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Libro blanco del Observatorio de la Sostenibilidad y la Accesibilidad en la Vivienda. Grada 173

Libro blanco del Observatorio de la Sostenibilidad y la Accesibilidad en la Vivienda. Grada 173
Foto: Unsplash. Kara Eads
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El Observatorio de la Accesibilidad y Sostenibilidad de la Vivienda en Extremadura, proyecto liderado por Cívitas, cuenta con la participación de instituciones, profesionales y empresas que están vinculadas al sector inmobiliario, la arquitectura y el urbanismo, la accesibilidad universal, la sostenibilidad, la actividad comercial, la industria y las viviendas para mayores.

Le diferencia de otros observatorios similares que ya existen en España su propósito de abordar los nuevos retos sobre sostenibilidad y accesibilidad en los hogares vinculados al envejecimiento de la población.

Uno de los retos que se había planteado en su primer año de existencia es la elaboración de una publicación sobre las necesidades de habitabilidad de las viviendas y su sostenibilidad, que será presentada próximamente.


José Antonio Granero Ramírez
Socio fundador de Entreabierto

Este libro es el resultado del primer ciclo de reuniones de trabajo, que han servido para enfocar los temas desde diferentes aproximaciones. Un proceso colaborativo, basado en la confianza y la responsabilidad, aprovechando el conocimiento y experiencia de todos los participantes.

Se trata de un laboratorio de ideas, con el objetivo de recoger y difundir las mejores prácticas, así como impulsar la innovación en aspectos claves en el desarrollo de nuestras ciudades y nuestras viviendas, desde la arquitectura, el sector inmobiliario y la industria de la construcción.

Nos enfrentamos a un mundo incierto y cambiante y, para responder a los nuevos retos, es necesario contar con el criterio de los profesionales y expertos. Abordamos los marcos regulatorios, normativas y legislaciones sectoriales, así como las nuevas demandas y necesidades de la sociedad, nuevas tendencias, formas de vivir, trabajar o moverse. El urbanismo y la arquitectura tienen un efecto transformador.

La Covid19 ha devuelto una importancia capital a la salud, y nos ha hecho conscientes de la trascendencia en nuestra calidad de vida del entorno construido, donde pasamos el 90% de nuestro tiempo. Las condiciones y problemas de nuestras ciudades, viviendas, oficinas, hoteles y equipamientos tienen un mayor impacto en nuestro bienestar que, por ejemplo, la genética, el estilo de vida o incluso el sistema sanitario.

Por otra parte, la crisis sanitaria ha venido acompañada de otra social y económica, de la que aún no conocemos sus dimensiones y trascendencia. El reto es la recuperación a través de un desarrollo sostenible; el sector inmobiliario va a tener un papel protagonista, como tractor de la inversión y el empleo y por su trascendencia como gran consumidor de recursos y energía.

La responsabilidad social y medioambiental, claves de la sostenibilidad, hacen imprescindible mejorar las condiciones de habitabilidad, el comportamiento energético y responder a las nuevas demandas de la sociedad. Tenemos la responsabilidad de proyectar un futuro mejor con la mejora de nuestro entorno, las condiciones medioambientales de nuestras ciudades, del parque construido y favorecer el acceso a una vivienda de calidad.

Esta incorporación de la salud y la energía como elementos clave en los proyectos tenía como referencia la arquitectura nórdica desde hace años, pero España tiene todas las condiciones para poder liderar ese mercado, tanto desde el ámbito profesional de la arquitectura y la ingeniería, como de la empresa y la industria de fabricantes.

La experiencia de vivir meses encerrados, compartiendo el tiempo de trabajo y de ocio con el cuidado de la casa y la familia, nos ha hecho conscientes de la importancia de nuestras casas y ha puesto de manifiesto también sus carencias. Aislados, también hemos descubierto el valor de la convivencia, y la satisfacción de lo común, de compartir. Ha llegado el momento de repensar y mejorar nuestras casas y nuestra forma de vida.

La casa tiene una doble dimensión, íntima y social, que han de estar equilibradas. Debe garantizarnos la dimensión privada del confort, de la funcionalidad que tiene que ver con la accesibilidad, la calidad del espacio, la luz natural o la ventilación, junto a la dimensión social de relaciones, de identidad, representación y proyección personal.

Pero la casa es mucho más que el espacio que lo define, que la pura construcción física. Es el lugar de habitar, que viene de tener hábitos, el espacio de las acciones cotidianas y cada vez más de otras cosas. Debe ser motivadora de una forma de vida. En ese sentido, es de destacar la nueva condición de la cocina como lugar de encuentro familiar y social, ligado al estar y la terraza, o del baño como espacio de salud y bienestar.

Capítulo aparte merece la utilización de la casa como espacio de trabajo, por la incorporación paulatina del teletrabajo en muchas compañías. Esta tendencia hará que se compatibilice el trabajo presencial, con las ventajas que tiene el contacto y las relaciones personales en el trabajo en equipo y el crecimiento personal, con el teletrabajo, que permitirá una mayor conciliación familiar y una reducción del transporte y, por tanto, de contaminación.

La casa debe tener voluntad de permanencia, de acompañarnos en nuestra vida. Para ello debe ser un espacio flexible que, sin renunciar al carácter de identidad, sea respetuoso con el entorno y capaz de adaptarse en el tiempo a diferentes necesidades y formas de vida. El trabajo del arquitecto es poner orden en un caos de deseos, emociones y memoria, entre el programa de necesidades y las posibilidades del espacio, entre las condiciones del lugar y la voluntad de proyectar una identidad y representación. Cómo vivimos y cómo queremos que nos vean.

Hablamos de la vivienda de calidad. Del espacio (que es el verdadero lujo), de flexibilidad y personalización, de metros cúbicos, de la luz y del silencio, del valor de lo común en espacios compartidos de trabajo y ocio, de la importancia de la naturaleza y los espacios intermedios de relación entre exterior e interior, así como nuevas tipologías para nuevas formas de habitar, desde el ‘coliving’ hasta el teletrabajo. Hoy a esos valores se le añade la responsabilidad social y medioambiental; así el protagonismo de la nueva vivienda pasa también por la energía.

Ese es el reto de la arquitectura, la investigación e innovación en la creación de espacios que respondan a esas nuevas necesidades y programas que la sociedad demanda para mejorar nuestra forma de vivir. Generar las mejores condiciones de confort y salud de una forma responsable, que proyecte valores contemporáneos, reduciendo el consumo, la generación de residuos y la reducción de la huella de carbono en lucha contra el cambio climático.

Todo ello sin olvidar su importancia en la construcción de un paisaje urbano de calidad. Porque no se puede hablar de vivienda sin hablar de ciudad.

Nuestro tiempo se caracteriza por el continuo cambio y la puesta en crisis constante de modelos y referentes, tanto en lo político como en lo económico y medioambiental. En este mundo global, pocas verdades permanecen inalterables. En este contexto inestable, sin embargo, las ciudades alcanzan su máximo protagonismo y vigencia.

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