Los resultados de un estudio de la Universidad de Extremadura sobre la evolución de las temperaturas máximas en la Península Ibérica durante el presente siglo ofrecen un pronóstico pesimista para la región.
En los próximos 79 años seguiremos sufriendo el aumento de las temperaturas máximas, la llegada de olas de calor y eventos calurosos más duraderos e intensos y un aumento constante en la frecuencia de dichas olas de calor; todo ello bajo un escenario de rápido crecimiento económico basado en el uso equilibrado de todo tipo de nuevas y eficientes fuentes y tecnologías energéticas.
Estas son las principales conclusiones del estudio, publicado en la revista ‘Atmosphere’, que ha sido elaborado por el grupo ‘Aire’ de Física de la Atmósfera, Clima y Radiación de Extremadura.
El cambio climático es una de las mayores preocupaciones de los europeos y representa uno de los desafíos sociales, sanitarios, económicos, medioambientales y científicos más importante del siglo XXI. Gracias al trabajo de quienes apuestan por la importancia de la Ciencia contamos con la información necesaria para anticiparnos a lo que nos deparan estos tiempos de gran incertidumbre. Ejemplo de ello es la labor desarrollada en la Universidad de Extremadura por los investigadores del grupo ‘Aire’, que trabaja con modelos climáticos pronosticando las condiciones climáticas que enfrentaremos en un futuro próximo.
Este grupo de investigación se ha ocupado de estudiar distintas variables climáticas, y actualmente se centra, además, en el estudio de sucesos relevantes en las investigaciones de cambio climático, los eventos extremos; así se denominan los fenómenos que son intensos y se producen con poca frecuencia, como ocurre con las sequías, las inundaciones, o las olas de calor. Estas últimas se encuentran entre los eventos de dichas características que afectan a la Península Ibérica, y, a pesar de ser considerados fenómenos raros, cada vez son más frecuentes, e incluso de mayor duración e intensidad.
Javier Portero Serrano, Francisco Javier Acero Díaz y José Agustín García García han analizado la evolución de las temperaturas máximas en la Península Ibérica entre los años 1961 y 2000 para proyectar su tendencia hasta finales del presente siglo, y poder pronosticar lo que ocurrirá con la duración, frecuencia e intensidad de las olas de calor y los eventos calurosos. La originalidad de su investigación reside en el uso de una metodología estadística novedosa en climatología, conocida como ‘Max-Stable Processes’.
Este trabajo no hubiera sido posible sin la participación del personal investigador del área de Estadística e Investigación Operativa del Departamento de Matemáticas y de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet); también se ha contado con colaboraciones previas con universidades y empresas francesas.
Una de las primeras acciones ha sido seleccionar aquellos modelos que, para el período 1961-2000, aportan valores de temperatura más similares a los que fueron registrados durante esos años por 250 estaciones meteorológicas de la Aemet en España. “De esta forma los resultados que se obtienen son más fiables”, matiza Javier Portero.
A continuación han analizado las proyecciones de los modelos elegidos, obteniendo que las temperaturas máximas van a seguir aumentando a lo largo de los próximos años, y que lo harán de forma más pronunciada desde mediados de siglo en adelante. El suroeste de la Península Ibérica (Beja y Faro, en Portugal, y el sur Extremadura y el oeste de Andalucía, en España) alcanzará las temperaturas más altas, pudiéndose llegar a registrar más de 45º a finales de siglo.
Asimismo, se prevé que las temperaturas máximas sean cada vez más parecidas entre sí durante días consecutivos en la mitad occidental de la Península, mientras que en la región mediterránea se registrará mayor diferencia entre dichas temperaturas. En lo que a Extremadura respecta significa que en verano viviremos varios días seguidos en los que la temperatura máxima apenas descenderá, como ha ocurrido el pasado mes de julio.
En cuanto a los eventos calurosos y las olas de calor, existirá un aumento muy brusco en su duración e intensidad; además, el aumento en la frecuencia de las olas de calor se mantendrá constante durante todo el siglo. Los eventos calurosos serán más frecuentes en la región suroeste de la Península, mientras que en el sureste estos eventos durarán más; la duración promedio de dichos eventos en toda la Península aumentará de cinco días hasta casi 24 días; por último, las olas de calor presentarán casi la misma frecuencia en todo el territorio, pero tendrán mayor duración y frecuencia a lo largo de toda la costa mediterránea.
Para una región como Extremadura es de gran importancia que se analice la evolución y la tendencia de las temperaturas máximas. Francisco Javier Acero explica que el valor de este tipo de estudios radica en que el aumento que se está produciendo en dichas temperaturas tiene efecto sobre sectores presentes en la región, como sanidad, agricultura y ganadería, construcción…, además de afectar a la biodiversidad y a la aparición de incendios forestales.
Los resultados de este trabajo pueden servir para orientar la elaboración de las políticas pertinentes. Los investigadores consideran que las Administraciones deben elaborar y llevar a cabo con rapidez los planes de adaptación y mitigación oportunos, ya que todos los estudios de este tipo corroboran que la situación va a peor.
“Lo que está claro respecto al cambio climático es que la acción antropogénica ha provocado esta modificación tan brusca y repentina en las características de los fenómenos extremos”, explica Francisco Javier Acero; “ya no podemos negar que nuestra especie es la responsable de la emisión de las cantidades de gases de efecto invernadero que provocan tal alteración”, añade.
Igualmente, la temperatura media global ha aumentado en 1’1º respecto a la época preindustrial, y serán muy graves las consecuencias derivadas de no limitar dicho aumento de temperatura en 1’5º en lugar de en 2º. Así se expone en el Informe especial sobre el calentamiento global de 1’5º publicado por el ‘Intergovernmental Panel on Climate Change’ en 2018. “Por ello todos los organismos oficiales deben trabajar en la misma dirección”, concluye el investigador. https://public.wmo.int/es/resources/bulletin/el-ipcc-publica-el-informe-especial-sobre-el-calentamiento-global-de-15-%C2%B0c
La pregunta clave es qué podemos hacer mientras tanto. En opinión de los investigadores seguir adquiriendo hábitos más sostenibles es una muy buena opción, que además nos servirá para habituarnos a los cambios que ya se están produciendo. Cómo nos movemos, qué compramos y de dónde procede, cuánto consumimos y reutilizamos, cuál es la eficiencia energética de los materiales y aparatos domésticos… son algunas cuestiones que nos pueden dar pistas sobre cómo contribuir a que la situación no empeore a mayor velocidad. “Aunque nos parezcan pequeñas acciones, todas juntas tienen su efecto”, subraya Javier Portero.
Si miramos atrás comprobaremos que cada época se ha caracterizado por algún desafío que como especie hemos enfrentado y superado, puesto que, de lo contrario, hoy no estaríamos aquí. La crisis climática que vivimos debe convertirse en uno de ellos. Es lo que millones de jóvenes llevan exigiendo desde hace más de un año, dándole voz en todo el mundo a los problemas sobre los que la comunidad científica lleva mucho tiempo alertando que debemos resolver lo antes posible. No podemos olvidar que, como recoge una frase de autoría incierta, la Tierra no es herencia de nuestros padres sino un préstamo de nuestros hijos.
Referencia: Portero, J., Acero, F.J., y García, J.A. (2020). Analysis of Extreme Temperature Events over the Iberian Peninsula during the 21st Century Using Dynamic Climate Projections Chosen Using Max-Stable Processes. Atmosphere, 11(5), 506. https://doi.org/10.3390/atmos11050506
