Daremos cuerda otra vez al reloj de la infancia, por si acaso. En estas mañanas de invierno, heladas como el filo de una navaja, donde ya florecen los almendros.
El corazón siempre abierto, de par en par, seguro que nos cabe el mar.
Febrero llegó con su verdad y su desvarío. Me trajo la risa limpia, el afecto, en la mirada digna de mi madre. Enero se despidió pensando que nos siguen traicionando los relojes de la nostalgia. A mi hermana le regaló, en el último suspiro del mes, una hoja más de calendario, o una metáfora de ilusión y vida.
Entre el día y la noche no hay pared. A los ciudadanos nos enfurruñan mucho los modos y maneras de nuestras señorías y personas que nos representan en los distintos organismos públicos, sean del partido que sean, cuando se lanzan a la gresca, vocean, se insultan con palabras gruesas, de mal gusto, vocabulario soez, barriobajero, con la navaja en la liga y tal que así.
Al parecer, recientemente un concejal de Aragón enjaretó algo así como “ese tipo con cara de p…” (léase, atributo masculino), refiriéndose al alcalde de Madrid. Habría que multarles con retirarles el sueldo, que es lo único que les duele. Juntarnos con ellos nos enfarrullarían en el pecado, que se vayan s´hacer puños pa joces.
En Badajoz seguimos cerrando la puerta para que no se escape el arte. Sería difícil dar información de todas las actividades que se celebran.
En el centro de mayores de Santa Marina el club de lectura celebró su acto mensual, organizado por la Concejalía de Servicios Sociales que dirige Antonio Cavacasillas y coordina María Muñoz. Recital poético. Flamenco y poesía ‘Por las esquinas del agua’. Al cante María del Carmen Torrado, a la guitarra José M. Trejo. Cantautor Antonio Requejo. El equipo técnico, proyección y fotografía Javier G. Lena y Javier Paule. Leyeron y declamaron algunos de los componentes del propio club de lectura, entre ellos Margarita Pereira y Lorenzo Aramburu. Asistió mucho público dentro de las normas Covid. Otros artistas se sumaron a esta actividad y quisieron estar presentes, como Nando Juglar o Javier Feijóo, entre otros. Se armó el estrapalucio.
Disfrutamos visitando la exposición de Guillermo Silveira con motivo de su centenario Un lujo, cuadros de enorme belleza. Allí coincidimos con el pintor y escultor alconchelero Antonio Vázquez. Comprobamos cómo una profesora en perfecto inglés (supongo) explicaba a los alumnos los cuadros del maestro.
Las Candelas de Santa Marina, pórtico del carnaval a un punto y seguido, ya está en marcha. El día 2, fiesta religiosa, presentación de los niños nacidos en 2020 y 2021 y entrega de crucecitas. Un acto entrañable. Paula y Álvaro estarán presentes. Con la mirada de un mañana alentador. El 4, pregón de las Candelas y presentación del candelero. Y el sábado 5, día grande, desfile de comparsas, artefactos y quema del marimanta. Tienen mirada propia, en la caligrafía del fuego.
No se lo puede perder. No hay excusas, si acaso un exceso de ternura.
El carnaval de Badajoz ya es internacional. Después de 10 años de lucha ya puede presumir de estar entre los mejores del mundo. Ya tiene nombrado a su pregonero, Mario Vaquerizo. División de opiniones. Ya saben, lo de siempre.
Y siguen llegando libros, en el altizonado perendengue de este invierno frio que parece que no se acaba (cartas de amor, pocas o ninguna, ¡ay! aquellas cartas de aquel tiempo, ya tan lejano, ¡joé qué rabia!).
‘De repente la vida’ de Magdalena de la Fuente. 100 relatos o reflexiones, con 10 fotografías. De este libro da buena cuenta Tomás Martín Tamayo en su magnífica y amplia y elegante reseña que aparece en el periódico Hoy. El sábado 29 de enero. Nos sorprende esta escritora y fotógrafa de Puebla de la Calzada. Edita Abismos del Suroeste, con gran acierto.
En la Rucab asistimos a la presentación de otro libro, ‘Miguel Celdrán Matute. La sencillez te hace grande’, coordinado por el periodista y jefe de prensa del Ayuntamiento de Badajoz, Juanma Cardoso, y editado por Fundación CB. Acudió mucho público, dentro de la normativa Covid. Se proyectó un video muy emotivo en el que opinaban sobre su vida y obra su familia y algunos de sus más íntimos amigos; y en verdad que a más de uno se le escapó alguna lágrima, de la emoción.
Recordamos a aquel político que nos sorprendió a todos con su cercanía y su deslumbrante desparpajo. No era fácil gobernar en aquellos años, mediados los 90, con un ayuntamiento endeudado y una ciudad descascarillada, sobre todo su casco histórico, hecho unos zorros y con las arcas municipales huérfanas de pesetas (de las de entonces).
Luego se convirtió en una voz generosa y sobresaliente en su partido (que según algunas voces autorizadas, al principio no le creían ni le querían como candidato), pero inventó otra forma de hacer política, supo renovar su partido y Badajoz le premió con tres mayorías absolutas, por su cercanía, su sencillez, honestidad y su gran equipo (como a él le gustaba decir).
Muchos son los que escriben en este libro, de toda clase y condición. En mi humilde escrito ‘Las miradas de Celdrán’, escribo esto: “No era gitano, pero sí era de Badajoz, (parodiando a Porrina de Badajoz, en su afamado fandango), cuarto y mitad de extremeño universal, o mejor dicho tres toneladas y media. Defendía a Badajoz en voz alta, aquí, en Mérida que estaba el gobierno regional, y en Madrid ante el gobierno nacional, sin recular ni un solo centímetro. Le ponía voz, y mucho corazón a las reivindicaciones de su ciudad”.
La vida no es lo que viene sino lo que cada uno, en un momento dado, vamos a buscar.
Su mirada era como una sabana de papel, como los pañuelos blancos de los ‘te quiero’, de la lealtad, y de las certezas.
Miguel Celdrán habitará siempre en el desván de la memoria, de los recuerdos y de los sueños imposibles.
Seguiremos robando recuerdos al espejo. Habrá que volver cuanto antes a los abrazos porque en ellos sabemos que cabe el invierno.
Seguiremos en nuestra ciudad, que une voluntades y abraza fronteras, viviendo como sonámbulos. Nos siguen mintiendo los relojes de la costumbre. Queremos que en sus calles, en las lindes de sus barrios, vuelva el sol de un mañana que traiga la esperanza. Queremos también, a ser posible, un exceso de ternura.
– ¡Llena otra vez, Josué, que nos vamos!
