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Desde la Torre Lucía. Ricardo Acosta Camisón

Desde la Torre Lucía. Ricardo Acosta Camisón
Foto: Cedida
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Vuelvo sobre los Juegos Florales de Plasencia del 11 de junio de 1922. Uno de los ganadores de las 19 categorías que se programaron, la patrocinada por el obispo don Ángel Reguera y López, fue el entonces joven seminarista Ricardo Acosta Camisón. El trabajo ganador se titula ‘Don Pedro Ponce de León, Obispo y Bienhechor de Plasencia’.

Gracias a la archivera municipal de Plasencia, María Jesús Cámara Atance, he tenido acceso al citado trabajo, cuyo original fue presentado de manera manuscrita, con excelente letra caligráfica y portada con el dibujo del escudo episcopal de don Pedro Ponce de León y contraportada con el también dibujado escudo de la Ciudad sobre un libro abierto y cruzado por una rama de laurel. Todo obra del autor.

En la segunda página el lema: “Instituio e nombre por herederos a los pobres embergonzantes de este mi Obispado de Plasencia” (Testamento del Sr. Ponce).

El Sumario en la tercera página:

  • I – Lo que se pide en el Tema.
  • II – El Obispo y el Bienhechor.
  • III – Recuerdos…
  • IV- Dos palabras…

Y a continuación 24 páginas, en sentido apaisado, con una impecable letra caligráfica inglesa a través de la cual el autor nos irá poniendo de relieve la egregia personalidad de uno de los hombres más eminentes que ocuparon la Sede Episcopal Placentina.

Este trabajo obtuvo como premio una escultura religiosa, que va a ser el objeto aportado de este artículo, dado que por ningún sitio aparece qué tipo de imagen fue la que se llevó el joven seminarista para su casa, obsequio como ya se ha dicho del obispo Reguera.

Pasados los años y terminada la Guerra Civil, mi padre, Ramón Valverde Sánchez, entabla amistad con don Ricardo Acosta Camisón, casi coetáneo suyo. Mi padre nació en 1903 y don Ricardo en 1905; y digo ‘don’ porque con ese tratamiento le conocí y traté yo, años después. Don Ricardo a la sazón era el funcionario de la Diputación Provincial que actuaba de administrador en la Casa de Salud (Manicomio) de Plasencia, donde inclusive vivía, dado que se mantuvo soltero toda su vida.

La amistad fraguó con fuerza y don Ricardo aparecía de vez en cuando por mi casa, y en una de esas visitas decidió regalarnos una escultura religiosa, una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, magnífica talla que conservaba de cuando había sido seminarista y que había ganado en un concurso literario. Era el Sagrado Corazón de Jesús obsequio del obispo Reguera.

Don Ricardo, a punto de cantar misa, tuvo una crisis de Fe que le hizo abandonar el Seminario y dedicar su intelecto y gran formación humanística a la cultura laica. A pesar de todo conservó su imagen religiosa como trofeo de su Premio histórico, literario, hasta que, viendo el fervor y devoción de mi madre hacia el Corazón de Jesús, decidió regalársela.

Brevemente, porque no tengo los datos ni capacidad suficiente para haber profundizado en la vida y obra de don Ricardo, diré que, entre otras cosas, formó parte del Comité Provincial de la Agrupación al Servicio de la Republica de Ortega y Gasset; poeta, coautor con Marcelo Fernández Sayans del poemario ‘Lira Rota’ (1929); redactor de la Revista Ortus, El Regional, La Patria Chica y Alcántara, corresponsal en Plasencia de Nuevo Día y El Faro de Extremadura; lo que demuestra su inquietud intelectual y de lector impenitente y profundo.

Pero dejemos la singular figura de don Ricardo para retomar la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, ya en casa de los Valverde. Para resaltar más aún a la hermosa talla, mis padres encargaron a un vecino carpintero de la calle San Pedro (nuestro domicilio daba desde la calle Alejandro Matías, hoy Sol, hasta la calle San Pedro, adonde teníamos un patio con salida a dicha calle), el señor Marcelino Domínguez, que hiciera una urna. Y así conviví, los años de mi niñez, adolescencia y comienzos de mi madurez, con el Sagrado Corazón en su urna de cristal y madera, y una lamparita de luz eléctrica que estaba continuamente encendida.

La imagen religiosa continúa en el domicilio de un Valverde, que tiene un hijo canónigo, y la urna en mi domicilio, habiendo cambiado el sentido estrictamente religioso por el estético, y donde en el devenir de los años ha contenido una colección de pájaros de porcelana, o artísticas flores artificiales dentro de amplias copas-jarrones de cristal. Aporto este dato identificativo de uno de los Premios que se entregó en aquellos Juegos Florales, y que la casualidad de publicarse como documentos del mes de mayo del Archivo Municipal de Plasencia los textos premiados me ha dado la oportunidad de darlo a conocer.

P.D. Agradezco a María Jesús Cámara Atance, archivera municipal de Plasencia, el haberme proporcionado el trabajo completo de Ricardo Acosta Camisón ganador del tema 2 de los Juegos Florales Placentinos.

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