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Música y ayuno intermitente

Música y ayuno intermitente
Foto: Pixabay. StockSnap
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Cuando muchos nos preparamos para iniciar una dieta esperando averiguar qué lunes es el apropiado para ello me doy cuenta de las semejanzas entre la comida y la música. Por ejemplo, un aperitivo pretende estimular, un plato fuerte aspira a alimentar, y el postre pretende ser una grata reflexión para despedir a los comensales.

A veces, el banquete musical está formado exclusivamente por platos fuertes, como suele ocurrir en los programas de las orquestas sinfónicas. Igualmente, hay mucha música que no requiere una atención especial para gozarla, como los conciertos ‘pop-pulares’, donde no hay más que aperitivos y postres, que no exigen el entendimiento necesario para escuchar música de gran peso y complicación, pues lo que se pretende es entretener con el menor esfuerzo por parte del público.

Comparar el valor de la música ‘pop-pular’ con el de la música llamada ‘seria’ es absurdo. Como lo es comparar un pollo con patatas con un helado de nata y chocolate. Dependiendo del gusto y del momento se elegirá una cosa u otra. No existe ningún tipo inaceptable de música; tan solo ejemplos, de diferentes calidades, desde lo bueno hasta lo menos bueno, en cada género. Encontramos placer e inspiración leyendo novelas o poesía del carácter más profundo, y al mismo tiempo encontramos placer relajándonos con una buena revista.

Volviendo a nuestra comparación gastronómica, las materias básicas de nuestro alimento no invalidan la ‘guarnición’ que las rodea. Honrar todas las clases de música sin falsas pretensiones de comparaciones ilógicas es gozar conforme nuestra naturaleza dicta de una buena salud musical; lo mismo que una dieta variada, rica y equilibrada nos brindará una buena salud.

Claro que, el destino de una pieza de música, aunque básicamente está en manos del compositor y del ejecutante, también depende de la actitud y de la capacidad de los oyentes. Igual pasa con la comida; por muy buena que sea, si no tenemos hambre, no estamos receptivos, o no la sabemos degustar correctamente, en nada se queda.

El comensal-oyente es el que dicta la aceptación o el rechazo de composición y ejecutantes. Los músicos sabemos que la misma música, con los mismos ejecutantes, puede ser recibida de muy diferente manera por distintos públicos. En otras palabras, la calidad apreciada de la música está a merced de la calidad de los oyentes. Por eso, la aventura de aprender a escuchar la música es uno de los grandes goces del contacto con este arte.

Más allá de la lucha contra el ‘top manta’ o la música por internet, conseguiríamos más cosas desarrollando nuestra capacidad para escuchar música desde la experiencia y el aprendizaje; que como oyentes no nos contentemos solo con meternos en un baño emocional, limitando nuestra reacción musical al elemento sensual que produce sentirse rodeado de sonidos. Porque esos sonidos están organizados, y aparte de una llamada emocional estamos recibiendo otra intelectual.

Ahora que nos acercamos a la primavera y queremos ponernos en forma, no estaría mal que también empezáramos con ‘dietas musicales’. Basta solo con escuchar música cuando estemos en casa o en el trabajo, y cuantos más estilos mejor; prestar atención a los elementos musicales que aparecen en películas, anuncios, programas de televisión… y, por supuesto, escuchar música en vivo y en directo.

Mucho ánimo con ambas dietas; seguro que, al final, el esfuerzo ha merecido la pena. Y, si sales a andar, no olvides tu móvil y cascos para escuchar música.

Pedro Monty
Músico y educador

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