La adicción al móvil va en aumento en los últimos años. Pasar del uso al abuso de las nuevas tecnologías es relativamente fácil, puesto que se trata de un ‘invitado’ permanente en los hogares. Los niños y los jóvenes actuales han nacido y crecido en presencia de las nuevas tecnologías y las usan de manera innata.
Las señales de alerta son similares a las que produce cualquier otra adicción; así, los niños se vuelven irritables cuando no están en contacto con el dispositivo móvil, tienen cambios de humor, y se calman cuando vuelven a estar conectados. El móvil no se apaga por la noche y los ritmos de descanso y alimentación se ven alterados, así como las actividades cotidianas, que se posponen o suspenden.
Para prevenir la adicción es importante que los dispositivos tecnológicos no estén en el cuarto del niño, sino en habitaciones de tránsito, como el salón o un despacho. Además, un adulto debería acompañar al menor cuando los use, para controlar el tiempo y los contenidos visitados.
También se debería limitar el uso de estos dispositivos, y pactar con los hijos el uso del móvil; por ejemplo, acordar no llevarlo al colegio o a las reuniones familiares, o que los fines de semana solo lo usen para quedar con sus amigos.