La noticia, que ya es conocida, pero no es intención dar primicia de ella sino traerla por su curiosidad, es que hace unas semanas apareció en Carmona (Sevilla) la que hasta ahora es la botella, o urna en este caso, del vino más viejo conocido y conservado hasta ahora.
Teníamos algunas pruebas de restos que nos permitían confirmar que hace unos 8.000 años se hacía vino en la zona actual de Georgia, y algo más tarde en los Montes Zagros. Se trataba de algunos restos químicos encontrados en vasijas que coincidían con los restos que dejaría un vino.
También teníamos indicios, en este caso no materiales sino teóricos, de que hace unos 10.000 años se producía vino en la zona del Creciente Fértil. Estos indicios se basaban en las costumbres alimenticias, económicas y sociales de la época, que posibilitarían la producción de este alimento.
Pero en este caso estamos hablando de algo mucho más tangible: el vino está ahí, en la urna, en forma líquida, se puede ver, palpar y beber… si te dejan. Hasta ahora, la botella, vasija, pellejo o cualquier packaging que se os ocurra más antiguo que se conservaba con vino en su interior era la famosa botella encontrada en Speyer, al suroeste de Alemania; esta pieza fue descubierta en 1867, se le calcula una edad de unos 1.700 años y es conocida como Römerwein (‘vino romano’, no se han quebrado mucho la cabeza).
El líquido encontrado en la población española bate por unos 300 años la edad del encontrado en territorio alemán, calculándose que proviene del siglo I d.C. Se trata de un vino blanco al que se le ha encontrado bastante semejanza química con los vinos de la zona de Montilla y Moriles actuales. También tiene alguna semejanza con el vino encontrado en Alemania, ya que los dos han sido hallados al explorar un antiguo enterramiento romano, y en ambos se encontraban los restos de varias personas, pero solo una de ellas estaba asociada a un recipiente vínico; quizá sea una simple coincidencia, o no, si tenemos en cuenta que puede estar reflejando algunas costumbres sociales que se conocen de la Roma de aquella época, como que las mujeres tuvieran prohibido el consumo de vino; habría que contrastar los usos de ese momento así como los anteriores y la evolución posterior. Otro dato curioso es que, esta vez, el recipiente vínico no se ha encontrado junto a los restos humanos, sino que los propios restos estaban dentro del líquido, quien sabe si a modo de ritual funerario, para facilitar el viaje del alma por el inframundo.
Aún se sabe poco de este hallazgo, pero personalmente ya saco una conclusión clara: ¡Que me entierren así! Que tengáis un feliz y fresco verano. ¡Salud!