Los Reyes Católicos tuvieron una intensa relación con la ciudad de Trujillo, y gran amistad con algunos de sus habitantes, especialmente con Luis Chaves el Viejo, en cuya casa fuerte los monarcas acordaron firmar, de allí en adelante, todos sus documentos con las rúbricas de ambos, dando lugar al famoso lema ‘Tanto monta, monta tanto’, que suele acompañar a las flechas y al yugo. También en el palacio de los Chaves la reina Isabel firmó el tratado de Alcaçovas, que ponía fin al conflicto con Portugal, el 27 de septiembre de 1479. Aquí vivieron los monarcas en la decena de ocasiones que visitaron Trujillo.
Custodiando la Puerta de Santiago y lindando con la muralla de la Villa se levanta la casa-fuerte de los Chaves, el más importante de los alcázares trujillanos y uno de los más notables ejemplos extremeños de esta tipología arquitectónica cívico-militar.
A partir de la reconquista cristiana de 1233, tanto el castillo de Trujillo como la muralla experimentan reformas y ampliaciones significativas, incidiendo unas y otras en el paisaje urbano y arquitectónico del Trujillo bajomedieval. De las siete puertas que permitían el acceso al interior de la Villa, en la puerta de Santiago se ubica la casa-fuerte de Luis de Chaves ‘El Viejo’,1 cuya situación junto a la Puerta de la Villa garantizaba la defensa de ella.
Es un palacio austero, pero de grandes dimensiones, cuyos perfiles exteriores están protagonizados por las altas torres que, junto con las de la muralla, formaban parte del sistema defensivo de la Villa y de los accesos a su interior.
Los orígenes del edificio se remontan a la primera mitad del siglo XIV, y se deben a la iniciativa de Juan Alfonso de la Cámara, del linaje de los Altamirano, que fue camarero del rey Alfonso XI. El nieto de Fernán Ruiz de Castro, Alfonso Mateos de Altamirano, cambió su apellido por Mateos de Trujillo, se casó con Teresa Sandoval y fueron padres de Juan Alfonso de la Cámara. Preparó este alcázar como vivienda familiar, donde se iniciará el mayorazgo de Orellana la Vieja, reparando la puerta de Santiago en tiempos de Alfonso XI, tal y como reza en la inscripción:
EN LA ERA DE MIL E CCC E LX E IX AÑOS (1331)
EN EL MES DE EL MUY NOBLE REY
DON ALFONSO VNCENO TRUGLLO
LA SEGUO DEL ALLO QUE EL MURO
DESTA VILLA QUE ES DADA ONDO… (mandó reparar la muralla)
(hay un escudo de Castilla y León, y otro de Altamirano. Fuera, en la hornacina ahora vacía, había una imagen de Santiago en piedra y al lado otro escudo Altamirano).
Anexa hay otra inscripción, donde podemos leer:
ALFONSO MATHEOS DE AL
POSO MATEO DE TRUGSELLO
E EL DIGNO SONAR AL DORSO
E OMENEOL ALABRAR
MEDES PRIMERO DIA DE AGOSTO
DE LA DIGNA ERA SONAR DE CORDOVAR.
Alfonso Matheos de Trujillo tomó el título ‘de Trujillo’ por derecho de familia, ya que en tiempos de Fernando II de León su antepasado Fernando Rodríguez de Castro se convertirá en señor de Trujillo por apresar en 1169 (batalla de Badajoz) al portugués Gerardo Sempavor, que le entrega Trujillo, Montánchez, Santa Cruz y Monfragüe. Por esta causa el apellido ‘de Trujillo’ tiene las mismas armas que los Castro: 13 roelas.
En esta casa viviría hasta que se traslada a otra vivienda de su propiedad, dejando el alcázar a su hija Marina Alfonso de Orellana, la cual había casado con Nuño García de Chaves.2 Los nuevos inquilinos del edificio, sobre el que Juan Alfonso de la Cámara les había otorgado mayorazgo, lo ampliaron para incrementar su nobleza, aunque sería el nieto de estos, Luis de Chaves, quien, mediante importantes obras de remodelación, consiguió dar al edificio el empaque que hoy presenta y que hizo de él en el siglo XV uno de los edificios más importantes de Trujillo.
Tras la batalla de La Albuera, el 24 de febrero la reina Católica negoció la paz desde Trujillo, que se firmó en el Tratado de Alcaçovas, firmado el 4 de septiembre y confirmado en Trujillo el 27 del mismo mes. Suponía el fin de la guerra, la confirmación de doña Isabel como reina de Castilla.
Testimonio de esta importancia que tuvo Luis de Chaves en la vida política de los monarcas Católicos es el hecho de que su casa-fuerte fuera residencia de los Reyes Católicos durante sus visitas a la ciudad en 1477 y 1479. Los escudos que aparecen en diferentes ámbitos del palacio muestran las cinco llaves de los Chaves y las tres bandas ajedrezadas horizontales de los Sotomayor desde que Luis de Chaves se casara con la hija del maestre de Alcántara, don Gutierre de Sotomayor.
Por tanto, los Reyes Católicos tuvieron una estrecha relación con la ciudad; durante sus estancias en Trujillo residieron en el Palacio de Luis de Chaves, ocupando un primerísimo plano en acontecimientos entre los años 1474-1480. Cabe citar el famoso ‘Tratado de Trujillo’, que cerró el enfrentamiento contra los portugueses en la batalla de La Albuera, y cómo la lealtad de Trujillo para con Isabel fue premiada con la construcción de los conventos de la Encarnación, San Pedro y San Miguel, las Casas Consistoriales, la Santa Hermandad y el artístico Rollo; también las exequias por Juan II de Aragón, en la parroquia de Santa María la Mayor.
En un total de siete veces estuvieron los Reyes en Trujillo, según la documentación existente en el Archivo Municipal, en Crónicas y en documentos del Archivo Diocesano de Badajoz, Histórico Nacional de Madrid y de Simancas, firmados por los mismos monarcas.
La relación de Isabel con Trujillo surge cuando no era más que princesa, como lo atestigua la siguiente carta dirigida a Luis de Chaves, por don Juan, Duque de Estrada: “La Princesa. Sabed que por la gracia de Dios soy alumbrada de una Infanta he por su inmensa bondad quedé bien dispuesta de mi salud, lo cual por la confianza que de vos tengo, que deseáis mis servicios y prosperidad, acordé facervos lo sabe, como es razón, con Juan de Castañoso, mi aposentador, llevador de esta, el qual me dio por merced le mandase dar para vos cerca de ello, porque soy bien cierta habréis dello placer. De Dueñas a dos de octubre de 1740.-Yo la Princesa.- Por la Princesa- Alfonso Dávila”.3
La mayoría de los historiadores modernos y antiguos, entre los que se encuentra Francisco de Hinojosa, con su obra ‘Extremadura en el siglo XV’, coinciden en afirmar que en 1474 era señor de Trujillo don Diego López Pacheco. Enrique IV le encomendó que cuidase a su hija la Beltraneja. Las Cortes aclamaban a la hermana del rey, doña Isabel; mas con la tercería de don Diego se concierta en Trujillo el enlace de doña Juana la Beltraneja con el rey de Portugal, Alfonso V. Acudieron al festejo el 1 de mayo de 1475 600 lanzas y 1.000 infantes para reforzar la guarnición del castillo.
Don Luis de Chaves fue fiel servidor de Isabel; a su lado se pusieron también Alonso de Monroy y su hermano ‘El Bezudo’, cuyas espadas eran las más temidas de Castilla. La Beltraneja marchó a Plasencia para tener más seguridad en sus desposorios. Precisamente, Gonzalo Fernández de Córdoba defendió los derechos de Isabel contra la Beltraneja.
Fue eficaz la presencia de soldados trujillanos a favor de los reyes en los primeros días de su reinado, conteniendo en la frontera a los portugueses, mientras ellos los aniquilaban en los campos de Zamora y Toro. Influyeron eficazmente en el resultado de aquella guerra, y con notable ventaja para las armas castellanas, el comendador de León y Diego Ramírez de Segarra, que se apoderaron de la fortaleza de Nodar; o el famoso clavero de Alcántara don Alonso de Monroy, que conquistó la plaza de Alegrete.
La batalla entre España y Portugal quedó bajo el bando de Castilla. El rey decidió alzar en Toledo un monasterio que conmemorase el triunfo castellano, San Juan de los Reyes. Sin embargo, la guerra no acabó hasta el ‘Tratado de Trujillo’, por el cual el monarca portugués renunciaba a sus títulos sobre Castilla. Aquel mismo año murió Juan II de Aragón, a quien heredó su hijo don Fernando. Quedaban tres núcleos independientes en la península: Portugal, Navarra y el reino de Granada.
El 22 de enero de 1478 estaba la reina en Trujillo, cuya ciudad habían escogido para su resistencia el cardenal Mendoza y los del Consejo, como punto céntrico para atender a la guerra y de fácil comunicación para la infanta doña Beatriz de Portugal, tía de doña Isabel. En esta casa-fuerte tuvieron lugar las honras por el rey de Aragón, se firmó la tregua con el rey de Francia y se acordó la fórmula de encabezamiento de las Cartas y Provisiones de los Reyes.
De nuevo residían en Trujillo Fernando e Isabel, en el palacio de Luis de Chaves, cuando acordaron unificar sus reinos y llamarse en lo sucesivo Reyes de España. Luego, para evitar suspicacias entre los vasallos, vino aquel lema ‘Tanto monta, monta tanto’.
Por tanto, en el recinto palaciego de los Chaves fue concebida la unidad de España. Es la hora de plenitud histórica para los trujillanos, que partieron en masa de la ciudad hacia el Nuevo Mundo, plasmando en América jirones del ser hispano: Orellanas, Pizarros, Paredes, Loaisas y Vargas; cuyos hechos gloriosos pasaron los límites de la más loca fantasía.