Nacido en Cáceres en 1972, Agustín Delgado Martín es uno de los referentes en innovación y sostenibilidad en el sector energético, y un embajador de Extremadura en la alta empresa.
Doctor ingeniero industrial formado en la Universidad Pontificia de Comillas y en la UNED, se incorporó a Iberdrola en 2006 como director de Innovación y Sostenibilidad. Desde su posición lidera la estrategia global de innovación y medioambiente de la compañía, supervisando también inversiones en tecnologías disruptivas a través del programa ‘Perseo’.
Su trayectoria profesional incluye la pertenencia a consejos de compañías multinacionales y start ups como Gamesa, Avangrid, Charging Together o Carbon2Nature. También es miembro activo del World Economic Forum y ha participado en el Foro de Davos en sus últimas 11 ediciones. Además, desde julio de 2024 preside la Corporación Empresarial de Extremadura (CEX Capital), una entidad clave para impulsar proyectos tractores en la región.

¿Qué recuerdos conserva de su infancia y adolescencia, y qué valores aprendidos entonces sigue aplicando hoy?
Mis orígenes están en La Cumbre, a 10 kilómetros de Trujillo. Mis padres nacieron allí y ambos estudiaron Magisterio; fueron maestros rurales hasta que consiguieron una plaza en Trujillo, donde nuestra familia se asentó.
Desde el principio se preocuparon mucho de la educación de sus tres hijos y nos brindaron todas las posibilidades que en ese momento ofrecía Extremadura. Creo recordar que, junto con un grupo de amigos, fuimos de los primeros en asistir a clases extraescolares de Inglés cuando todavía éramos muy pequeños; no imaginaba yo entonces lo importante que sería luego en mi profesión.
Con 11 años tuve la gran oportunidad de estudiar en el internado que los jesuitas tienen en Villafranca de los Barros. Además de la excelencia académica, el colegio me permitió aprender y vivir unos valores que, como muy bien dijo el padre Arrupe, se resumían en “ser hombres y mujeres para los demás”; algo que he intentado aplicar durante toda mi vida.
¿Cómo surge su interés por la Ingeniería, y qué perspectivas tenía cuando decidió marcharse a Madrid para formarse?
Durante mi infancia en Extremadura se organizaban excursiones en los pueblos y en los colegios a las grandes instalaciones energéticas que hay en la región: la central nuclear de Almaraz y la central hidroeléctrica de Alcántara. Recuerdo claramente que ambas visitas me produjeron una gran impresión y creo que tuvieron mucho que ver en mi posterior vocación por el mundo energético. Por ello, desde mi posición en Iberdrola, trato de fomentar la interacción con los jóvenes, pues considero que es una de las mejores formas de despertar vocaciones profesionales en este sector.
Tras mi formación en Villafranca decidí estudiar ingeniería. Finalmente opté por el ICAI, la Universidad Pontificia de Comillas, en Madrid, una de las escuelas más prestigiosas de España.
¿Qué importancia ha tenido su formación universitaria en su desarrollo profesional?
Los años de carrera fueron duros, como para casi todo el mundo. A medida que avanzábamos cursos adquiríamos nuevos conocimientos y las posibilidades, en vez de ir centrándose, se abrían cada vez más. Tuve la suerte durante mis años de carrera de vivir el nacimiento de internet y el comienzo del desarrollo masivo de la informática.
Pero yo me quería dedicar más al desarrollo de equipos físicos que a la informática, y después de terminar mis estudios y el servicio militar me incorporé a una compañía del sector ferroviario. No obstante, la pasión por el mundo de la innovación y la energía seguía latente. A finales de los 90, con el despertar de la energía solar fotovoltaica, decidí iniciar el doctorado en esta materia en la UNED. Compaginar el trabajo y estudiar el doctorado, a la vez que casarse y tener hijos, no es tarea fácil, como bien saben los que lo hayan intentado, pero finalmente conseguí mi título de doctor en Ingeniería Eléctrica, Electrónica y de Control en 2006.

¿Cómo surge la oportunidad de trabajar en Iberdrola, y qué supuso en su trayectoria profesional y vital?
Después de cuatro años en el mundo del ferrocarril pude dar el salto al sector energético, aunque antes de llegar a Iberdrola trabajé en dos empresas que marcaron mi trayectoria profundamente.
En la primera, una pequeña empresa tecnológica, tuve la oportunidad de crear el departamento de I+D+i. Era 2001 y comenzábamos a desarrollar los primeros proyectos de hidrógeno, baterías, etc. Fueron cuatro años muy duros y de mucho aprendizaje, pues éramos como una startup, constantemente desarrollando nuevos proyectos y buscando financiación y socios para llevarlos a cabo. Después trabajé brevemente para una multinacional alemana del sector fotovoltaico.
Tras haber completado mi doctorado surgió la oportunidad de trabajar en Iberdrola. Mi formación académica y mi experiencia previa tanto en multinacionales como en startups parecieron encajar con el nuevo impulso que la compañía quería dar a su estrategia de innovación. Recalaba en la empresa propietaria de las dos instalaciones que me marcaron en la infancia, la central nuclear de Almaraz y la central hidroeléctrica de Alcántara, y de alguna forma supe que había encontrado mi sitio.
Lleva casi dos décadas liderando la innovación, la sostenibilidad y la calidad en Iberdrola. ¿Qué momentos clave o decisiones estratégicas identifica que hayan definido su carrera en la compañía?
Aunque siempre he sido el director de Innovación y Sostenibilidad se puede decir que el puesto ha ido evolucionando con el tiempo, a medida que mi equipo y yo hemos ido creciendo dentro de la compañía.
La primera decisión fue diseñar un sistema de innovación ‘hecho a medida’ que aportara valor, adaptado a la naturaleza de Iberdrola. Trabajamos con un producto, la electricidad, que es una ‘commodity’, por lo que diferenciarse de la competencia es muy difícil, tienes que orientar la innovación a los procesos, la eficiencia, la vida de los activos, etc. Descartamos la idea de tener un gran departamento de I+D+i, y apostamos por un modelo descentralizado, dejando la responsabilidad de la innovación a los distintos negocios, que son los gestores de los procesos que antes mencionaba. Para enriquecer y reforzar este sistema decidimos dotar a esas unidades de negocio de recursos adicionales y fomentar la colaboración con universidades, centros tecnológicos y proveedores, creando un sistema de innovación abierto, que nos permitió ampliar capacidades y acelerar desarrollos.
Más adelante identificamos una nueva necesidad: incorporar tecnologías emergentes y modelos de negocio disruptivos que estaban surgiendo en el ecosistema emprendedor. Para ello Iberdrola creó el fondo de inversión en empresas tecnológicas ‘Perseo’; gracias a las inversiones en ese fondo podíamos ‘entender’ y probar esas nuevas tecnologías de una manera ágil y profesional.
Otro hito importante fue entender que la innovación no solo debía venir de dentro, sino también de nuestros fabricantes y suministradores. Entender cuánto pueden optimizar su operación las instalaciones fotovoltaicas o hasta dónde pueden llegar en prestaciones las baterías, por citar unos ejemplos, es de vital importancia para que una compañía como Iberdrola tome decisiones acertadas de inversión en los países en los que opera.
Finalmente, dimos un paso más; si podíamos invertir en ideas de terceros, ¿Por qué no hacerlo también en nuestras propias ideas? Así nació la unidad de creación de empresas, desde la que hemos constituido sociedades para el reciclaje de palas de aerogenerador, la generación de créditos de carbono, el desarrollo de productos digitales para la energía o, más recientemente, la promoción de centros de datos.

¿Qué aporta Iberdrola a Extremadura en términos de desarrollo, sostenibilidad y creación de empleo?
Iberdrola es una de las empresas más activas en la región. Hace años empezamos a dedicar los recursos humanos y materiales necesarios para que Extremadura fuera una potencia energética en España, con tecnologías como la nuclear, la hidráulica o más recientemente la fotovoltaica, las baterías y el bombeo; todas ellas libres de emisiones, lo que confiere a la potencia eléctrica instalada en Extremadura un plus de sostenibilidad.
La actividad de Iberdrola en 2024 generó un impacto económico estimado de más de 530 millones de euros, así como una contribución fiscal de 160 millones de euros. Además, cuenta con más de un centenar de proveedores y 270 empleados en la región. Por otro lado, está promoviendo la adopción del autoconsumo comunitario con la instalación de 34 comunidades solares, para que todos los extremeños se puedan beneficiar de este tipo de energía en sus casas. Por último, está apostando por el desarrollo del conocimiento y la innovación tecnológica en la región a través del acuerdo con Fundecyt-Pctex para colaborar en el Centro Ibérico de Investigación en Almacenamiento Energético y en el programa ‘Talent4Iberia’, un proyecto que impulsa la carrera investigadora de talentos internacionales en el ámbito energético, coordinado por la Junta de Extremadura junto a 22 socios europeos.
¿Puede convertirse Extremadura en un referente en transición energética y energías renovables?
Creo firmemente que Extremadura ya es un referente en energías renovables, y que este sector ha conseguido dinamizar a la economía extremeña de forma significativa. La región cuenta con un enorme potencial natural, institucional y empresarial que está siendo aprovechado con visión estratégica.
Además de las energías renovables, Extremadura también es un referente en energía nuclear con la central de Almaraz, que es un ejemplo de cómo estas infraestructuras impactan de forma muy positiva en el territorio donde se ubican; confiemos en que se asegure su viabilidad para que pueda seguir operando muchos años.
En mi opinión, es necesario completar este esfuerzo inversor con dos pilares adicionales que cierren el círculo: la ubicación de más fabricantes de equipos energéticos en la región y la instalación de empresas que aprovechen esa generación eléctrica limpia en Extremadura. Existen ya ejemplos en ambos pilares, como la planta de fabricación de transformadores de potencia de Faramax en Malpartida de Plasencia, una de las más grandes de España, así como la fábrica de diamantes de Trujillo, que emplea energía renovable suministrada por Iberdrola en sus procesos productivos.
Estoy seguro de que en el futuro veremos más ejemplos de empresas fabricantes de equipos y grandes consumidores de electricidad que elijan Extremadura como lugar estratégico para crecer, al calor del buen ambiente institucional y de negocios que se ha creado en la región en torno a este sector.

¿Qué le ha motivado a aceptar el desafío de presidir la Corporación Empresarial de Extremadura, a pesar del esfuerzo adicional que seguro le supone?
La Corporación Empresarial de Extremadura (ahora CEX Capital), es un fondo de inversión que invierte en compañías que quieren crecer en Extremadura. Iberdrola, en su compromiso con la región, es el primer accionista, pero también hay otras grandes empresas de la región de los sectores financiero, industrial, de las telecomunicaciones o de la construcción. A todas nos une la necesidad de ayudar al desarrollo de nuestra tierra.
Personalmente es un orgullo aportar mi experiencia y mi capacidad a impulsar la acción inversora de CEX Capital en la región. Además, me da la oportunidad de conocer mucho mejor el sector empresarial extremeño y, de alguna forma, devolver a mi tierra parte de lo que me ha dado.
¿Cómo definiría la situación actual del tejido empresarial extremeño?
Extremadura es una región muy extensa, rica en recursos naturales, pero, en comparación, con pocos recursos humanos disponibles para el desarrollo empresarial. Es cierto que la labor de la Universidad de Extremadura ha sido imprescindible para incrementar la formación de nuestros jóvenes, pero aun así se requiere de más mano de obra, tanto cualificada como perfiles técnicos y operativos. Asimismo, carecemos en nuestra sociedad de una tradición de emprendimiento, y esto es cultural y está costando décadas cambiarlo. Hay que seguir fomentando la cultura emprendedora para que se creen nuevas empresas y para que las que ya existen incrementen su tamaño. En diversas zonas de la región se aprecian signos positivos en esa dirección, pero es necesario que esta dinámica se extienda a más territorios.

¿Cómo pueden las empresas extremeñas encontrar su espacio y competir a nivel nacional e internacional?
He pensado muchas veces sobre este tema y, además de las típicas palancas como la formación, una Administración ágil y comprometida o un buen acceso a la financiación, creo que para competir a esos niveles hacen falta empresarios y empresas con ambición. Gente dispuesta a arriesgar con la esperanza de conseguir un premio mayor, y una sociedad que valore ese esfuerzo de los que lo consiguen, que no estigmatice el éxito ni la riqueza generada con cargas administrativas o fiscales desproporcionadas, sino que lo reconozca como motor de progreso.
En este sentido, ¿Qué papel debe jugar la innovación tecnológica y la sostenibilidad para diferenciarse en el mercado?
La innovación tecnológica y la sostenibilidad no son ya una opción, sino una condición necesaria para competir y diferenciarse en el mercado. Creo que se producirá un desplazamiento de empresas hacia aquellas zonas donde se encuentren en mayor abundancia los recursos naturales sostenibles.
Extremadura tiene la oportunidad de atraer empresas que buscan electrificar su consumo energético y ubicarse cerca de fuentes de energía renovable. Para ello se requiere la construcción gradual de un ecosistema que proporcione los servicios necesarios a las empresas en la región. Es fundamental establecer un entorno con servicios, talento, infraestructuras y una cultura orientada a la innovación.

Pensando en el futuro, ¿Qué legado le gustaría haber dejado tanto en Iberdrola como en CEX Capital?
En Iberdrola, una de mis mayores satisfacciones es haber contribuido a mantener el ritmo frenético de innovaciones que se están produciendo en el sector energético. Diseñar sistemas de innovación, invertir en empresas o crearlas, o anticipar el futuro del sector no son más que herramientas que han contribuido a consolidar el liderazgo de Iberdrola en innovación en el sector energético. Además, más allá de los resultados concretos, me gustaría pensar que he contribuido a construir una cultura de transformación en la empresa, una forma de pensar que entiende el cambio y la innovación como parte de nuestra identidad.
En CEX Capital me gustaría poder continuar la excelente labor de los equipos anteriores. Desde su constitución ha invertido en más de 65 empresas, cuya facturación agregada supera ampliamente los 1.300 millones de euros y con una inversión de más de 1.000 millones de euros, lo que ha permitido crear más de 5.500 puestos de trabajo. Para seguir creando valor en nuestra tierra tenemos un plan estratégico y los recursos necesarios para acelerar inversiones en distintos sectores. Confío en que pronto realizaremos nuevas operaciones para seguir impulsando ese ecosistema empresarial al que me refería antes, apostando por empresarios con ambición de llevar sus empresas a una escala superior.
Iberdrola acaba de recibir el Premio Grada 2025 a la Mejor apuesta tecnológica, por su contribución a la sostenibilidad y la eficiencia energética en Extremadura. ¿Cómo valora este tipo de galardones a la hora de dar visibilidad y fortalecer proyectos sociales y tecnológicos?
Recibir un galardón del prestigio del Premio Grada nos ayuda a que la sociedad a la que servimos conozca mejor las actividades que desarrollamos en favor de la industrialización y la sostenibilidad en Extremadura. Es un reconocimiento que nos honra, pero sobre todo nos motiva a seguir trabajando con responsabilidad y compromiso.
En la actualidad se están desarrollando proyectos pioneros en el ámbito del almacenamiento con baterías, el bombeo hidroeléctrico e incluso la energía nuclear, que muchas veces no son del todo conocidos por la sociedad extremeña y de los cuales nos podemos sentir orgullosos y, desde luego, hacernos sentir que estamos a la vanguardia de la innovación tecnológica en el sector.

La revista Grada y Fundación Primera Fila visibilizan a las entidades del tercer sector y apoyan a colectivos en riesgo de exclusión. ¿Qué importancia atribuye a iniciativas que fomentan la inclusión social y el reconocimiento de proyectos innovadores en sectores como el suyo?
Yo creo que las empresas tienen alma. Por supuesto, tienen que cumplir con su objeto social, que en el caso de Iberdrola es principalmente generar, distribuir y comercializar energía, pero también tienen que vivir y sentir dentro de la sociedad en la que se encuentran. En este sentido, la protección de los sectores más vulnerables, la igualdad de oportunidades o el respeto la diversidad forman parte del ADN de Iberdrola, y así se puede ver en los fondos que se dedican a través de nuestra Fundación o a través de programas como el apoyo al deporte femenino, que ha conseguido ya ayudar a 35 federaciones, alcanzando a más 800.000 mujeres.
¿Qué mensaje trasladaría a los jóvenes extremeños que pueden verle como ejemplo de éxito, liderazgo y compromiso con su tierra?
Me cuesta pensar que soy ejemplo para nadie, pero creo que cumplir tus sueños es una mezcla de curiosidad y esfuerzo por formarte, junto con aceptar cierto nivel de riesgo, un poco de suerte (que siempre te pille trabajando), humildad y paciencia. Con estos ingredientes es posible experimentar distintos grados de éxito personal, pero también algo igual de valioso: la satisfacción de saber que se han aprovechado los recursos disponibles para alcanzar los objetivos y sueños que hayamos podido tener. Tomar la iniciativa y salir de la zona de confort permite poner en marcha el proceso, y lograr el éxito genera una gran satisfacción, pero solo realizar el camino ya nos permite reconocer el intento realizado, sin lamentar una actitud conformista.
A los jóvenes extremeños les diría que no subestimen su potencial. Extremadura tiene talento, tiene oportunidades, y necesita personas con ganas de construir futuro desde aquí.
