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Música callejera

Música callejera
Foto: Unsplash. Ali Burak Subaşi
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Con toda probabilidad este verano, mientras paseábamos por la playa o visitábamos alguna ciudad, nos hemos encontrado en algún rincón, plaza o calle con un artista callejero (músico, dibujante, creador de sombras, escultor de arena, hombre/mujer estatua…).

Aunque hay de todo, sabemos perfectamente cuándo nos encontramos delante de un artista. Son personas dinámicas y llenas de valor que tienen que lidiar diariamente con el rechazo, enfrentándose cada día al reto financiero de vivir con trabajos temporales, a la falta de respeto de la gente que cree que deben obtener trabajos reales, y al propio miedo a no poder trabajar nunca más. Como dice David Ackert, cada día tienen que ignorar la posibilidad de que esa visión a la que han dedicado toda su vida es un sueño lejano.

Con cada año que pasa muchos de ellos miran cómo las demás personas de su edad obtienen los valores de una vida normal: coche, casa, familia… o bien han renunciado a una vida más o menos acomodada para atrapar una vocación, o huyendo de una realidad social complicada. Sin embargo, ellos se mantienen aferrados a sus sueños sin importar los sacrificios, porque como verdaderos artistas están dispuestos a dar su vida entera por un momento en forma de emoción, sentimiento, risa, gesto… que le robe el alma al público.

Los artistas son seres que han probado el néctar de la vida en ese momento detenido en el tiempo, cuando entregaron su espíritu creativo y tocaron el corazón de alguien más. En ese instante estuvieron más cerca de la magia y la perfección de lo que nadie jamás puede estar. Y en sus corazones saben que, al dedicársela, ese momento vale mil vidas más.

Solo por esto merece la pena, al encontrarse con un artista callejero, detenerse y disfrutar de ese momento congelado, para después, si ha conseguido hacernos sentir, aplaudir y sacar alguna moneda. Después de todo, esos pequeños momentos son los que merecen realmente la pena.

De todo esto podemos aprender una lección: el momento presente es el que importa, y lo realmente importante es disfrutar con lo que se hace, haciendo de la vida un disfrute para uno y para los demás. El pasado ya se fue, y el futuro está por venir.

Que la ‘vuelta a la normalidad’ postvacacional saque lo mejor de nosotros como ‘artistas de la vida’ y sepamos disfrutarla como se merece.

Dedicado con todo el respeto y cariño a los músicos callejeros, y a todos los ayuntamientos que facilitan que sus calles se conviertan en escenarios improvisados donde el arte se funde con la vida.

Pedro Monty

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