En un lugar de Castilla-La Mancha de cuyo nombre sí quiero acordarme, San Pablo de los Montes, nació una joven que ha vivido gran parte de su vida entre su Toledo natal y Extremadura.

Creció en una familia dedicada a la costura, pero la afición de su padre al vídeo influyó en su rumbo profesional: la televisión. Tras terminar Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, Alba Lancha comenzó su carrera, en la que pasó por La Sexta y la televisión autonómica de su tierra (ahora Castilla-la Mancha Media, CMM).

Además de dedicar su tiempo profesional a los medios de comunicación, la periodista toledana se lanzó al mundo del emprendimiento creando una web online en la que vendía productos típicos de su pueblo. Versátil, dinámica y emprendedora, durante los últimos siete años es una de las caras de la información en los televisores extremeños para contar la actualidad regional, nacional e internacional.

¿Sientes que Extremadura es tu segunda casa?
Más que segunda casa, es una de mis dos casas. Vivo a caballo entre Mérida y Toledo. Paso las semanas entre las dos ciudades. Y qué suerte, ¿Eh? Son dos ciudades maravillosas.

¿Los extremeños y los castellanomanchegos tenemos muchas cosas en común?
Muchísimas, la verdad. Recuerdo cuando empecé a trabajar en Deportes en Canal Extremadura, hasta los equipos compartían grupos de fútbol. No hay más que echar un vistazo a la prensa. Compartimos infraestructuras, tren, carreteras, la autovía que yo tanto disfruto [risas]. Son dos regiones pegadas, vecinas, y eso, me imagino, hace además que el carácter de sus habitantes sea muy similar. Aunque esto sí lo tengo que destacar, Extremadura tiene, para mí, un 10 en hospitalidad. Me habéis acogido, abrazado y achuchado muchísimo desde el primer minuto. Me he sentido una más.

¿Siempre has tenido curiosidad por contar la actualidad?
Creo, más bien, que mi curiosidad ha ido creciendo con el paso de los años y con la experiencia que he ido cogiendo en los medios por donde he ido pasando. Me matriculé en esta carrera porque me gustaba el periodismo deportivo. Y, por ahora, porque nunca se sabe, es casi lo que menos he hecho, aunque he tenido mis flirteos. La curiosidad por la actualidad me la ha ido dando la experiencia.

¿Qué influencia ha tenido tu familia en tu vida?
Estoy contestando esta entrevista desde mi lugar preferido en el mundo: la casa de mi abuela. Yo le llamo ‘el punto de recarga’. Ella es el mejor ejemplo, el espejo en el que llevo mirándome 34 años. Es una suerte compartir, aprender, charlar… con una mujer que tiene 92 años, pero qué mujer. Ella es de otro planeta.

Has vivido toda tu vida en un pueblo y te fuiste a Madrid a estudiar. ¿Crees que los medios de comunicación son una herramienta para crear una imagen positiva de la España ‘rural’?
Sí, sobre todo los más cercanos: la prensa regional, las emisoras locales, las televisiones autonómicas. Son medios que viven por y para esa España de la que hablas. Muchos de nosotros somos servicio público, estamos ahí porque las noticias que más interesan e influyen en nuestros pueblitos y ciudades solo las van a poder leer, ver y escuchar gracias a nosotros. Además, somos medios cercanos, tan cercanos que acompañamos al mismo tiempo.

Hemos escuchado que presentaste tu primer informativo nada más terminar la carrera. ¿Recuerdas ese momento?
Pues con muchísima ilusión y vértigo, imagínate. Tenía 22 años, muchos nervios y mucha emoción. Recuerdo que nada más salir del plató llamé a casa, a mis padres y a mi abuela. Y al salir de la tele tenía un ramo de flores de toda mi familia. Sentir que estaban tan orgullosos te hace flotar, pero con los pies en el suelo. Les había prohibido que contasen en el pueblo que iba a presentar el informativo, a nadie. Me daba mucho miedo no estar a la altura. Salió todo perfecto salvo el final del informativo. Eran carnavales y contando lo que estaba pasando en Brasil me lie muchísimo con la palabra ‘sambódromo’; me salió de todo menos esa palabra, que no he olvidado en todos estos años.

Tantos años en televisión dan un conocimiento importante para saber lo que el espectador ve y, sobre todo, lo que no se ve, porque la tele no la forman únicamente los que salen delante de la cámara. ¿Podrías contarnos alguna anécdota?
Eso de tantos años, de repente, me hace sentir muy mayor [risas]. Efectivamente, en televisión trabajamos muchísima gente. Imagínate algo parecido a un panal de abejas elaborando la mejor miel que podemos cada día, mañana, tarde y noche. Sin descanso también los fines de semana. Mi papel es prepararla y ponerla lista para consumir cada sábado y domingo.

Si tuviese que quedarme con una anécdota recuerdo un ataque de risa que me dio presentando el informativo de la tarde con Noelia López Boluda. No me había pasado nunca y espero que no me vuelva a pasar. Ahora me río si lo veo, pero entonces reconozco que lo pasé fatal. Sentir que estas en directo y que la risa no te deja hablar… puede parecer divertido, pero no lo es. Os animo a verlo para reír, que siempre es importante, y más en estos tiempos de incertidumbre.

¿Alguna vez has vivido momentos duros? Si es así, ¿Cómo has logrado superarlos?
Sí, claro que sí. Ojalá con todo lo que sé ahora pudiese volver atrás. Pero como eso no es posible aplico mi filosofía de vida también al trabajo y los momentos complicados: esfuerzo, esfuerzo y esfuerzo para superarlos.

Aprovechando que se acaba de celebrar el 8M, las mujeres que trabajáis delante de la cámara estáis más expuestas a las críticas. María Teresa Campos, en sus memorias ‘Mis dos vidas’ (2004), dice: “He tenido que luchar siempre por abrirme camino. Recuerdo que me hicieron una entrevista (para televisión) y dije que era necesario acabar con el machismo de que, para aparecer en pantalla, las mujeres tenían que ser altas, delgadas y guapas”. ¿Estás de acuerdo con ella?
Está claro que a las mujeres se nos exige y cuestiona mucho más. Nos miran más el pelo, el maquillaje, la ropa. Sinceramente, he llevado siempre fatal los comentarios de “qué blusa más fea/bonita hoy, qué bien/mal te sentaba, esos zapatos…”. Y son comentarios que, por desgracia, escuchamos muchísimo. Yo estoy ahí como profesional para contar noticias, la ropa me da igual. Lo único que quiero es que me haga sentir cómoda.

Una afición interesante que tienes son los perros. De hecho, tienes un perro cuyo nombre es el país que presidió Fidel Castro, es decir, Cuba. ¿Por qué te decantaste por ese nombre?
Me ha resultado muy curioso la forma de llevarme hasta la pregunta. Cuba, mi perrita, es el mejor regalo que me han hecho en la vida. Llegó para mi 30 cumpleaños. La adoptó mi chico en una casa de acogida de perritos abandonados. Y puede resultar muy tópico, pero fue ella quien me rescató a mí. Tiene superpoderes, cinco años después sigue haciéndolo. Cuando llegó a nuestras vidas hacía solo unos meses que habíamos estado en Cuba, un viaje muy soñado que nos marcó a los dos. Es un país increíble, lleno de contrastes, de luces y de sombras, de las que podríamos estar hablando durante horas.

Eres joven pero ya tienes una trayectoria importante. ¿Qué les dirías a los jóvenes que quieren dedicarse al periodismo?
Me parece una responsabilidad muy grande poder dirigirme a ellos y ellas, la verdad. Les diría que, si es su sueño, luchen por él. Que trabajen, se esfuercen y se formen. Vienen tiempos que supondrán un reto para los comunicadores, la IA y las nuevas formas de comunicación seguirán planteando retos mayúsculos a nuestra profesión. Que piensen que los periodistas siempre harán falta, porque siempre han existido los ‘contadores de historias’. Y es importante que sean versátiles pero que busquen una especialidad, eso es clave ahora mismo. En mi caso estoy orgullosa de un proyecto personal que emprendí hace unos años, un máster en Comunicación Agroalimentaria, otro campo más donde sembrar para crecer. Les deseo mucha suerte. Nuestra profesión, para mí, es una mezcla de todo esto.