Mientras España se emborrachaba de grandes éxitos futbolísticos y tenísticos, cinco mujeres morían en 48 horas a manos de sus maltratadores. La lista es insoportable e inasumible un año tras otro.
Diría que va “in crescendo”, a pesar de las políticas aplicadas para paliar esta desgracia que tenemos encima. Me pregunto si no habría que dar un giro radical en los planteamientos adoptados hasta ahora; no puedo entender que, con tantas iniciativas, tantas personas, tantos presupuestos dedicados a intentar evitar los asesinatos que nos afligen, sigamos sumando víctimas inocentes que no han encontrado una tabla de salvación frente a su enemigo.
Las sonrisas con Alcaraz y ‘la Roja’ contrastan con las lágrimas derramadas por las mujeres de Buñol (Valencia), Salou (Tarragona), Sabadell (Barcelona), Carabanchel (Madrid) y Alicante.
Corremos el riesgo de normalizar estos hechos, a fuerza de verlos en los titulares de prensa, televisión y redes sociales. Tenemos una asignatura pendiente como sociedad. Estemos atentos a nuestro alrededor, no seamos indolentes, empaticemos con los que sufren esta lacra. Está visto que nuestros políticos no encuentran la piedra filosofal.