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El miedo irracional

El miedo irracional
'El grito', cuadro de Edvard Munch. Boceto de Antonio del Barrio Estremera

Hoy os quiero hablar del miedo irracional, una sensación intensa que atenaza, agobia y produce un sudor frío y un estado de ansiedad a quien lo padece, y deja paralizados y llenos de angustia a sus víctimas. La causa no representa un peligro real pero hace sentir la sensación de pánico a quien lo padece.

El miedo afecta a todos alguna vez, si bien la mayor parte de las personas lo perciben como una sensación pasajera que no genera una amenaza en su quehacer diario, y superan pronto el efecto de inquietud que inicialmente les produce.

Pero es cierto que hay un grupo de seres humanos, que en el contexto global no representa un porcentaje mayor del 10% de la población, que lo percibe de un modo irracional; tanto es así que bloquea sus vidas durante un tiempo prolongado, de forma que el día a día se convierte en un infierno, y les obliga la mayor parte de las veces a requerir el tratamiento de un especialista para conseguir superar esa sensación tan anómala y desagradable. En estos casos hablamos de fobias o miedo irracional.

Las fobias son manifestaciones de temor excesivo ante circunstancias que no conllevan un peligro real

El gran problema de las personas que se ven afectadas por este fenómeno tan angustioso es que el miedo les acecha, siempre está ahí dispuesto a aparecer en cualquier momento para atacar de nuevo a la persona que lo padece.

De algún modo se comporta como un animal que está esperando a embestir en cualquier momento y que nos obliga a dar un paso atrás cada minuto del día, hasta que nos quedamos en el último rincón, bloqueados y aterrorizados.

El miedo puede con nosotros y nos complica la existencia en todos los órdenes, tanto físicos como emocionales, con la repercusión que esto tiene en nuestra manera de comportarnos, anulando nuestra vida diaria.

Ante esto, la única alternativa es plantarle cara al miedo, siempre con el consejo de un profesional médico, que marcará una terapia para aprender a comportarse paulatinamente cuando un brote de fobia irracional aparece.

El profesional indicará una estrategia para vencer el pánico, que consistirá posiblemente en enfrentarse gradualmente a la situación hasta controlarla, de forma que cuando aparezca de nuevo sepamos cómo luchar contra él.

Otro gran obstáculo con el que se encuentran las personas que sufren de fobias es la incomprensión (por desconocimiento, que no por afecto, de la propia naturaleza de las mismas) por parte del entorno más cercano.

A todas luces es difícil de entender para quien no lo ha sufrido, y hasta cierto punto lógico, que alguien no se atreva a salir a la calle, a montar en el ascensor o a otras múltiples situaciones, normales para la mayoría, y dramáticas para los afectados.

No es culpa del entorno, pero la soledad e incomprensión en la mayor parte de los casos la sienten los afectados como problema añadido a su propia dolencia, contribuyendo esto aún más a empeorar su estado y su capacidad de recuperación.

Por ello, la sociedad, a través de sus organismos medico-sanitarios, debería lanzar campañas de sensibilización social respecto de este problema, y así ayudaría a descargar al paciente parte de su agobio emocional.

No quisiera terminar este artículo sobre las fobias, sin hacer un pequeño análisis de su origen, de por qué se producen, desde un punto de vista médico-científico, basándome en teorías de profesionales contrastados en la psicología clínica de este comportamiento emocional del ser humano. Las siguientes líneas comportan dicho estudio.

Comenzaré diciendo, que ya Sigmund Freud en 1894 hablaba de las fobias como un trastorno de la ansiedad y las diferenciaba de los simples miedos basándose en los estímulos provocados por el impulso del miedo irracional, y aplicaba el psicoanálisis en su tratamiento.

El Glosario de Términos Psicológicos de la Asociación Americana de Psicología define la fobia como un miedo persistente e irracional a un objeto específico, actividad o situación, el cual es excesivo y falto de razón tomando en cuenta las condiciones reales de la amenaza.

El miedo es una reacción natural ante un estímulo externo objetivamente peligroso que prepara al cuerpo ya sea para huir o para atacar en defensa propia, mientras que las fobias son manifestaciones de temor exagerado ante situaciones que no representan un peligro drástico.

Raíz y evolución de las fobias
Para Martin Seligman, el temor excesivo que conlleva a las fobias posee, en realidad, una base evolutiva que no se aparta demasiado del miedo racional.

En su ‘Teoría de preparación de la fobia’, Seligman sostiene que el ser humano está biológicamente predispuesto a aprender y asociar el miedo con estímulos externos que han representado una amenaza para la supervivencia de la especie a lo largo de su historia evolutiva.

Esta preparación biológica es, además, la responsable de las características que definen a una fobia como tal, a saber:

  • Rápida adquisición
  • Irracionalidad
  • Pertenencia
  • Alta resistencia a la extinción (dificultad para su desaparición)

Si bien el aporte de Seligman y sus predecesores contribuyó a una mejor comprensión de los mecanismos que dan origen a las fobias, el investigador Stefan G. Hofmann, del Departamento de Psicología de la Universidad de Boston, considera que se limitó a ser una perspectiva simplista del proceso de adquisición y no profundizó en los factores cognitivos que influyen en la adopción de las fobias, algo que sí hicieron Öhman y Mineka en ‘Miedos, fobias y preparación: hacia un modelo evolucionado del miedo y su aprendizaje’ (2001).

En su ‘Teoría del Modelo de Aprendizaje’, Öhman y Mineka presentan evidencia de un modelo selectivo y asociativo que explica la existencia de temores evolutivos transmutados a fobias a razón de cuatro características:

  • Selectividad respecto al módulo de entrada (el miedo es sensible a aquellos estímulos que han sido correlacionados con encuentros amenazantes en el pasado evolutivo)
  • Automaticidad (el miedo evolutivo a estímulos relevantes puede activarse incluso sin una conciencia plena de la situación)
  • Encapsulación (el miedo es resistente a las influencias cognitivas conscientes, es decir que encapsula al sujeto)
  • Circuitos neuronales especializados (el miedo está controlado por un circuito neuronal específico que ha sido moldeado a lo largo de miles de años de evolución)

Hecho este pequeño análisis, sustentado en opiniones profesionales, ajenas a mí, que solamente soy un observador y admirador de la Psicología en toda su extensión, paso a comentaros el porqué de mi poema de hoy, dedicado a los miedos irracionales.

Un buen día, teniendo en cuenta experiencias de gente que ha superado distintas fobias y su modo de hacerlo, corroborando con tratados clínicos dicho ámbito, decidí poner en forma de poema esa estrategia emocional respecto al miedo irracional.

En este caso la métrica de mis versos es libre, pero no por ello se aleja del terreno poético; espero que la lectura de dichos versos ayude a todas aquellas personas que han sentido esta sensación alguna vez.

Y debo acabar reiterando lo dicho varias veces en este texto: hay que acudir a un profesional que nos marque la terapia a seguir, nunca debemos obrar por nosotros mismos si lo que nos agobia se escapa a nuestro control.

El miedo irracional

Hoy me levanté con grilletes en los pies.

En la cama en posición fetal, enroscado en la cálida manta.

Mi mente y mi alma eran una sola, convivían en mi posición de caracol.

Pero el mundo me esperaba y el reloj no perdonó.

Son las ocho, a las nueve me espera la línea roja de la puerta de mi casa.

Y una vez franqueada la raya de peligro, llega la zona de combate.

Allá a tres manzanas me espera el doctor.

Su receta: el valor.

Mi dolencia: el miedo, ese monstruo me atenaza en un rincón de la cama.

Y moverme de ahí no quiero.

¡Sí, sí quiero!

Pero no puedo.

Abro mis ojos, la telaraña que los cubre, no se si es por el sueño inacabado o por lágrimas de impotencia.

Pongo los pies en el suelo, siento que un león rugiendo está en el trecho de la cama a la cocina, al dar el primer paso cierro los ojos y le observo.

Al tiempo que veo, sin ver, él se fija en mis pupilas alteradas y una daga en el pecho se me clava y los pies en el suelo, que no andan.

Con esfuerzo y aterrado preparé mi desayuno.

En la puerta de la calle me sitúo.

Ahora viene otro reto, debo salir y soy ninguno.

Vuelve el terror a mis gametos y cruzar la puerta es un martirio y me someto.

Cruel es el miedo, la fobia, en propia piel; el mío a salir de casa, pero hay tantos como cien.

Ya he pasado dos manzanas lentamente, pues la mente a cada metro se me para; no puedo, no llego a la hora deseada.

¡Pero gracias a Dios!, un amigo me acompaña y me obliga con ‘almohadas’ a moverme paso a paso, aunque sufro y se me clava en el terror la cuchillada, pero adoro sus palmadas.

Son las diez en la puerta de llegada y espera mi doctor para curarme ese pánico del alma.

Mucho valor camarada, al primer pavor en tu mirada, al primer orín en tu pijama, porque sientes el miedo que te atrapa ¡paso firme! aunque sea entre las llamas de ese fuego que te abrasa.

Pero avanza, una, dos, tres veces o más de diez, pero avanza y verás que tu enemigo retrocede, porque esos pasos, en las brasas de ese miedo que te atrapa, son la lanza que taladra al del terror, que no existe, pero si agobia tu alma, porque vive en tu morada.

Avanza, avanza, avanza, ¡ante el miedo avanza! aunque te duelan los dedos de los pies en esa danza.

Pero avanza, no te vuelvas para atrás, porque el miedo te atenaza.

Y cada vez que así lo haces, el coloso retrocede, retrocede, a su casa desinflada.

Ya con él tú puedes, pero no bajes la guardia, volverá cuando no esperes, te acorralará en su treta, pero avanza, no le concedas un metro, avanza, avanza entre la jungla de sus cuchillas afiladas, avanza, avanza.

Volverá aunque ganes las batallas y cuando lo haga, avanza otra vez entre sus uñas que estarán ya desgastadas.

Porque las garras de sus patas serán harto quebradas, se desgastan cuando avanzas y le toca retirada.

Y avanza, avanza, ya solo hace rasguños, pero avanza.

Pero nunca bajes tú la guardia, volverá si te acobardas, avanza, que le toque retirada.

El camino es lento y duro y de lágrimas calladas, pero avanza aunque no te queden ganas, avanza, haz lo que tu agenda tenía programada.

Y a medida que te enfrentes paso a paso, poco a poco, a tu vida acorralada, se abrirán puertas a todo y a tu alma ya al miedo acostumbrada.

Nunca evites la cornada, de ese toro que no es nada, ni te vayas a otra ruta más guardada, porque si lo haces de ese modo, al final, no habrá ruta sin cornada.

No evites a los miedos porque no sirve de nada, enfrenta su mirada y avanza con tu agenda programada aunque sea lentamente, porque a medida que tú avanzas, tendrás cerca un mañana donde el miedo ya no es nada.

Y llegará por fin el día en que tu mente quedará ya acostumbrada a los miedos de tu alma, tantas veces maltratada.

Y como al ruido de las bombas ¡en el frente! cuando la guerra está avanzada; se le pierden los respetos por costumbre a tal espada.

Así ocurre con el miedo; la costumbre de tu mente a tal quimera hará que de tu vida saques más provecho, porque el miedo se calmó, aunque seguirá al acecho de tu alma mejorada.

La costumbre a ese ingrato camarada dejó tu alma vacunada y será tu bálsamo y pomada.

Pero avanza, avanza.

Y pasaron muchos días, muchas y muchas jornadas, pero avanza, no retrocedas por nada.

Hice caso a mi doctor y mi alma está curada de los miedos y sus danzas.

Pero avanza, volverá si los pies de tu coraza se quedan en parada.

Pero avanza, pero avanza, pero avanza, no retrocedas por nada.

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