José Antonio Ramos / Óscar de San Macario
La representación de la muerte ha sido una constante en la Historia el Arte, destacando en la Baja Edad Media la figuración de la danza de la muerte como máxima exponente.
En el convento dominico de San Vicente, actual Parador de Turismo de Plasencia, hay una representación de la muerte con la guadaña. Esta edificación fue fundada por la Casa Zúñiga o Marqués de Mirabel, consecuencia de la necesidad de cumplir un voto particular de doña Leonor de Pimentel, esposa de don Álvaro de Zúñiga, quien viendo en peligro de muerte a su hijo Juan recurrió a San Vicente, recién canonizado, para que lo librase del fatal desenlace. El milagro se obró y el hijo llegó a ser cardenal de Sevilla. Concedida la bula por Sixto IV en 1473 comenzó la obra de iglesia y convento bajo la dirección del cantero Pedro González, autor del puente del Cardenal. El 13 de abril de 1487 se bendijo iglesia, claustro y capítulo por fray Pedro de Villalobos, instalándose la comunidad dominica en el cenobio.
En el centro de la construcción monástica, próximo al claustro gótico, se encuentra el esgrafiado del ‘Memento mori’, entre otras representaciones. El sentimiento de caducidad de la vida domina la idea de la muerte en el Barroco. El campo de cultivo se fue sembrando desde el siglo XIV, cuando la población estaba sumida en una crisis provocada por la peste, el hambre y las guerras, dando lugar a un clima de inestabilidad espiritual y desconcierto, la pérdida de valores por parte del clero y una clara conciencia del pecado.
Estas situaciones extremas encontrarán estímulo en las predicaciones populares de las órdenes mendicantes como los dominicos, con el fin de infundir el temor e inducir a los creyentes a la reflexión sobre la banalidad de los asuntos terrenales como único medio de salvación de las almas. Una actitud que se verá potenciada con la Contrarreforma y el papel decisivo de la Iglesia, contribuyendo a la idea del carácter perecedero de la vida, hasta entonces recluida en los conventos, extendiéndose a la sociedad mediante las artes plásticas.
La iconografía del ‘Memento mori’ (“recuerda que has de morir”) está relacionada con lo funerario, encontrando a finales de la Edad Media representaciones del cuerpo humano en descomposición; y, a partir del siglo XVI, la representación de cadáver desnudo y corrupto y de la muerte, asociada a la idea de la fugacidad de la existencia humana, apropiándoselo la Iglesia, poniendo el acento en el aspecto moralizante con fines doctrinales.

El festival también incluye un amplio programa de actividades paralelas durante el mes de noviembre, como el programa ‘Cine y escuela’ en el Centro Cultural Alcazaba, con proyecciones para escolares; el taller práctico ‘Diseñar para la cámara’, impartido por el director de arte Damián Galán Álvarez, los días 8 y 9 en la Sala Trajano; un concierto el 16 de la Banda de Música de Mérida en el Centro Cultural Alcazaba; o la exposición de los 20 carteles oficiales del festival del 17 al 30 de noviembre en el mismo espacio.