuimos los cinco: D. Antonio, el profesor Blázquez, su esposa Beatrix Schwaar, mi esposa Isabel y yo. La visita y explicación del Arco, ya se puede imaginar el lector, me dejo tal impresión que aún hoy, 52 después, la recuerdo como si hubiese ocurrido ayer por la tarde.
Al año siguiente, 1971, me felicitó las Pascuas y el año nuevo de 1972 D. Antonio con una tarjeta en la que figuraba el dibujo de la reconstrucción del Arco de Cáparra idealizado, según sus estudios. Este dibujo se publicó en la página 578 del volumen de Historia de España de Ramón Menéndez Pidal, Tomo II, asterisco dos, dedicado a la España Romana, editado en 1982.
Quién me iba a decir a mí que, 52 años después, en noviembre de 2022, se me iba a galardonar con el Premio Arco de Cáparra de Humanidades, creado por la Peña Madridista de Carcaboso, y en el que me han precedido en años anteriores la localidad de Moraleja, el guardia civil Miguel Ángel García Sánchez y su familia, la UME y los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, la Fundación Real Madrid, socios de la Peña Madridista, el Hospital Virgen del Puerto de Plasencia; este año se lo entregan a la Asociación de Veteranos del Real Madrid y a mi humilde persona “por una vida dedicado a la enseñanza y en favor de la sociedad”.
Muchas gracias.