Las pinturas de este artista alemán nacido en 1970 hablan de momentos íntimos, de un dolor indefinido y de instantes de olvido de nosotros mismos en nuestra sociedad. La abstracción y sus representaciones cuestionan la relación entre la observación y la pintura. Las figuras solitarias buscan ponerse en contacto con algo que no es visible dentro de la imagen. Parecen estar dispuestas a soltarse y dispersarse en el entorno inmediato, desprendiéndose e integrándose al mismo tiempo. El fondo abstracto, a menudo compuesto con pinceladas sueltas, interactúa con las figuras, sosteniéndolas o llevándolas consigo.
El preludio de la actitud reflexiva de sus pinturas, tanto en la superficie como en el medio, aborda la materialidad de la pintura a través de problemas relacionados con el ser humano. El espectador está mirando una superficie pintada que no solo tiene su propia idiosincrasia, sino que al mismo tiempo causa la ilusión de un espacio desde donde una vista se abre a otro espacio. Para el artista, el juego de superficies pictóricas y pintadas siempre sigue siendo un serio desafío para el espectador.
Dénesh Ghyczy proporciona esa estabilidad de intención en su propia evaluación de sus temas y asuntos principales, y se expresa a través de su archivo de imágenes con palabras tan claras y concisas como onduladas y curvas son sus pinceladas. El pintor no solo debe pintar lo que tiene delante, sino también lo que ve en su interior; si no ve nada en su interior, entonces debe dejar de pintar lo que tiene delante.
En su obra expone maravillosamente la idea de la fragmentación: ver más de un nivel de realidad o revelar la ilusión de nuestras percepciones superficiales. Construimos nuestra realidad fragmentada dejando a muchos con el anhelo de volver a la fuente, disolviéndose en la naturaleza. Logra este propósito estético con una soltura artística y un alto grado de destreza gráfica, en gran parte mediante la yuxtaposición de sus pinceladas fluidas e intuitivas en contraste con los espacios más rígidos y controlados definidos por las fuerzas geométricas y la cuadrícula modernista.
Los artistas como Dénesh Ghyczy poseen la clase de mirada atenta que tanto el reino mágico como el dominio inexplicable requieren para acceder libremente. Observan lo mismo que todos, miran como todos lo hacemos, pero ven de verdad, como pocos pueden. Traducen la naturaleza inexplicable de la vida cotidiana que espera a quienes tengan la capacidad de atención suficiente para reconocerla. Lo mágico nos rodea en sus múltiples disfraces mundanos y solo espera la ventana perceptiva de un observador culto para entablar una conversación con él. Nuestra mirada suspendida tiene plena libertad para vagar por los espacios relucientes de estas obras misteriosas.
