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La botella de lejía. Grada 156. Amparo García Iglesias

La botella de lejía. Grada 156. Amparo García Iglesias
Foto: Amparo García Iglesias

A veces experimentamos vivencias desagradables que nos llevan a reflexionar sobre la sociedad en la que nos encontramos. El caso de Mercedes es uno entre tantos.

Ella entró en una de estas tiendas donde venden multitud de productos a bajo precio. Era la primera vez que compraba en este tipo de establecimientos unas zapatillas de estar por casa. Tras pagar y entrar en el coche descubrió que estaban descosidas.

Mercedes sopesó varias veces si reclamar u olvidarse del tema, ya que el precio había sido económico, 5 euros.

Al cabo de dos días pensó que, si no reclamaba, el dueño del comercio no sabría la mala calidad que tenía aquel producto.

Decidida, fue a la tienda y le comentó el caso a la dependienta que había tras el mostrador. Ella le dijo que no podía hacer nada, que lo podía haber roto ella.

Mercedes consideró injustas sus palabras y pidió por favor hablar con el encargado.

–Soy yo –le contestó la persona que la estaba atendiendo.

Mientras Mercedes intentaba hacerle entrar en razón, dos dependientes más se aproximaron y le dieron la razón a la dueña. Una pareja, un chico y una chica, de unos 25 años, clientes como ella, esperaban para pagar, y, cuál fue la sorpresa de Mercedes cuando los jóvenes dijeron que Mercedes no tenía vergüenza.

Los cinco se apoyaron como una manada de lobos. Mercedes sintió presión en el pecho y su corazón comenzó a latir cada vez más deprisa; impotente, optó por guardar silencio y dejar allí las zapatillas.

La encargada pareció reflexionar y le dijo que las cambiara por otro artículo. Mercedes, aturdida, se desplazó por aquellos estrechos pasillos; era incapaz de pensar qué necesitaba, y así se lo dijo amablemente a una de las dependientas que hacía unos minutos se había enfrentado con ella.

La dependienta le contestó muy secamente: –El plazo de un vale son 15 días.

Mercedes tomó en sus manos unas cartulinas de colores. La dependienta, que parecía estar vigilándola le dijo: –No puedes volver a descambiar.

Aquellas palabras llevaron directamente a Mercedes a su parte más práctica y racional; ella no deseaba volver allí. Por tanto, compró algo que utilizaría, unas botellas de lejía.

De regreso a su casa Mercedes pensó que el contenido de la botella podía dañar de forma irreversible si no se aplicaba adecuadamente; sin embargo, diluido y utilizado de forma correcta conseguía quitar las manchas.

Es necesario tomar conciencia de los valores que se están perdiendo y frenar con urgencia este tipo de conductas deshumanizadas y antisociales, como la violencia, el odio, o la indiferencia, que hacen tanto daño a nuestras vidas.

La ética se rige por principios universales básicos como la justicia, que permite a los seres humanos convivir con sus semejantes, preservando un ambiente de convivencia en sociedad. De nosotros depende seguir manteniendo cierto equilibrio colectivo y hacer frente a los valores en las relaciones humanas.

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