El joven pintor sueco Nick Alm se introduce en el mundo artístico a través de la ilustración, pero cambia de rumbo cuando descubre la pintura.
Su infancia transcurre rodeada de obras de arte, la casa de su niñez siempre estuvo decorada con piezas clásicas y modernas.
Tan interesado se muestra por el estudio de la figura del natural a la manera clásica que marcha a Florencia, a la Academia de Arte, y más tarde a Nueva York.
Alm se inspira en el mundo que le rodea, lo que le despierta a algo extraordinario, y lo que ve alrededor, desde el propio contexto hasta los detalles más nimios. La psicología, los estados de ánimo y los mundos interiores de cada individuo. Como Alm diría: “Mi principal fuente de inspiración proviene de la naturaleza humana, ya sea por observación directa o por un proceso mental que es difícil de explicar”.
Su obra, tradicional a primera vista, ofrece al espectador un descanso de la vida cotidiana; es la antesala a un momento de reflexión. Son obras que tocan la fibra sensible por la delicadeza de sus formas y su ejecución. Elabora obras de arte que vibran, que plasman la vida, y para ello trabaja directamente del natural sin copiar el objeto que posa para él. Alm le añade su particular visión, resultando obras que poseen gran sentido de la luz, evanescentes atmósferas y sutiles texturas.
Como bien se puede apreciar en ‘Bacanal’, expande con maestría el universo femenino. Sus pinturas dominan la luz como si fueran creadas por Rembrandt e invoca un sentido de dominio clásico en los escenarios contemporáneos.
El proceso creativo de Alm a menudo incluye un boceto en miniatura. La composición se desarrolla y se mejora aun más con un modelo en vivo. Al final la pintura se encuentra con el lienzo, con aceite sobre lino, alternando pinceladas suaves y ásperas para dar a las obras de arte diversas texturas. Las texturas involucradas en su trabajo ayudan a resaltar detalles, agregando profundidad a su arte.
Muchos de sus lienzos implican una reunión social con enfoque en personalidades. Parecen bastante simples pero indudablemente atractivos, y aunque representan a la sociedad su objetivo no es criticarla, no se inmiscuye. Alm huye de los juicios y las reprobaciones.
El pintor afirma que, aunque su arte le paga las facturas, no pinta por el dinero. Pinta para sí mismo y solo puede declarar una obra de arte una vez que su crítico interno esté satisfecho.
Alm elige las técnicas clásicas porque le ayudan a entregar piezas que abren a las personas a un mundo diferente, les ofrece otra manera de mirarlo; “mi propia experiencia es que cuando las personas se exponen al arte de buena calidad muestran interés”.