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Quien canta su mal espanta

Quien canta su mal espanta
Unsplash. Kyle Smith
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“Quien canta sus males espanta”, dice un refrán español muy antiguo que Cervantes citó en ‘El Quijote’ y que sigue presente en nuestra cultura. Allá por 2007 también fue utilizado como título de una canción del grupo ‘El último de la fila’. Yo lo escuché de mi padre, también cantante, y esta frase me ha acompañado toda la vida, usándola y llevándola a cabo casi como una prescripción.

Y es que cantar nos gusta a todos; algo mágico se desprende cuando lo hacemos, estemos solos o acompañados, lo hagamos ‘bien’ o ‘mal’. Es una actividad de la que todos disfrutamos al llevarla a cabo de forma espontánea. Sin embargo, puede ocurrir que para el que nos escucha no sea tan placentero, lo que nos plantea los siguientes dilemas: ¿Quién debe cantar? ¿Solo aquellos que tienen cualidades para no ‘desagradar’ a los demás? ¿Si canto mal me tengo que esconder? ¿Existe la tolerancia con el canto ajeno?

Para contestar a estas preguntas plantearé las siguientes: ¿Le diríamos a quien no corre a 20 km/h que no saliera a correr porque no es lo suyo? ¿Nos desagradaría mirarlo? ¿Sería inaceptable que lo hiciera en público, o motivo de risa? ¿Tendría que esconderse para no molestar a los demás por no correr como un profesional? Otro símil: ¿Dejaríamos de cocinar a diario porque no somos chefs de cocina? ¿Los demás no deberían comer nuestra comida si no es perfecta?

Suena absurdo ¿Verdad? Pues igual de absurdo es decirle a alguien que no cante porque no lo hace bien, o porque “no tiene cualidades para el canto”. Por supuesto, no estoy diciendo que todo el mundo pueda llegar a cantar a la perfección; lo que digo es que todo el mundo tiene derecho a disfrutar de la experiencia de cantar y no sentirse avergonzado por no ser ‘bueno’ en ello.

Está claro que, si no tienes cualidades, por mucho que te esfuerces no llegarás a lo más alto; ¿Pero hay que llegar a lo más alto para disfrutar de algo? ¡No! Si fuera así, la gente no haría deporte porque no puede ser atleta olímpico, la gente no dibujaría porque no puede llegar a exponer en grandes museos, la gente no escribiría; la gente no haría nada.

Cantar es una experiencia que nos llena de sensaciones y emociones positivas. Una habilidad que se desarrolla con el estudio. El canto depende de una serie de factores físicos que se combinan para producir una voz saludable y agradable a los oídos ajenos y, al igual que podemos entrenar para estar más fuertes o delgados, podemos entrenar nuestro cuerpo para cantar mejor (que no maravillosamente, pues para eso se necesitan condiciones, como en todo), pero sí mejorar y sentirse bien haciéndolo y compartiéndolo.

Como dicen por ahí: “No es magia, es ciencia”; y cada vez tenemos más herramientas para entender anatómicamente el mecanismo del canto, y profesionales más formados para guiarnos en este proceso de aprendizaje; para que “espantes tus males” cuando quieras, sin espantar a tu público, aunque solo sean familiares, vecinos o mascotas.

Amalia Toboso
Cantante y vocalcoach

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