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¡Extremadura, dos rosas que te llenan de hermosura!

¡Extremadura, dos rosas que te llenan de hermosura!

Hoy quiero pediros disculpas, porque excepcionalmente mi trabajo no es un poema (solo al final hago una pequeña estrofa), sino un relato corto inventado con personajes ficticios, pero que transmite una preciosa realidad de dos bellos pueblos de nuestra querida Extremadura.

Esos pueblos o villas son Valdefuentes y Montehermoso, en la provincia de Cáceres, y la historia imaginaria cuenta algo curioso y bonito que afecta a dichas localidades.

Quiero deciros que he puesto todo mi corazón y mi sensibilidad en este trabajo; en cualquier caso si no supe llegar a todos con afecto, pido disculpas.

También quiero dar gracias anticipadas a los dos municipios que son protagonistas de estas letras, por servir como ‘base’ de mi guion. Espero que sea de vuestro agrado.

¡Extremadura, dos rosas que te llenan de hermosura!
11 de agosto de 2023. Diario de Extremadura, en portada: El periodista César Montoro Plasencia publica hoy el artículo que iba a ser editado hace 10 años, momento en que tuvo un accidente que le dejó en coma varios años y exento de memoria algunos más hasta la fecha de hoy, en que se encuentra totalmente recuperado para hacerlo público; ver páginas interiores.

– Abuelo, hoy el periódico habla de ti en la portada. ¿Quieres verlo?

– Lo sé, mi niña; el director del periódico me llamó para decirme que publicaban un esperado artículo mío, le respondió don César a su nieta Celia.

– Abuelo, ¿Y cuál es ese artículo tan deseado?

– Ven, Celia, acércame el periódico y te lo explicare, creo que ya con 15 años tienes edad de conocer hechos familiares que posiblemente no conozcas a fondo.

– Ten, abuelo, ábrelo tú por las páginas centrales y me enseñas lo que publican de ti.

– Mira, léelo tú, Celia, y yo te explicaré todo lo que quieras saber.

– El periodista Cesar Montoro Plasencia, un 10 de agosto de 2013, hace diez años, tuvo un grave accidente de circulación a la entrada del municipio cacereño de Montehermoso, a raíz del cual estuvo ocho años en coma, pero afortunadamente salió del mismo y recuperó dos años después la memoria que había perdido, por lo que hoy, 11 de agosto de 2023, se publica la noticia que hace diez años no pudo escribirse, debido al accidente; el artículo dice…

La niña hace un inciso antes de leer el artículo y comenta:

– Abuelo, cuéntame todo lo ocurrido tú mismo, ya que mis padres me hablaron de ello de una forma muy genérica, pero nunca entraron en los pormenores.

– Está bien, Celia. ¿Por dónde quieres que empecemos?

– Por el día y el momento del accidente.

– Bueno, pues comenzaré. Veras, me dirigía al municipio de Montehermoso en mi coche, tenía la intención de hablar un asunto con las autoridades del pueblo con el fin de tener su beneplácito para escribir un artículo al día siguiente en el Diario de Extremadura. Mi coche, ya con muchos años, al hacer un giro a la entrada del pueblo para salvar un seto, hizo un extraño y volcó, dando varias vueltas de campana, de forma que en principio se temió por mi vida, aunque afortunadamente la rápida intervención de los sanitarios de la localidad hizo que me salvase, pero las consecuencias fueron muy graves.

– Ya sé, abuelo, que estuviste en coma mucho tiempo.

– Sí, Celia; de allí me llevaron a Cáceres, al hospital central, y me entubaron, me llenaron de cables, pero no consiguieron que recuperase la conciencia. Así estuve ocho años, sin moverme ni responder a mi entorno.

– Abuelo, yo recuerdo que mis padres y la familia iban a visitarte, pero a los que éramos más niños nos dejaban en el exterior o en casa, porque no querían que guardásemos de ti una triste impresión, por el estado vegetativo en que estabas.

– Efectivamente, sé por tus padres, y les comprendo, que no querían dejaros esa triste impresión si no salía del coma y fallecía.

– ¿Y cómo recuperaste la conciencia, abuelo?

– Verás, Celia, yo siempre tuve mucha fe en la virgen, especialmente en Nuestra Señora de la Bienvenida, patrona de Valdefuentes, y por ese motivo mi hija, es decir tu madre, colocó una foto con la imagen de la Virgen en mi mesilla; cada día, durante muchos días, le rezaron, y pedían a la patrona de Valdefuentes que salvase mi vida y me recuperase.

Un buen día, al cabo de ocho años, era un 15 de agosto de 2021 cuando los enfermeros intentaban darme la vuelta, y sin querer se movió la mesilla y el marco con la Virgen de la Bienvenida impactó en mi cara, cayendo a la cama, y después al suelo. Al impacto di un grito, en ese instante abrí los ojos y escuché el murmullo de las enfermeras al sentir esa reacción tan inusual de mi voz, que no se había despertado en ocho años.

– Abuelo, y después de tu grito, ¿Qué sucedió?

– Mi querida niña, llamaron rápidamente a los doctores, por lo insólito del caso, y me incorporaron en la cama, notaron que primero lloraba, luego los miraba con sorpresa y balbuceaba algunas frases, aparentemente sin sentido.

– ¿Cuáles eran esas palabras, abuelo?

– Pues, según me contaron, porque yo no lo recuerdo, dije “Moso, no, no, no”.

– Y eso, abuelo, ¿Tenía algún significado?

– Pronto los neurólogos le dieron un sentido.

– ¿Cuál, abuelo?

– Verás, yo me dirigía a Montehermoso, aquí en la provincia de Cáceres y analizando con un poco de sentido común la frase guarda relación.

– ¿Por qué, abuelo?

– Bueno, Montehermoso comienza con la sílaba ‘Mo’ y acaba con la sílaba ‘so’; uniendo las dos sílabas se obtiene la palabra que yo pronuncié en mi despertar del coma. Según los doctores, bien podría estar expresando un grito de dolor en el instante del accidente, para decir “Montehermoso no, no, no”, como grito de impotencia al ver que el coche se me iba de las manos, y mi viaje y mi cometido en esa localidad se frustraba.

– Pues tienes razón, abuelo; visto así, tiene mucho sentido. Y después ¿Qué ocurrió?

– Llamaron a tu madre y a tu tía, mis dos hijas; las hicieron partícipes de tan gran noticia, pero a la vez fueron informadas de que ahora venia una fase dura y difícil, porque mis recuerdos y mi memoria habían desaparecido casi por completo, e iba a necesitar el apoyo de los neurólogos y psicólogos con el fin de tratar de recuperarme para la vida normal, aunque no garantizaban que, después de ese proceso, que sería largo y duro, recuperase totalmente mi memoria y mi estado emocional.

– Yo sé, abuelo, porque nos lo contaron a los más pequeños, que “saliste de tu sueño”, así lo denominaron para decírnoslo, y que luego te pusieron en manos de los doctores durante casi dos años, pero los detalles de la terapia para recuperarte no llegaban a nosotros, salvo alguna cosa puntual relacionada con el municipio de Valdefuentes, que supongo tenía más de anécdota emotiva que de otra cosa y por eso pasaba el filtro para los más niños.

– ¿Y qué os contaron a los más pequeños, Celia?

– Pues, abuelo, que en varias ocasiones el equipo que te atendía te ponía fotos de Valdefuentes, sus calles, su plaza, su picota, su iglesia, su Virgen, y reaccionabas con frases que empezaban a tener sentido.

– ¿Y qué decía, Celia?

– Pues, según nos contaron, expresabas emoción, llorabas, y decías “mi querido pueblo”, “mi Señora”.

– En efecto, Celia, eso fue así.

– Este proceso fue lento, muchas veces mi recuperación se quedaba en esas frases y volvía a un estado de inconsciencia para lo demás. Hasta que, poco a poco, según pasaban los días y los meses, los médicos, en su terapia, iban incorporando más y más imágenes de esos lugares y de mi vida familiar, empapando mis oídos con música de los festejos populares de ese municipio y de la tierra cacereña, y de acontecimientos familiares vinculados con mis hijas, mis nietos, mi familia, y gracias a Dios todo eso y los cuidados médicos fueron despejando ese bosque oscuro que había dentro de mi cabeza; era como si cada foto, cada imagen, abriera poco a poco una ventana, una puerta en mi mente. Sentía, al escuchar la música vinculada a mi vida, a mis emociones, como si un sonido lejano llegase a mis oídos y a través de ellos a mi mente, que me gritaba “ven, ven, ven aquí que esto fueron afectos y sensaciones algún día para ti”.

– Qué emocionante abuelo, y a la vez qué bonito debió ser descubrir que tu vida antes del accidente no había muerto para ti, sino que se había dormido y al empapar tus sentidos, con aquellas vivencias, tus recuerdos y tu memoria despertaban a la vida otra vez.

– Pues sí, Celia, estas situaciones tan dramáticas, la mayor parte de las veces no se resuelven jamás y acaban con la persona en una situación vegetativa, sin esperanza alguna, para drama y dolor del propio afectado y de toda la familia.

– ¿Tú crees, abuelo, que tu fe y tu devoción a la Virgen pudieron ayudarte a recuperar tu vida?

– Pues no es que lo crea, Celia, es que estoy seguro.

– ¿Y por qué estás tan seguro, abuelo?

– Pues porque yo, el día del accidente, llevaba un mensaje para la devoción a la Virgen, y ese mensaje era lo que iba a publicar en forma de artículo, en el Diario de Extremadura al día siguiente, y estoy seguro de que la Virgen no permitió que me fuera de la vida o de la memoria sin poderlo publicar.

– Abuelo, ¿Y cómo fue que tienes tanta devoción a nuestra Señora de la Bienvenida, la patrona de Valdefuentes?

– Verás, Celia, empezaré diciéndote que soy creyente, tengo fe en Dios y en todos los actos que promulga la Iglesia
Católica. Partiendo de ese planteamiento cristiano, siempre estuve dispuesto, como profesional de la información, a cubrir la infinidad de acontecimientos religiosos de toda la provincia, tanto en sus fiestas principales como en romerías y otros acontecimientos de este tipo. Es por ello que Valdefuentes ha sido para mí en muchas ocasiones mi casa, porque lo he visitado mucho, para informar respecto a sus fiestas patronales en honor de Nuestra Señora de la Bienvenida en agosto; también en honor a su patrón, San Agustín; o en la romería de la Magdalena, después del Domingo de Resurrección.

– ¿Y la fiesta de los Tableros, también la cubrías, abuelo?

– ¿Cómo conoces tú esa fiesta, Celia?

– Porque en alguna ocasión he venido con mamá y la tía, invitadas por gente del municipio y la hemos disfrutado, es posible que al estar de viaje no te llegase.

– Pues sí, Celia, claro que sí, la fiesta de los Tableros, en honor a la virgen del Rosario, el primer fin de semana de octubre, la he cubierto muchas veces para mi periódico y también para emisoras de radio de la provincia de Cáceres. Ciertamente tenía conocimiento de tus visitas a Valdefuentes, si bien hay detalles que aún se me olvidan.

– Abuelo, ¿y por qué no tenía yo toda esa información?

– Pues muy sencillo, Celia, porque todas esas experiencias eran parte de mi trabajo y, salvo en algunas cosas puntuales, mis desplazamientos o estancias no eran del total conocimiento familiar, aunque obviamente la abuela estaba siempre al tanto de mis viajes. Es por eso que en mi carrera de periodista he cubierto muchas veces los acontecimientos festivos de Valdefuentes, durante tantos años de profesión.

– Pero dime, si este trabajo lo desarrollabas en toda la provincia, ¿Por qué existe un vínculo y una devoción más especial con Valdefuentes que con ningún otro lugar?

– Me alegra que me hagas esta pregunta; seguramente esto que te voy a contar no es muy conocido por toda la
familia, creo que lo conté pocas veces. En mi niñez pasé algún verano en dicho pueblo, invitado por amigos de la infancia de mi colegio de Cáceres, que residían allí en sus vacaciones, y guardo bellos recuerdos de aquellos días.

– ¡Gracias, abuelo!, pero tengo algo más que preguntarte.

– Dime, Celia.

– El día del accidente te dirigías a Montehermoso; ¿Acaso tienes unos vínculos similares con esa tierra?

– No, precisamente ese pueblo es de los pocos que en la provincia no había visitado para cubrir acontecimientos de ningún tipo, y religiosos tampoco.

– Entonces, abuelo, ¿qué te llevó allí ese fatídico día del accidente? No lo entiendo muy bien.

– Verás, Celia, a pesar de mis conocimientos de las tradiciones y los festejos en honor a la fe de muchos municipios, por mi trabajo, de Montehermoso (no sé muy bien la razón) quizá el destino no quiso que supiera antes algo que había
descubierto en la semana previa al accidente y que me abrió la mente para escribir el artículo que, desgraciadamente, no se pudo publicar en aquellos días de agosto de 2013, y gracias a Dios se publica hoy, pero lo cierto es que hasta esos días, no tenía vínculo con Montehermoso.

– ¿Y qué habías descubierto que causó tanto interés en ti?

En ese instante suena el teléfono de don César, y queda cortada la conversación con su nieta. Él toma el teléfono y lo atiende, se escuchan frases de fondo, por la tranquilidad de la estancia, que quedó muda al callarse la niña.

“… don César, ¡Enhorabuena!, magnífico artículo, ha merecido la pena esperar diez años para leer algo tan hermoso y emotivo para la fe de la iglesia”.

Acabada la conversación, Celia iba a seguir preguntando, pero no hubo lugar a ello; sonó nuevamente el teléfono y el señor Montoro atendió otra llamada. Se escuchó la voz del vicario del obispado: “le paso con el excelentísimo señor obispo, ¡Quiere felicitarle!”.

“… ¡Amigo César, mi más cordial enhorabuena por su artículo! Algo que lleva existiendo en nuestra provincia desde hace tantos siglos, algo tan bonito y evidente, y ha tenido que haber un accidente y esperar diez años para que alguien haya dado luz a una evidencia tan querida y devota, como usted ha hecho; vuelvo a darle las gracias”.

– Gracias a usted, monseñor, es para mí un honor recibir su beneplácito; solamente permítame que le diga, o más bien que le lance el guante, para que mi deseo expresado en el artículo se haga realidad.

– No se preocupe, don César, a partir de su artículo yo me pongo a su disposición para hacer realidad sus deseos; estoy convencido de que toda la provincia compartirá sus anhelos, en especial Valdefuentes y Montehermoso.

De momento no hubo más llamadas, o más bien el abuelo no las atendió para seguir la conversación con su nieta Celia.

– Mi niña ¿Por dónde íbamos en nuestra conversación?

– Te preguntaba, abuelo, qué era lo que habías descubierto de Montehermoso, que tanto te llamó la atención, para dirigirte allí, en el día de tu accidente.

-Pues un detalle fundamental, que posiblemente muchos ciudadanos extremeños también lo hayan percibido, en relación a sus costumbres y devociones; algo que desvelo en el artículo que hoy publica mi periódico y que debía haberse publicado hace diez años de no ser por el accidente, algo por lo que yo viajé a Montehermoso aquella mañana de agosto de 2013 y que iba a dar lugar a mi visita a las autoridades de dicha localidad, con el fin de ponerles al corriente del articulo que iba a publicar al día siguiente.

– Abuelo, me muero de ganas y de curiosidad por saber ese secreto tan bien guardado durante diez años, dime ya a qué te refieres cuando hablas de ello.

– Te diré que afecta a los dos municipios de los que hemos hablado en este rato de charla; tanto a Valdefuentes como a Montehermoso les atañe y seguramente les llenará de orgullo lo escrito y tomarán una decisión en torno a lo que se plantea en él.

– Es más como te he dicho, Montehermoso iba a ser informado de mi texto, es por ello que me dirigía a esa la localidad en la mañana del accidente; para Valdefuentes iba a ser mi ‘regalo’ en forma de sorpresa, porque entendí que era algo muy suyo, y ello me obligaba moralmente a tener, antes de publicarlo, el beneplácito del otro municipio.

– Abuelo, creo que moriré de curiosidad si no despejas pronto mis ansias de conocerlo.

– Está bien, Celia, serás tú misma quien, leyendo mi artículo de hoy en las páginas interiores del Diario de Extremadura, dejes colmadas tus ansias de saber tan deseado secreto; pasa ya sin más dilación a leerlo.

– Gracias abuelo, leo entonces.

Diario de Extremadura
¡Bienvenida a la Virgen de Valdefuentes!

En primer lugar quiero dar las gracias a todas las personas que habéis contribuido con vuestro apoyo, con vuestro entusiasmo y con vuestra profesionalidad, a que yo hoy, 11 de agosto de 2023, esté aquí escribiendo con la misma ilusión que lo iba a hacer aquel 11 de agosto de 2013 y no pude hacerlo por tener el día anterior un trágico accidente en la localidad de Montehermoso. En aquella fecha, yo llevaba escrito algo que quería dar a conocer a las autoridades de dicho municipio antes de publicarlo y decía lo siguiente:

“Como cristiano, como creyente, como hombre de fe, me gusta ponerme al día de todas las costumbres y actos de devoción, de cada lugar de Dios a sus patronas y patronos. En este menester me hallaba cuando descubrí que la patrona de Montehermoso era la ‘Virgen de Valdefuentes’. En aquel instante a mi corazón le embargó la emoción, pues al pueblo de Valdefuentes, cuya patrona es Nuestra Señora de la Bienvenida, me unen lazos afectivos importantes. En ese momento no pensé que la coincidencia semántica que ponía el nombre de ‘Valdefuentes’ más allá de mi querido municipio fuera eso, solo una coincidencia, sino que más bien entendí que era un ‘lazo divino’ que hermanaba a las dos localidades cacereñas, en un azar de palabras, y que tal hecho debía de conocerse y plasmarse en un ‘acto de hermanamiento’ entre las dos localidades, Valdefuentes y Montehermoso, que diera lugar a un reconocimiento mutuo y compartido de homenaje a la Virgen de cada localidad.

Queridos vecinos, queridos paisanos, este era el mensaje que iba a escribir en el Diario de Extremadura un 11 de agosto de 2013; un accidente me lo impidió, pero, gracias a Dios, diez años después, hoy 11 de agosto de 2023, lo publico para todos.

César Montoro Plasencia

– Abuelo, qué historia más bella; tienes toda la razón, es muy emotiva para la devoción a la Virgen y para el corazón de las gentes de ambos municipios. Pienso que ha merecido la pena esperar para conocer algo tan bonito. Creo, abuelo, que hay un ‘lazo divino’, como tú decías, en esta espera.

– Me alegra, no sabes de qué forma, que valores de este modo mi artículo, mi niña; va para ti y para todas las personas de fe. ¡Dame un beso, Celia!

– ¡Claro, abuelo, con todo mi corazón!

Poema a la Virgen
La Virgen de ‘Valdefuentes’
Patrona de Montehermoso
Es Señora ‘Bienvenida’
Con fervor respetuoso
Por todas aquellas gentes
De esta villa tan querida
Que se llama Valdefuentes

Los personajes y el relato son ficticios; no así el hecho de que las patronas de los dos municipios responden a lo escrito, así como el deseo de que este relato inventado dé lugar a una realidad futura, el hermanamiento de ambos pueblos en honor a sus patronas, cuyo vínculo semántico es cuando menos curioso.

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