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Haciendo camino juntos. Silvia Tostado, presidenta de Fundación Triángulo y madre de un niño con discapacidad

Haciendo camino juntos. Silvia Tostado, presidenta de Fundación Triángulo y madre de un niño con discapacidad
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Es este el mes de la definitiva apertura a la vida, al disfrute y la diversidad. Extremadura ha demostrado sobradamente que aquí cabemos todos. Somos tierra de diáspora, pero también de acogida, y no hay mayor acogida que la que se hace hacia los que viven aquí, los que aquí quieren tener su futuro, sea cual sea su condición. Por eso somos una sociedad en constante evolución, para construir un futuro habitable. Pero quedan muchas barreras que suprimir, mucho trabajo por hacer para optimizar la vida de todas las personas.

Porque la discriminación existe, y es tarea de todos luchar contra ella. Y puede tener muchas formas. Pueden dar buena cuenta de ello las personas LGTBI y las personas con discapacidad. Y si conjugamos ambas circunstancias los problemas se multiplican. Por eso queremos conocer el trabajo que se realiza para buscar soluciones, de la mano de Fundación Triángulo y su presidenta, Silvia Tostado.

¿Quién es Silvia Tostado?
Soy una mujer de Miajadas, madre de Javier y de Julia, enamorada de mi tierra, activista por los derechos de las personas LGTBI. Tengo la suerte de poder trabajar en el área de Cooperación internacional para el desarrollo de Fundación Triángulo, un trabajo vinculado a mi activismo, que siempre me ha apasionado.

En la Fundación, por una parte, desarrollo una actividad como voluntaria y activista, la relacionada con su presidencia. Sigo siendo voluntaria y militante del activismo LGTBI. Llegué en 2007 y he ido recorriendo espacios diferentes. La Fundación fue una ‘tabla de salvación’ cuando necesité trabajar mi autoaceptación como mujer lesbiana, para resolver dudas y tener herramientas para tratar mi homosexualidad con mi familia; ahí me ‘picó el gusanillo’ y fui ganando en responsabilidad.

Pronto entré en la directiva y cuando José María Núñez, anterior presidente, entendió que su etapa en Extremadura había llegado a su fin y los integrantes de la dirección y del patronato me preguntaron si asumiría el reto lo acepté. Es importante que las mujeres ocupemos espacios en la toma de decisiones y de representación. En el asociacionismo LGTBI era importante que la entidad más representativa estuviese dirigida por una mujer. Es el reto que tengo entre manos.

En cuanto a mi aspecto laboral, trabajo en el área de Cooperación internacional para ayuda al desarrollo, coordino los proyectos de cooperación en otros países que hacemos de la mano de otras entidades similares a ‘Triangulo’ y que están en contextos humanos y legales donde la diversidad sexual y de género es un motivo de persecución, violencia y situaciones vitales muy complejas. Esta tarea me aporta mucho; creo que dedico mi vida a algo que merece la pena.

¿Qué supuso para usted ser presidenta de Fundación Triángulo?
Lo primero un orgullo. Y ante todo una responsabilidad inmensa. Cuando presides una organización representativa de personas que han sido discriminadas por su orientación sexual tienes el reto de hacer un trabajo de representación del colectivo. Es algo que desde muy pequeña aprendí en mi casa, lo importante de ocuparse de las cosas que representan a muchos, de lo público.

Para mí era y es un orgullo, un honor. También en muchos sentidos un desafío, porque yo no vivo en las ciudades importantes. El trabajo que se hizo en Extremadura en defensa del colectivo hay que mirarlo con mucho respeto. Para conseguir lo logrado ha habido que trabajar mucho y ‘romper muchos cristales’, cuestionar muchas cosas en esta tierra cuando era aún más difícil, y ahora tenemos otros retos a enfrentar, sabiendo valorar lo hecho. Al final el tiempo pasa volando, llevo desde 2019 y con una pandemia de por medio.

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Usted y Noelia son madres de dos hijos, uno de ellos con discapacidad. ¿Cómo cambió sus vidas su hijo Javier?
Javier tuvo un desarrollo normal. Nada nos hizo sospechar que tenía una discapacidad. Lo primero que ha supuesto para mí es un aprendizaje y un desaprendizaje. Es asumir los prejuicios que todos tenemos, y que de nuevo la vida me enseñaba que la planificación vital se hace en base a lo que creemos que vamos a vivir como ‘personas privilegiadas’.

Es verdad que la realidad de Javier ha sido algo que hemos ido descubriendo y acompañando. Siempre sus dos madres hemos tenido claro que, fuera como fuera él, queríamos acompañarle respetando su ser. Javier tuvo una regresión del aprendizaje. Aprendió a hablar, a decir las primeras palabras, y empezó a dejar de mirar, de atender a llamadas, etc. Cuando comenzamos a ir a la pediatra creíamos que había algo que no sabíamos ver, pero que su desarrollo no era como la mayoría de los niños. Yo sabía que su desarrollo no era el habitual, y que no le estábamos dando lo que él necesitaba. Sobre el diagnostico de mi hijo tuve que escuchar muchas opiniones absolutamente erradas, como que “estaba muy mimado”, “seguía durmiendo con nosotras y nos manejaba”, etc.

En realidad el nombre del diagnóstico me daba igual. Necesitaba saber que le estábamos dando todo lo que necesitaba, pero algo no le estábamos dando bien. En ese momento fuimos a vivir a Miajadas y el equipo de orientación psicopedagógica de Trujillo fue magnifico. Se tomaron muy en serio la realidad de Javier, nos ayudaron y orientaron, nos informaron sobre recursos e instituciones y a través de otros colectivos llegamos a ‘Inclusives’ y a Apnaba. Pregunté a personas conocidas sobre profesionales referentes en el tratamiento del autismo, porque pensábamos que iba por ahí la cuestión, y nos hablaron de Ana Clara Franco, que para nosotras fue luz. Es una profesional maravillosa, que hizo una valoración muy certera y trabajó muy bien con él.

Javier sigue suponiendo un aprendizaje, con momentos muy difíciles y otros maravillosos. Nos ha dado una perspectiva de la vida que no teníamos y que bienvenida sea. Nunca vivimos su discapacidad como una pérdida, como un duelo. Javier es Javier. Pensar en cómo sería sin autismo es querer inventarse otra persona.

De su discapacidad lo que más me enerva, por así decirlo, es tener que pelear por cada derecho. Me fastidia que el sistema educativo no esté preparado para la inclusión, que a nivel de comunidad autónoma y de pueblo la realidad de las personas con discapacidad siga siendo la discriminación frente al resto de la gente. Estamos avanzando, pero creo que parcheando, sin ir al fondo de las necesidades. Hay que transformar el sistema social para cambiar lo necesario. El problema de la discapacidad es que es muy cansado ser persona con discapacidad o madre de una persona con discapacidad, por tener que estar luchando continuamente. Estoy muy ‘jarta’ de que nos toque luchar siempre a los mismos.

Con la discapacidad sentí que volvía a un ámbito que muchas veces se ocultaba, al igual que la cuestión LGTBI. Yo me planteaba ¿Cómo es posible que, en Miajadas, con 10.000 habitantes, no hubiese una asociación de discapacidad? Al fin hemos creado ‘Miajadas incluye’. No podemos invisibilizar las vidas de nuestros hijos. De la discapacidad hay que hablar, de los niños y niñas y también de los adultos. Tenemos un problema con la infantilización de las personas con discapacidad. Estoy muy harta de esa situación y hay que recordar, incluso a las familias, que no traten a las personas adultas sino como a personas adultas. No son ya niños.

Queda mucho por hacer, pero creo que a mí, personalmente, la discapacidad me ha aportado mucho, como poder hacer cosas con otras familias, acercarte a gente a la que no te acercarías de no tener en común esa realidad, de dar importancia a lo comunitario, algo que no he dejado de hacer nunca. Empecé cuando niña siendo celiaca, continué con el colectivo LGTBI y ahora el mundo de la discapacidad supone otro aprendizaje más, que me confirma aquello que siempre pensé, creí y que me enseñaron mis padres, y es que solo juntos y juntas conseguimos cosas. Al final es lo que ha marcado mi vida, lo colectivo, el saber que juntos llegamos a más.

Hablemos de discapacidad y sexualidad ¿Considera que asumir la sexualidad es más difícil para las personas con discapacidad?
No, pero el problema es que la infantilización de las personas con discapacidad nos induce a negarles el derecho a una sexualidad plena. Se obvia su derecho a una sexualidad plena, y se actúa desde los prejuicios, desde el no permitir. En el ámbito LGBTI, cuando trabajamos con organizaciones de la discapacidad nos damos cuenta de que los chicos y chicas con discapacidad que son LGBTI no solo afrontan la lgtbifobia, es que además se les niega que puedan descubrir su sexualidad de forma plena y libre, que se les reconozca el derecho a una sexualidad total, inherente al ser humano. Como, además, es algo que seguimos sin abordar, ya que las familias estamos tan presentes en la vida de nuestros hijos e hijas, caemos en el error de limitarles o controlarles esta faceta de su vida. En mi caso mi familia fue la ‘última parte’ con la que socialicé mi vida sexual. A los chicos con discapacidad se les impone que tengan que socializar esta realidad con sus familias. Además, en los espacios de socialización de las personas con discapacidad hace falta mucha formación, que hablemos y trabajemos la sexualidad eliminando tabúes y dificultades de cualquier tipo. La superprotección y el paternalismo generan desprotección. No les podemos negar su derecho a una sexualidad plena.

¿Trabajan ustedes en Fundación Triángulo la aceptación de la sexualidad por parte de las personas con discapacidad?
Sí, pero también tenemos que hacer autocrítica. Nos queda mucho por hacer. Es verdad que en ‘Triángulo’ trabajamos para llegar también a las personas con discapacidad. Deberíamos no tener ni siquiera que matizar, sino actuar siempre con interseccionalidad. Las personas LGTBI con discapacidad sufren discriminaciones múltiples. Necesitan atención diferencial y que las entidades adaptemos nuestros medios y entorno.

Tenemos convenios con Plena inclusión, hemos trabajado con personas con síndrome de Down, con entidades de personas sordas, etc., pero queda mucho por hacer. Vamos en el camino acertado, en nuestras actividades tratamos de tener la mirada interseccional. Sirva como ejemplo ‘Los Palomos’, pero hay que mejorar. La inclusión que yo, como madre, pido al resto de la sociedad, también tengo que trabajarla en mi organización día a día, y hay cosas que no hemos hecho bien. No me duele decirlo porque hay que tener voluntad para aprender y que las cosas se hagan mejor.

Los Palomos 2024En breve viviremos una nueva edición de ‘Los Palomos’. ¿Qué significa esta fiesta y cuáles son las novedades este año? ¿Hay alguna actividad prevista para las personas con discapacidad?
Nos estamos empeñando en que las actividades del programa sean todas accesibles. El reto mayor lo tenemos el día de ‘Los Palomos’, que este año contará con la actuación estelar de María Peláe. Hemos trabajado con la Junta de Extremadura en cuanto a la accesibilidad auditiva; y el acceso para personas con movilidad reducida está contemplado como siempre a través de la Puerta de Carros. Yo pediría a quien quiera ir que trate de contactar con nosotros para tenerlo todo previsto y que vaya bien.

En cuanto a novedades específicas, la noticia es que estrenamos el título de Fiesta de Interés Turístico Regional. La principal apuesta de este año es la actuación de la cabeza de cartel, María Pelaé, una artistaza que con sus letras ha demostrado su compromiso con la diversidad sexual y de género, y con otras reivindicaciones como la memoria histórica, el feminismo, la defensa de sus raíces culturales, etc. Seguro que vamos a disfrutar mucho con ella, como con el resto de las actividades, como la ‘Carrera por la diversidad’, con opciones para todos los gustos, la ruta gastronómica y actividades que iremos anunciando. Vamos a conseguir que el 100% de la cartelería sea accesible, estamos en ello. Tenemos un reto con el escenario de Puerta de Palmas, y está prevista una zona para personas con movilidad reducida. Haremos lo que esté en nuestra mano para garantizar la accesibilidad. Reitero, animamos a las personas que tengan pensado ir a que se pongan en contacto con la organización.

Para finalizar, Silvia insiste en la idea de que la lucha de las personas que padecen discriminación, sea por su discapacidad, orientación sexual o cualquier otra circunstancia, solo las ganaremos si las hacemos de todos: “Como cada uno vaya haciendo la guerra por su cuenta no conseguiremos objetivos”.

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