Tratando aún de reposar la multitud de experiencias vividas en mi segundo viaje a La Palma, viene a mi memoria un paisaje sin igual, mezcla de la belleza natural del entorno y del trabajo del hombre durante décadas.
En el extremo sur de la isla de La Palma descubrimos un singular escenario dedicado a la extracción de sal marina, declarado Espacio Natural de Interés Científico en 1994. Este proyecto industrial, que tiene sus orígenes en 1967 con el fin de abastecer de sal a la isla, se ha convertido también en un reclamo turístico de primer nivel. Tanto que es parada obligatoria de los turistas que viajan a La Palma.
Lo primero que apreciamos cuando tenemos estas salinas frente a nuestros ojos es una bonita paleta de colores que incluye curiosos contrastes. Advertiremos las tonalidades azules del océano Atlántico, el negro de la tierra volcánica y el blanco de la sal extraída (totalmente ecológica, es recolectada de forma artesanal utilizando técnicas tradicionales). A ello hay que sumar los destellos del sol sobre estas salinas al atardecer. Un bonito lienzo que el viajero no debe perderse.
Sin duda, estamos en un lugar con magia, distinto, ideal para los amantes de la fotografía, donde no pasa desapercibido un llamativo color rosado, a veces cercano al rojo, sobre las piscinas de evaporación causado por un alga, perfectamente adaptada a lugares hipersalinos, llamada Dunaliella salina.
Estas salinas marinas ubicadas en un espacio protegido, con una extensión de 35.000 metros cuadrados incluyendo piscinas y evaporadores, son las únicas en funcionamiento en la provincia.
Como si fuera una conjunción perfecta, aquí la tierra, el agua, el viento y el sol se alinean para extraer una sal de primera calidad gracias a la evaporación del agua y el aumento de la concentración salina en estas aguas. Una vez extraída es apilada durante un tiempo en forma de pequeñas pirámides blancas para que el sol y el viento la vayan secando lentamente.
Es importante recalcar que, a diferencia de otros lugares, donde la sal se recoge solo una vez al año, aquí pueden realizarse hasta ocho cosechas anuales.
La visita a estas salinas es gratuita y dentro del complejo descubrimos el restaurante ‘Jardín de sal’, ubicado en un edificio totalmente integrado con el entorno. Un lugar donde los productos del océano y la sal son innegables protagonistas. También posee una cafetería con una preciosa terraza donde descansar tomando un café.
Dentro de este espacio natural protegido se encuentra el faro de Fuencaliente, compuesto por dos torres (la antigua y la moderna, de color rojo y blanco). En 2006 se reconstruyó el antiguo faro para ser la sede del Centro de Interpretación de la Reserva Marina de la isla de La Palma.
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