Miguel Sansón Serván, nacido en la localidad cacereña de Almoharín, es un escultor y creador multidisciplinar que ha destacado por su innovador uso del hierro y otros materiales en la expresión artística. Su trayectoria combina la tradición artesanal con el arte contemporáneo, influida por su infancia en un entorno creativo, con un padre herrero y una madre modista. Aunque dominó el oficio del hierro desde joven, su inquietud lo llevó a explorar nuevas formas de expresión, y llegó a trabajar como cuidador en un colegio para alumnos con parálisis cerebral en Alicante.
Tras su regreso a Almoharín creó una empresa de diseño y fabricación de muebles en forja artística, y evolucionó hacia la escultura con un estilo propio basado en la síntesis de formas y el uso de colores vibrantes. Su trabajo ha sido reconocido con la Medalla de Extremadura y el Premio Artesanía de la Junta de Extremadura, entre otros galardones. Su obra, caracterizada por la experimentación con materiales como la fibra de vidrio y la reutilización de chatarra reciclada, refleja su compromiso con la sostenibilidad y la reinterpretación de objetos cotidianos.
Desde 2024 preside la Asociación de Universidades Populares de Extremadura (Aupex). Su pasión por la creación lo mantiene en constante exploración, con proyectos como ‘Los azules’, una serie de esculturas inspiradas en ángeles. Con una trayectoria marcada por la autenticidad y la innovación, Miguel Sansón es una figura clave del arte contemporáneo en Extremadura, dejando un legado de creatividad y transformación artística.

¿Qué recuerdos tiene de su infancia?
Mis vivencias en el pueblo, en casa de mis padres entre la fragua, el taller de costura de mi madre, el colegio de las monjas, jugar en la calle, por el campo. Entre esos espacios crecí y moldearon mi forma de ser.
¿Cómo influyó aquella época en su desarrollo artístico?
Mi padre era herrero, trabajaba en la fragua haciendo aperos de labranza, verjas, puertas, etc.; él era artesano y mi madre modista, ambos trabajaban creando, y quizás haber crecido entre esos talleres haya influido en mi desarrollo artístico posterior.
¿Empezó a trabajar con su padre por necesidad o realmente le llamaba la atención el oficio?
Desde pequeño mi padre me inculcó que ese sería mi futuro; era lo natural, no conocía otra realidad, y esa conexión fue la que marcó mi destino desde muy joven, enseñándome a dominar el hierro.
¿Alguna vez se planteó acceder a una formación académica formal?
Mis estudios fueron los primarios, hasta obtener el graduado escolar; no he tenido formación académica, la vida misma ha sido mi mejor maestra.
¿Siempre se ha dedicado profesionalmente al arte?
Estuve toda mi juventud en la fragua, pero era inquieto y siempre buscaba nuevas experiencias. A los 17 años me hice fontanero; con 20 empecé a hacer puertas y ventanas de aluminio en el taller de mi padre; y con 26 años me fui a Alicante a vivir otras experiencias y empecé a trabajar en el colegio ‘Infanta Elena’ para alumnos con parálisis cerebral, como cuidador.
Cinco años después volví al pueblo con la idea de diseñar y realizar muebles de forja artística e inicié mi empresa; tuve la oportunidad de exponer durante varios años en las ferias del mueble de Milán, Madrid y Valencia, cada año con colecciones nuevas de mobiliario en forja, con diseños innovadores y originales. También creé un buen equipo de trabajo en el taller, y di el salto a hacer obras de arte.

Internacionalmente reconocido por sus esculturas, también ha experimentado con otras disciplinas, como la pintura o la forja artística. ¿Con cuál se encuentra más cómodo?
Siempre me encontré cómodo con cada disciplina que experimentaba, y disfruto de la diversidad que el arte me ofrece.
¿Podría definirnos su estilo artístico?
Casi prefiero que mis obras las defina quien las contempla, aunque al hacerla yo tenga un estímulo y un sentido de lo que se está creando. Tengo admiración por numerosos artistas, pero creo que Kandinsky y Miró quizás sean los que más me inspiran por su uso del color y la forma; me atraen los colores primarios, las esferas, la cadencia, la espiral, el movimiento, etc.
¿Hubo un momento concreto que identifique como un punto de inflexión en su carrera?
Un momento crucial para mí fue cuando se expuso ‘El abrazo de Margarita’, el sillón menina, en el edificio Telefónica de Madrid, en la exposición ‘Otras Meninas’, en la que participaron muchos artistas. Me sorprendió la atención mediática que generó, y creo que marcó un antes y un después en mi carrera.
¿Cómo ha evolucionado su perspectiva sobre el arte a lo largo de los años?
Con el paso del tiempo he ido perfilando, cambiando, sintetizando mi visión del arte, dejándome llevar, aunque creo que sigo generando con la misma esencia que me ha acompañado desde mis inicios.
¿Cómo selecciona los temas para sus obras, en qué se inspira para crear?
Los temas para mis obras suelen surgir de la vida misma; suelo dejarme llevar, es algo innato que ocurre y nada más, lo que me llama la atención en cada momento en el interior.
La inspiración la recojo del interior; me gusta al arte en general, la belleza, la historia, la naturaleza, la arquitectura, el Renacimiento, el arte sacro, el arte moderno y de vanguardia, viajar, etc.

¿Qué importancia tiene la innovación en su trabajo creativo?
Empecé con la forja, dominando el hierro, que es lo que aprendí en el taller de mi padre, entendiendo las posibilidades expresivas que me daba el hierro y cómo transformar barras rígidas en algo dinámico; de ahí evolucioné al arte con hierro, explorando nuevas maneras de darle vida.
Siempre he tenido la necesidad de ir más allá en acabados y terminaciones, tanto en los muebles como en la escultura, buscando texturas, pátinas y técnicas que aportaran un valor estético añadido a cada pieza. Esa inquietud me llevó a investigar en la pintura, creando y pintando algunas colecciones en las que experimenté el color, la composición y la expresión de una manera diferente a la escultura.
Seguí explorando y surgió crear esculturas con otros materiales, como la fibra de vidrio, dándole después los acabados, lo que me permitió ampliar mis posibilidades creativas.
También he desarrollado esculturas a partir de desechos de chatarra, incorporando el concepto de las ‘Tres R’ (reducir, reutilizar y reciclar). Esta última línea de trabajo me ha permitido dar una segunda vida a materiales descartados, convirtiéndolos en piezas artísticas con sentido conceptual y ecológico.
Para mí, la innovación es una actitud constante de búsqueda y experimentación, de evolución, y sobre todo de sorprenderme a mí mismo en el proceso creativo.
¿Cómo aborda la fusión entre la funcionalidad y el arte en sus diseños de muebles?
Es algo que surge de manera natural. Siempre me he dejado llevar por lo que siento, pero sin perder de vista que, antes que nada, un mueble debe cumplir su función para lo que ha sido creado. La funcionalidad es el punto de partida: en una silla debes poder sentarte, una mesa debe sostener, un mueble debe servir a su propósito esencial. A partir de ahí, el diseño toma forma con el concepto de movimiento, con la identidad que cada creador imprime a su obra. La ergonomía es la clave, porque un mueble no solo debe ser bello, sino también cómodo y práctico; en mis muebles y creaciones he buscado siempre un equilibrio entre el arte y la funcionalidad, donde la creatividad no anula la utilidad, sino que la potencia.
¿Se fija en las tendencias artísticas de cada momento al crear sus obras?
La creación artística es un proceso muy personal. Es inevitable estar en contacto con las tendencias artísticas, porque vivimos en un mundo donde el arte evoluciona constantemente y donde las influencias nos rodean. Puede que haya artistas u obras que me hayan inspirado en algún momento, pero normalmente al crear me dejo llevar y veo surgir algo innato, algo propio.
Quizás sean otros quienes, al observar mi trabajo, puedan identificar conexiones o influencias de determinadas tendencias. Yo me centro en el proceso creativo, en la necesidad de expresar aquello que esté haciendo en ese momento; para mí lo importante es que la obra tenga autenticidad.
Esta entrevista coincide con su exposición ‘Sit Art Space’ en Badajoz, que reúne su icónica colección de sillas ‘Sent-Art’. ¿Qué nos puede contar sobre la importancia en su carrera de la silla como elemento creativo?
La silla ha sido un elemento fundamental en mi obra; la primera, la silla ‘Anastasia’, de 1995, dio lugar a otra silla totalmente diferente, y esa a otra, y así creé la colección ‘Sent-Art’, formada hoy por 40 diseños de sillas-esculturas; tengo más de cien diseños guardados, cada cual diferente, aún por hacer.
¿Qué hace falta para que un objeto cotidiano se convierta en una obra de arte?
Para que un objeto cotidiano, como la silla, se convierte en obra de arte, es necesario reinventar su estructura estética dando rienda suelta a la imaginación, creando una obra que pueda tener una lectura o varias diferentes, sin perder su estructura base, lo que la define como silla: patas, asiento y respaldo.
¿Cuál de sus obras diría que representa mejor su trayectoria artística?
Cualquiera de mis obras, mientras la estoy haciendo y se está desarrollando, es la que más me gusta en ese momento; cuando la termino pasa a un segundo plano y empiezo otra. Pero quizás dos de las que más me gustan sean el ‘Innova Ficus’, una escultura dedicada a Almoharín como Capital Europea del Higo, y la silla ‘Anastasia’.

¿Qué significó para usted recibir la Medalla de Extremadura en 2006?
Recibir la Medalla de Extremadura fue para mí un momento profundamente emotivo y satisfactorio. Lo recuerdo con cariño y un inmenso agradecimiento.
También recibió el Premio Artesanía de la Junta de Extremadura en 2004. ¿Son importantes los concursos y los premios para valorar el trabajo de artistas y artesanos?
Los concursos, y los premios, son muy importantes, y vitales para el reconocimiento de artesanos y artistas; reconocen, validan y estimulan la creatividad en la artesanía y el arte.
¿Cómo ocupa el tiempo cuando no está trabajando en el taller?
Cuando no estoy en el taller disfruto de cosas sencillas pero que me llenan. Me gusta leer, salir al campo, estar con la familia, visitar amigos, ir al bar a tomar un café o una cerveza… Esos momentos de desconexión me permiten disfrutar del presente y encontrar inspiración de manera natural.
También tengo un pequeño hobby que me apasiona, coleccionar y restaurar imágenes antiguas que estén en mal estado. Me produce una gran satisfacción devolverles la vida, recuperar su esencia y su valor artístico, como si les diera una segunda oportunidad. Es una manera de conectar con la historia, con la artesanía, con técnicas de restauración de otra época; disfruto bastante cuando, al terminar, veo que he obrado el ‘milagro’ de devolverles su esplendor.

¿Qué proyectos tiene en mente?
Suelo trabajar en el taller, normalmente me encargan estatuillas o premios, diseñándolos y realizándolos; también hago trabajos de taller, presupuestos y maquetas para esculturas públicas; y, además, estoy desarrollando para una exposición una colección de 20 esculturas de ángeles que se llama ‘Los azules’.
Desde 2024 preside la Asociación de Universidades Populares de Extremadura (Aupex). ¿Cómo surgió esta posibilidad y qué balance personal hace de este primer año de trabajo?
La propuesta me la hizo la anterior ejecutiva y, aunque no lo esperaba, pensé que tenía sentido. Siempre he creído en el poder del arte para transformar y en Aupex encontré esa misma fuerza, pero desde lo colectivo.
Este primer año ha sido emocionante; he aprendido mucho, me he sentido acogido y he visto de cerca el trabajo que se realiza por nuestros pueblos. Para mí está siendo un viaje lleno de sentido y compromiso.
¿Qué deberíamos hacer para luchar contra el despoblamiento en las zonas rurales?
En Aupex creemos que para luchar contra el despoblamiento es clave asegurar empleo y servicios públicos de calidad en nuestros pueblos. Este año, por ejemplo, hemos dado empleo a más de 290 personas, la mayoría en localidades de menos de 5.000 habitantes. Muchas de estas personas han decidido quedarse, pero necesitamos ir más allá. Debemos cambiar cómo hablamos de la vida rural; vivir en los pueblos no debe verse como una limitación, sino como una oportunidad para tener calidad de vida, crecer profesionalmente y desarrollar proyectos personales. Este cambio de relato es imprescindible para que nuestros pueblos sigan siendo lugares vivos y con oportunidades.

¿Cómo ve el futuro del arte en Extremadura?
En Extremadura tenemos museos de gran relevancia y espacios expositivos de gran calidad; en nuestra tierra hay un gran potencial artístico, con nuevas generaciones de artistas que aportan propuestas frescas e interesantes. También me gusta mucho el arte mural que ves por todas partes hecho por jóvenes artistas.
¿Qué consejo daría a esos jóvenes artistas que están comenzando su carrera?
Que se dejen llevar por su corazón y que dejen a sus manos manifestarse; es importante viajar, experimentar, volar y sentir para ver y luego plasmar; creer en lo que se siente y se hace, defenderlo; el atrevimiento es de valientes, el que se atreve a dar un paso no dado anteriormente es el que descubre nuevos mundos, nuevos espacios, nuevos tiempos, nuevas formas que mostrar.
¿Cómo le gustaría que se le recordara en el mundo del arte? ¿Se aventuraría a hablar de su legado?
Mi legado lo dejo para los que vienen detrás, ya sabrán qué hacer con ello. Por ahora, mi objetivo es seguir creando, exponiendo y compartiendo mi visión artística.