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El ‘Castillo’ de la localidad cacereña de Monroy es declarado Bien de Interés Cultural

El ‘Castillo’ de la localidad cacereña de Monroy es declarado Bien de Interés Cultural
Foto: Junta de Extremadura
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La Junta de Extremadura ha hecho oficial, a través del Decreto 131/2024, la declaración del ‘Castillo’ de la localidad de Monroy, en la provincia de Cáceres, como Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento.

La historia del ‘Castillo’ de Monroy se remonta al siglo XIV, con la edificación inicial probablemente en 1329, tal como se inscribe en la puerta principal del castillo. Este edificio, que ha sufrido diversas transformaciones a lo largo de los siglos, representa no solo una fortaleza militar, sino también un símbolo de la historia y la cultura de la región. En su momento, fue un refugio importante durante disputas entre familias nobles y conflictos por la jurisdicción local, lo que ha contribuido a su rica historia.

La declaración formal del ‘Castillo’ como Bien de Interés Cultural ha sido el resultado de un proceso que se inició en 1987 con la primera resolución de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Junta de Extremadura. A pesar de que el expediente no tuvo continuidad, se ha estimado necesario reiniciar el procedimiento por el interés cultural, histórico y arquitectónico que representa este bien para la región. En este contexto, se realizó un nuevo estudio técnico por parte de los servicios de la Dirección General de Bibliotecas, Archivos y Patrimonio Cultural, en agosto de 2022, que ha ayudado a redefinir y ajustar la descripción y delimitación del bien.

El ‘Castillo’ de Monroy se caracteriza por su estructura de tres recintos concéntricos, construidos con mampostería, piedra y ladrillo, que se han adaptado a los estilos arquitectónicos de cada época. La fortaleza alberga numerosos elementos de interés arqueológico y arquitectónico, entre los que se encuentran garitas, torres y un impresionante patio de armas. La capilla del castillo conserva pinturas murales que reflejan la rica historia religiosa de la localidad.

Su construcción se remonta a un periodo caracterizado por la inestabilidad política en la Península Ibérica, cuando las disputas entre reinos y nobleza llevaron a la necesidad de fortificaciones que asegurasen la protección de territorios.

Se cree que el castillo fue construido por la familia de los Monroy, una familia noble que poseía tierras y que usó la fortaleza como punto estratégico en el control de la zona y la defensa contra incursiones y rivalidades de otras casas nobles.

El castillo está construido principalmente con piedra, lo que refleja la arquitectura militar típica de la época medieval. Los muros son gruesos y están diseñados para ofrecer resistencia tanto a ataques físicos como a la artillería.

La fortaleza está rodeada por murallas altas, que en su parte más conservada alcanzan una considerable altura. Estas murallas presentan aspilleras (aperturas en las murallas para disparar armas) que permiten a los defensores protegerse mientras atacan a los invasores.

Se pueden observar varias torres, que fueron esenciales para el sistema de defensa. Algunas de estas torres son circulares y tienen un carácter defensivo, mientras que otras pueden haber servido de residencia o almacenamiento. Las torres ofrecen vistas panorámicas del paisaje circundante, lo que era crucial para la vigilancia.

El acceso al castillo se realiza a través de una puerta monumental, que presenta elementos decorativos y defensivos. Esta entrada estaba protegida por un puente levadizo y un foso, características comunes en las fortificaciones medievales.

En el interior del castillo se pueden observar diversos espacios que habrían sido utilizados para vivienda, almacenamiento y defensa. Estos incluyen áreas que podrían haber sido utilizadas como estancias para la nobleza y sus seguidores, así como espacios de servicios.

En su día, el castillo habría estado rodeado por un foso, que servía como una barrera adicional contra posibles asedios.

A lo largo de los siglos XV y XVI, el castillo fue objeto de varias remodelaciones. Con la consolidación del poder de los Reyes Católicos adquirió un papel importante en la defensa de los territorios de la corona y experimentó mejoras en sus instalaciones, como la construcción de torres de vigilancia y la ampliación de sus murallas.

Durante el siglo XVII, con la llegada de cambios en la tecnología militar, el castillo se adaptó a nuevas necesidades, incorporando elementos de fortificación más sofisticados en respuesta a la artillería, lo que lo convirtió en un bastión importante en la región.

Con el paso del tiempo, y especialmente durante los siglos XVIII y XIX, el ‘Castillo’ de Monroy sufrió un proceso de declive. La disminución de las rivalidades territoriales y el avance de la paz social llevaron a un menor uso militar de la fortaleza. Durante este periodo, partes del castillo comenzaron a deteriorarse y su uso se limitó a actividades secundarias.

A pesar de este declive, los restos arquitectónicos del castillo fueron preservados en cierta medida, lo que permitió que se conservaran elementos significativos de su historia.

El decreto establece que la protección de este bien incumbe a la Junta de Extremadura, conforme a la Ley 2/1999, que rige el Patrimonio Histórico y Cultural de la comunidad autónoma. El artículo 8 de dicha ley enfatiza que las intervenciones en el ‘Castillo’ estarán sujetas a normativas que buscan preservar sus valores arquitectónicos y patrimoniales.

El decreto no solo reconoce el ‘Castillo’ de Monroy, sino que también establece un entorno de protección a su alrededor, con el objetivo de prevenir cualquier alteración en las estructuras asociadas y garantizar su óptima contemplación. Así, la delimitación incluye varios inmuebles localizados en las cercanías del castillo, lo que propicia la integridad visual y contextual del conjunto patrimonial.

La declaración del ‘Castillo’ de Monroy como Bien de Interés Cultural es un hito significativo en la promoción del patrimonio histórico y cultural en Extremadura. Este tipo de protecciones no solo busca preservar la historia, sino que también puede activar el interés turístico, generando potenciales beneficios económicos a la comunidad local. Además, este reconocimiento refuerza la identidad cultural de Monroy y sus habitantes, al mismo tiempo que asegura la transmisión de su historia a futuras generaciones.

El ‘Castillo’ de Monroy no solo refleja una parte crucial de la historia local, sino que también sirve como un recordatorio tangible de las luchas que han moldeado la identidad de la región a lo largo de los siglos. Monroy se posiciona como un nuevo referente en la ruta del patrimonio histórico de Extremadura, invitando tanto a vecinos como a visitantes a explorar y apreciar su rica herencia cultural.

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