Un volumen de más de 500 páginas con fotos a color, editado por Diputación de Cáceres, contiene un estudio pormenorizado y completísimo sobre el Pico de San Gregorio de Santa Cruz de la Sierra, que comprende el asentamiento de pueblos desde el Calcolítico hasta la Edad Media.
Bajo el título ‘La montaña sagrada. Historia de dos pueblos: Puerto de Santa Cruz y Santa Cruz de la Sierra’, ha sido escrito por el cronista de Santa Cruz de la Sierra, Francisco Cillán; el profesor de Historia Antigua en la Universidad de Extremadura Julio Esteban; el cronista oficial de Trujillo, José Antonio Ramos; y el cronista oficial de Casas de Don Antonio, Óscar de San Macario. El libro ha contado con el beneplácito de la alcaldesa de Santa Cruz de la Sierra, Belén Corredera, y del alcalde de Puerto de Santa Cruz, Antonio Ruiz.
Los autores se detienen en la ocupación prehistórica del terreno, pasando por los vetones, romanos y visigodos, para mostrar los múltiples restos que aún existen. Muestran cómo los sarracenos ocuparon la parte más elevada, reconstruyeron la fortaleza que en ella había y la convirtieron en un bastión inexpugnable, alrededor de la cual se asentó un extenso poblado, cuyos restos aún se pueden contemplar.
Los autores concluyen que esta montaña fue considerada en la prehistoria un gran tótem, o lo que es lo mismo, una gran deidad o un mito, que sirvió para organizar y unificar el espacio como lugar mágico. De ahí el nombre de ‘Montaña Sagrada’ de la publicación.
El libro incluye un estudio somero del terreno que rodea al enclave objeto de este trabajo desde la época más arcaica, con la climatología, pluviometría y fauna que en él se da, lo que ayudará a comprender el tipo de vida que llevaban los pobladores que se asentaron en esta zona.
Tras la ocupación prehistórica del terreno, la romanización y el establecimiento árabe, se hace un repaso general de los dos pueblos que, al menos, desde el Medioevo se asentaron en la ladera de esta montaña, quedando enclavados en un extenso territorio, al que se conoció con el nombre de alfoz o Tierra de Trujillo, para vivir casi una historia paralela a otros muchos lugares que con ellos ocuparon esa demarcación, en la que el concejo de la ciudad tenía el máximo protagonismo sobre todos los lugares que allí se asentaron.