Los vecinos que se quedaron sin asiento en el patio de butacas andaban apresurados portando desde sus casas sillas propias, acomodándose silenciosamente para disfrutar de aquello que se cocía a fuego lento desde primera hora de la tarde.
Un escenario regresaba a la Plaza del Portillo de la Viña, casi dos décadas después para retomar de la mano de Paco, su joven alcalde, una actividad cultural antaño floreciente. Una plaza que se quiso remodelar con una fuente central que anulaba toda posibilidad de albergar cultura. Una plaza que aprovecha la visita de Itinera para volverse a engalanar como en las grandes citas que le dieron lustre en un pasado no muy lejano.
¡Acción! Con un dron de última generación sobrevolando el pueblo y dando constancia de la belleza de Casas del Castañar y de su privilegiado enclave en el cacereño Valle Del Jerte comenzaron a sonar las primeras melodías en la maravillosa voz de Chloé Bird, y todo comenzó a cobrar sentido, todo empezó a encajar.
Tanto vecinos como turistas vivieron una misma experiencia, un mismo sentir se apoderó de todos los corazones allí presentes. Los aplausos sonaban al unísono, tanto de las manos de los visitantes como de las mujeres que hacía muchos años que no salían de sus casas a disfrutar de música en su pueblo.
Una noche estrellada de verano nos regalaba algún astro fugaz, alineándose con la magia allí existente.
Un recuerdo imborrable para todos los corazones allí presente. Algunos lo propagarán en sus ciudades una vez que vuelvan a sus ajetreadas vidas y otros esperarán, pacientes, a que el Portillo de la Viña les vuelva a regalar momentos especiales.
El propósito de Itinera se cumplió con creces gracias al mimo, al cariño y a la disposición con que somos tratados en los pequeños pueblos de toda España.
(En memoria de Marcel Marata)
Jesús Óscar Elías