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‘Happycracia’, una felicidad impuesta

'Happycracia'. una felicidad impuesta
Foto: Amparo García Iglesias

Cuando todo parece derrumbarse a tu alrededor y no encuentras a nadie ni nada en que apoyarte, el mayor acto de coraje es simplemente levantarte y enfrentarte a un nuevo día. Quiero dedicar este articulo a todos, pero principalmente a aquellas personas que en nuestras sesiones de psicoterapia aprenden a abrazar el miedo o la soledad que sienten y lloran si lo necesitan. Son tan fuertes y conscientes al exponer su vulnerabilidad que esto les ayuda y me ayuda a acariciar sus sentimientos con ternura y cariño.

Nos cuesta horrores decir que algo nos duele o no nos está saliendo bien, que estamos enfadados y ni siquiera sabemos por qué, que hay noches que nos cuesta conciliar el sueño, que tenemos miedo a enfermar o a la muerte. Es más aceptable en la sociedad en la que nos movemos poner frases motivadoras y sonreír, aunque por dentro estemos encharcados en lágrimas; es este el motivo por el que cada día más me gusta y amo mi trabajo, porque encuentro a las personas tal cual son, reales.

Como psicóloga estoy cansada de la gente que finge que su vida está genial; simplemente es un mecanismo de defensa hacia sentimientos que creemos que socialmente son mejor aceptados. Si realmente la cara que intentamos mostrar al mundo fuera cierta, la incidencia de ansiedad, trastornos depresivos y suicidios no aumentarían a la velocidad de vértigo que lo están haciendo.

La trampa de la ‘Happycracia’ alimenta la insatisfacción constante y la intolerancia al malestar, y viene a decir que si estás triste se te va la mitad de la vida. Muchas personas se preguntan “¿Solo a mí me pasa que necesito estar aislado sin querer hacer nada, ni saber nada de nadie? ¿Y si no soy tan productivo como los demás creen?”. Las personas asocian la felicidad con productividad y rendimiento, persiguen proyectos que en muchos casos les genera ansiedad, frustración y una forma obsesiva de llegar a la meta. Si aportas lo que sabes, siendo quien eres, no lo que todo el mundo cree que eres, conseguirás simplemente ser más humano.

No debes sentirte culpable si no te sobrepones tan fácilmente a las dificultades; cada uno necesita su tiempo y hay amaneceres que cuesta desperezarse y estar fresco y activo para arrancar el día.

Me gustaría que el vinilo decorativo que pongas en el espejo te recuerde cada mañana que puede existir dolor, miedo, tristeza, ira, heridas emocionales… y que cada uno de nosotros somos sensibles y vulnerable a la vez.

Tengas el día que tengas, acéptate a ti mismo, date permiso para sentir; es un acto natural y una respuesta saludable del organismo. Recuerda que hay días que todos, sin excepción, nos levantamos con el pelo raro y alborotado.

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