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Una visita al Museo del Trabajo de Setúbal

Una visita al Museo del Trabajo de Setúbal
Foto: Juan Antonio Narro
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Un interesante atractivo en esta ciudad costera (más allá del turismo de sol y playa, su puerto pesquero, el ‘Mercado do Livramento’, los ferris a la península de Troia o los tours para ver delfines en el estuario del Sado) es conocer el ‘Museu do Trabalho Michel Giacometti’, quizás algo desconocido para la mayoría de los turistas, pero muy recomendable.

Es, en cierta forma, un paseo por la historia laboral de esta localidad que llegó a tener alrededor de 140 fábricas de conservas. Desgraciadamente, hoy no queda ninguna en funcionamiento, pero las pocas chimeneas que aún pueden verse diseminadas por la ciudad son testigos de ese boyante pasado industrial.

Todo este espacio cultural, totalmente rehabilitado y adaptado a funciones museísticas, se ubica en la antigua fábrica de conservas de pescado ‘Perienes’, comprada por el Ayuntamiento, donde aún se mantiene mucha de la maquinaria utilizada por entonces.

Un didáctico y muy aconsejable itinerario (si se desea, con la ayuda de audioguías) para adentrase e informarse, por ejemplo, de las condiciones del trabajo en aquellos años, de sus horarios, de los diversos oficios que eran necesarios para que ese pescado estuviera finalmente en la conserva, de la publicidad que se le daba, de los utensilios que eran precisos, de los asientos contables que se practicaban o del salario que se abonaba por día trabajado. Existe, como curiosidad, una sirena, cuyo sonido nos ponen durante el recorrido, con la que se llamaba al trabajo.

Este museo es una forma de divulgar un patrimonio cultural relacionado con estas fábricas, muy enraizado en los setubalenses de cierta edad, tratando de evitar que caiga en el olvido, para que las generaciones venideras sepan más de ese rico pasado industrial.

Una fotografía casi obligada es la que prácticamente todos los visitantes se hacen dentro de una perfecta recreación de una tienda de ultramarinos, repleta de todo tipo de productos en sus vitrinas. Estar en el interior de esta ‘loja’ es un viaje a un pasado no muy lejano.

La idea del museo es reflejar los tres sectores de la economía (por eso, veremos una interesante colección de útiles, herramientas y aperos agrícolas), pero poniendo especial atención en la industria, y principalmente en esas antiguas fábricas de conservas, motor de la economía de la ciudad durante muchos años y que tanta riqueza, trabajo y fama le dieron durante décadas.

Cuenta el museo, en una labor de fomento de las diversas artes, con una sala para exposiciones temporales (escultura, pintura…) que complementa y realza esa vertiente cultural.

Por su cercanía, y ya que estamos en una de las partes altas de la ciudad, hay que acercarse al mirador de San Sebastián, donde se obtienen algunas de las mejores panorámicas del estuario del río Sado.

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