Era el grupo ‘Zapato veloz’ el que entonaba este pegadizo tema el siglo pasado. A día de hoy, si yo lo tuviera, estaría al lado de los demás tractores que serpentean por tantas carreteras de Extremadura y de otras comunidades, nacionales y extranjeras, para alzar la voz en nombre de los trabajadores del campo y en defensa del sector primario.
Reclaman ayudas y precios igualitarios para poder competir con sus colegas del resto de Europa en condiciones similares. Protestan por la aplicación de la nueva PAC y otras normativas de reciente aprobación, y no cejarán en su empeño de hacerse oír por el Ministerio de Agricultura.
Han conseguido coordinarse a través de las redes sociales, renegando de sus sindicatos, que afirman que los manifestantes son grandes empresarios. Será que la miopía sindical les hace ver Lamborghini en caravana en lugar de tractores…
Asimismo, reclaman la modificación y ampliación de la Ley de la Cadena Alimentaria que evite prácticas desleales y aplique sanciones justas a los infractores.
Quieren pelear y ser escuchados, porque les están literalmente asfixiando. Puede que para el resto de los mortales sea un incordio encontrar cortada una carretera, pero será peor que, en poco tiempo, escaseen los productos que están en peligro de extinción y nos tengamos que alimentar de insectos, hortalizas creadas con impresoras 3D y carnes procesadas de dudosa procedencia.
Así que, venga:
Hay que comprar un tractor/ ya lo decía mi madre/ que es la forma más barata/ de tener descapotable
El festival también incluye un amplio programa de actividades paralelas durante el mes de noviembre, como el programa ‘Cine y escuela’ en el Centro Cultural Alcazaba, con proyecciones para escolares; el taller práctico ‘Diseñar para la cámara’, impartido por el director de arte Damián Galán Álvarez, los días 8 y 9 en la Sala Trajano; un concierto el 16 de la Banda de Música de Mérida en el Centro Cultural Alcazaba; o la exposición de los 20 carteles oficiales del festival del 17 al 30 de noviembre en el mismo espacio.