La reconocida autora Inma Chacón vuelve a sorprender a sus lectores con su última obra, ‘Los ojos de Bruna’, una novela histórica que mezcla de secretos, emoción y suspense.
Ambientada en la España rural del siglo XIX, la historia se centra en una saga familiar marcada por la tragedia y el misterio. La trama se desarrolla en la Hacienda de la Cumbre, donde una noche de diciembre de 1870 un grito desgarrador rompe la paz del pequeño pueblo de Aldea del Risco. La hermana del terrateniente encuentra a su sobrina de 18 años asesinada, con un corte limpio en el cuello. La tragedia se suma a la historia de la familia, ya que años atrás, el vizconde de Altaslomas perdió a su esposa en un incendio que también dejó ciega a su hija, ahora víctima de un brutal asesinato.
La investigación se complica por la extraña relación entre la víctima y su padre, quien no colabora con las autoridades. Sin embargo, la tía de la joven, única testigo de los hechos, recuerda haber visto a dos hombres embozados saliendo del patio. La Guardia Civil se enfrenta al desafío de desentrañar la verdad en medio de un entorno lleno de mentiras y secretos familiares.
Inma Chacón, nacida en Zafra en 1954, es doctora en Ciencias de la Información y ha sido decana de la Facultad de Comunicación y Humanidades de la Universidad Europea. Con una prolífica carrera literaria, ha sido finalista del Premio Planeta y ha publicado numerosas novelas, poemarios y obras de teatro que han sido aclamadas por la crítica y el público.
‘Los ojos de Bruna’ promete ser una adición cautivadora a la obra de Chacón, sumergiendo a los lectores en una historia rica en detalles históricos y emocionales. Con motivo de su nueva publicación hemos podido hablar con ella.
¿Qué le inspiró a escribir ‘Los ojos de Bruna’?
Me inspiré en un hecho real ocurrido a mediados del siglo XIX en Santa Cruz de la Sierra, un pueblo perteneciente a la comarca de Trujillo. Había escrito un relato corto para una revista y siempre me pareció que la historia daba para una novela de personajes. Quería profundizar en las relaciones humanas y en las condiciones sociales que se dieron en aquel suceso de la España rural.
¿Cómo fue su proceso de investigación para ambientar la novela en la España rural del siglo XIX?
El proceso de documentación fue muy interesante. Me gusta mucho el siglo XIX, ya había escrito otras novelas ambientadas en esa época y el proceso siempre es muy parecido. Lo primero que hay que hacer es leer, lo digo mucho; a escribir se empieza leyendo, para saber qué sucedía en el mundo cuando viven tus personajes, y poder ambientar la novela en el espacio y en el tiempo. Luego hay que ver cómo serían los escenarios, tanto los exteriores como los interiores; me gusta visitar museos para saber cómo irían vestidos los personajes, cómo serían los muebles, los lugares por los que se van a mover, los carruajes, etc.; también utilizo mucho Internet, pero tengo mucho cuidado en saber de qué fuentes puedo fiarme y de cuáles no debo.
¿A qué desafíos se enfrentó al desarrollar los personajes y la trama de esta novela?
Los dos desafíos más importantes son el número de personajes y engarzar las diferentes subtramas con la trama principal. En total, aparecen 43 personajes en la novela. No todos están presentes en todas las tramas, pero cada uno de ellos tiene que tener su propio perfil y su desarrollo, además de establecer relaciones con los otros personajes. Por otro lado, la trama principal de la novela se centra en un crimen y en su investigación, pero yo no quería escribir una novela policíaca, sino de personajes, de modo que tenía que darle su lugar a los avances de la investigación, pero teniendo muy claro que tenía que engarzar varias subtramas para contar la historia de una saga familiar.
¿Qué mensaje o temas principales espera transmitir a los lectores con esta obra?
Yo creo que el mensaje principal sería el que intento transmitir siempre. En todas mis novelas hay un mensaje transversal, más o menos explícito en las historias que narro: nadie pertenece a nadie. Creo que es una de las ideas que deberíamos tener siempre muy claras, y que tiene mucho que ver con las relaciones de poder que se establecen entre los seres humanos. La violencia machista, la violencia sexual, las relaciones de dominación de los poderosos frente a sus subordinados, determinadas estrategias políticas, y muchas otras relaciones en las que se ejerce el poder como una forma de someter al otro.
Mi novela se desarrolla en una época y en un lugar donde imperaba el caciquismo, donde el dueño de la tierra se sentía también dueño de las personas, e imponía su voluntad y sus intereses frente a los de los demás. Afortunadamente, la situación ha cambiado mucho y tenemos herramientas legales para combatir los abusos, pero todavía se dan ese tipo de relaciones en algunos ámbitos. Y muchas veces, en determinadas circunstancias, se impone el silencio para taparlas. Ese sería el segundo mensaje de Los ojos de Bruna: el silencio siempre es cómplice, sobre todo, cuando se mantiene conscientemente, por vergüenza o por miedo, por el famoso “qué dirán”. El silencio muchas veces hace más daño que el propio hecho que esconde.
¿Hubo algún evento histórico específico que influyó en la creación de la historia?
Uno de los hilos conductores de la novela son los descubrimientos científicos de la época. El siglo XIX es muy rico en inventos. Desde la máquina de vapor a las cerillas o la pila voltaica. Quise que en mi novela, como telón de fondo, existiera un paralelismo entre los avances de la ciencia y el inmovilismo social. El conservadurismo frente al progreso. Los carlistas frente a los isabelinos. Los liberales y los moderados.
¿Cómo es ‘Los ojos de Bruna’ en comparación con sus novelas anteriores en términos de estilo y contenido?
‘Los ojos de Bruna’ es la novela más compleja que he escrito hasta ahora. La trama policial era un gran reto para mí. Aunque en todas mis novela hay un misterio que descubrir, en ‘Los ojos de Bruna’ el eje principal era la intriga. Tenía que tener mucha fuerza y mucha presencia la investigación de un crimen horrendo. Fue lo más difícil. La estructura se parece a la de otras novelas, siempre voy trenzando varios hilos temporales que se van entretejiendo a través de las subtramas, y aquí también lo hago, pero sin perder de vista que deben estar al servicio de una investigación policial.
¿Qué espera para esta novela tanto de la crítica como de los lectores?
Hasta ahora, la acogida está siendo muy buena. No puedo pretender que le guste a todo el mundo, pero confío en que siga como ha empezado, con una respuesta muy buena por parte de los que la han leído, tanto críticos como lectores.
¿Hay algún detalle o anécdota sobre la escritura de la novela o sobre su publicación que quiera compartir?
Al final del libro hay una nota en la que hablo de ‘El romance del crimen de La Pacheca’, un poema en el que me inspiré para escribir la novela. El romance se transcribió hace 35 años en un artículo publicado en una revista rural de Valladolid. El autor del artículo asegura que el romance es anónimo. Se conservó durante más de un siglo gracias a la memoria de los vecinos de Santa Cruz de la Sierra.